Javier Gomá | Filósofo

"Quien tiene vida de perro piensa como un perro"

Javier Gomá.

Javier Gomá. / Dolores Iglesias

Abruma un currículum como el de Javier Gomá (Bilbao, 1965): filósofo, filólogo, jurista, ensayista, dramaturgo, letrado del Consejo de Estado y director de la Fundación Juan March. Quien pueda, que lo iguale. Un erudito de su talla, con ensayos sobresalientes como Tetralogía de la ejemplaridad o la trilogía teatral reunida en Un hombre de 50 años, es capaz de rebajar el tono y tomarse la charla con guasa.

–Nacido en Bilbao, creo que es usted el bilbaíno menos bilbaíno del que he tenido noticia.

–Es cierto, confieso que alguna vez me he operado usando anestesia. A los de Bilbao no les gustan esas debilidades.

–Le confieso que estoy tan nervioso como en Selectividad, preguntar a un filósofo impone...

–Y yo que pienso que si estuviera nervioso de verdad no lo diría. Me da la impresión de que le gusta el pitorreo ahora y en Selectividad.

–¿Me convalidan alguna asignatura en la carrera tras pasar por este rincón José Antonio Marina, Gregorio Luri, Manuel Cruz y usted?

–En el caso de los otros nombres ilustres, le convalidan cultura. En el mío, culturismo.

–Va a desaparecer la Filosofía de la ESO. ¿Considera una aberración laminar las asignaturas de Humanidades, las que nos invitan a pensar?

–Hay asignaturas que sirven para aprender una profesión. Hay otras que sirvan para ser consciente de nuestra dignidad. Las primeras nos enseñan algo nuevo, las segundas nos enseñan de nuevo lo de siempre, la condición humana. La filosofía pertenece a las segundas. El peligro de dar prioridad a las primeras es, claro, un mundo con profesionales sin dignidad.

–¿Cómo podemos explicar a un chaval pegado a su móvil para qué le va a servir la Filosofía?

–Que la filosofía es lo único que cuenta. Porque el móvil satisface sus deseos, pero la filosofía ha moldeado antes su capacidad de desear. Es filósofo sin saberlo.

–¿El algoritmo ha aniquilado al pensamiento?

–El algoritmo es resultado del pensamiento humano, luego no lo aniquila sino lo lleva a su cumplimento. Debería servir para que, como los antiguos mayordomos, nos hagan las tareas incómodas y nos ayuden a ahorrar para dedicarnos a tareas creativas y mejores.

–"¿Filósofo y escritor? ¡Hay gente pa’ tó!". Cien años después de esa frase de Rafael el Gallo, ¿sigue estando España en guerra contra sus intelectuales?

–Sobre todo la clase alta. Los finos de este país presumen de no comprender las ideas, como si fueran un poco de pobres. Yo escribo muy claro mis textos. Pues bien, se me ha acercado muchas veces gente "bien" que me decía: he leído tu artículo, muy bueno, pero no he entendido nada. Y lo decían sin avergonzarse.

"La gente sólo mira a cortísimo plazo, es demasiado inmediata, y luego se asombra de sus consecuencias"

–Imagino una reunión del consejo asesor de la Revista de Estudios Orteguianos, al que pertenece, y... ¡eso debe ser un auténtico alboroto! ¡Una juerga flamenca!

–Ahora que lo dice, me recuerda que tengo que pasarme por ahí algún día. Me temo que no me han echado de menos.

–Hijo de notario y hermano de dos notarios. Aunque haya dado una conferencia reciente en el Colegio Notarial de Andalucía, ¿es usted la oveja negra de la familia?

–Eso dicen mis hermanos sin parar. Que hice la oposición al Consejo de Estado y luego he escrito libros para canalizar mi resentimiento por no haber llegado a notario como ellos. Lo dicen en broma pero creo que lo piensan de verdad.

–Ha escrito Un hombre de 50 años. Me acerco peligrosamente a esa fatídica edad, ¿algún consejo para afrontar tamaña crisis?

–Prepárese para descubrir el tercer secreto. El primero fue la identidad de los reyes magos. El segundo el origen de la vida humana para descrédito de la cigüeña. El tercero lo cuento en las primeras páginas de mi último libro, el que ha mencionado. Es un secreto más importante que los de Fátima.

–¿Cómo se combate el cinismo?

–Cinismo viene de perro. Quien tiene vida de perro piensa como un perro. Quien vive con dignidad, piensa de sí mismo y de los demás con un átomo de dignidad. Ciertas doctrinas morales en boga son una coartada de la vulgaridad. Otra cosa es el movimiento filosófico del cinismo, respetable y profundo.

–Hábleme brevemente de un tema tabú: la muerte.

–No tan tabú: la muerte está en los telediarios y los videojuegos. Es un hecho biológico universal que compartimos con los mosquitos. Lo que es tabú es la mortalidad: la conciencia de la finitud de nuestra vida. Esa conciencia nos enseña que la muerte es una injusticia contra nuestra dignidad. Por eso escribí aquella máxima: vive de tal manera que tu muerte sea escandalosamente injusta.

–¿Estoy un poco perdido yo en particular o la sociedad anda bastante desnortada?

–No conozco una sociedad que no esté desnortada. La edad de oro de Pericles terminó con treinta años de guerra de Peloponeso y la derrota de Atenas. En cambio, a usted, a juzgar por las preguntas, le veo muy centrado.

–¿Hemos convertido la inmediatez en inmediotez?

–Si me preguntaran una diferencia entre mi visión del mundo a los 15 y ahora, diría que con la edad me ha extrañado mucho comprobar que la gente se mueve con motivaciones y perspectivas a corto, cortísimo plazo. Es demasiado inmediata y luego se asombra de sus consecuencias. No me esperaba esto.

–¿El populismo (ir contra los inmigrantes o contra los ricos) fulmina los valores de la ética?

–Le diré una cosa: cada día siento más intensamente que el abuso de la palabra "populismo" tiene algo de populista. En todo caso, el populismo no va contra la ética. Al contrario, si tiene un problema es su excesivo moralismo. Ya sabe, quien no tiene nada que decir se vuelve moralista.

–"Cada día que pasa hay más gente más joven que yo", puso en un tuit. Para ser un filósofo reputado... suena a chiste del tipo: "Se está muriendo gente que no se había muerto nunca".

–Soy campeón mundial de chistemalismo. Usted, que es periodista bien informado, debería saberlo.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios