Curro Carrasco e Ildefonso de los Reyes 'Pelé', en la playa de la Victoria de Cádiz.
Curro Carrasco e Ildefonso de los Reyes 'Pelé', en la playa de la Victoria de Cádiz. / Germán Mesa
Tamara García

22 de octubre 2023 - 06:58

Ildefonso de los Reyes, Pelé, (Jerez, 1969) y Francisco Carrasco Soto (Jerez, 1976), Navajita Plateá, atesoran un caudal artístico que se expande por más de tres décadas y que está alimentado por referencias que van desde la Paquera a Prince. “Nosotros ya teníamos de casa lo que teníamos –dos sagas gitanas cantaoras de aúpa– pero aparte nos encantaba Michael, escuchábamos también mucho blues, mucho rock y, por supuesto, a referentes como Paco, Camarón, los Smash, Pata Negra... Gente que ya estaba haciendo cosas diferentes con el flamenco”, explican al alimón los artistas que han dado vida a auténticos himnos intergeneracionales como Noches de Bohemia o Frío sin ti y que este año vuelven a Los Ángeles a cerrar gira, el 25 de noviembre en el Walt Disney Concert Hall.

–Hicieron un concierto este verano en Jerez en el que no se pudo ni entrar. Después de más de 35 años en carretera, ¿sentará bien eso, no?

–Pelé: Fue un puntazo. Nadie es profeta en su tierra pero nosotros esta última vez nos hemos sentido muy queridos. Y no es la normal general, y más en un sitio donde la tradición tiene tanto peso. Nosotros somos gente de tradición, pero, con todo, sacamos las manitas y a todo el mundo eso no le gusta... Aún así nos podemos sentir súper orgullosos tanto en nuestra casa, Jerez, como en nuestra casa española, porque llevar más de 30 años viviendo de esto, ilusionados y seguir haciendo espectáculos y cosas nuevas todos los días es difícil. Es muy difícil mantener una banda en el candelero, de hecho, en el candelero no estamos, estamos en las velitas esas de un euro, pero siempre la luz sigue encendida, y eso es importante.

–¿Y cuál es el secreto para seguir el uno con el otro después de tantos años?

–P: Pelearse todos los días para acostarse luego, en el escenario, juntos. Porque siempre que nos peleamos es para que todo siempre salga mejor; no es pelearse, es el artista que se enfrenta a su otro medio arte para lograr que todo avance. Hay mañanas que éste me mira y piensa, “míralo, ya está aquí éste con el café otra vez”.

–Curro: Lo más importante es que, ante todo, somos colegas. La amistad y el cariño pueden con toda la relación profesional que tengamos. Aunque yo haga mis cosas por mi cuenta, y él las suyas, siempre tenemos esa unión de amistad y de respeto. Del respeto parte todo.

–¿En qué momento dirían que se encuentra Navajita Plateá?

–C: Pues en el de hacer lo que realmente nos gusta y de disfrutar. Siempre ha sido así pero la edad y los años te dan otro tipo de asentamiento. De jóvenes éramos más inquietos, otra forma de vivir y de ver las cosas, porque uno tiene otra energía. Y ahora tenemos la energía que nos ha dado el tiempo.

–P: Tenemos la sensación de que está todo por hacer todavía. Si en la música no tienes ese sentimiento, mejor cállate. Ha habido temporada de nosotros que hemos estado callados y ni siquiera hemos tocado juntos, hemos estado en proyectos individuales metidos. Pero cuando tienes cosas qué decir, y tantas canciones nuevas que contarle y cantarle a la gente, pues hay que seguir. Ya es que hacemos espectáculos a la carta, para que el público disfrute y nosotros con ellos.

–Porque disco, el último de temas inéditos fue en 2016 y luego llegó el recopilatorio aniversario del 2017, ¿no?

–C: Ahora es que nos hemos adaptado a lo que hay, consumismo de música al dedo, rápida… Es lo que hay. Así que nosotros lo que hacemos es hacer canciones, cuando las tenemos las grabamos pero en directo, porque es lo que nos apetece y porque creemos que la música está falta de bandas tocando, y nosotros siempre hemos sido un grupo de gente tocando.

–P: Es más difícil entrar en los nuevos tiempos como banda con solera que empezar de nuevo. Está todo muy clasificado y a nosotros nos pasa que entramos en la música en un mundo de festivales, con el Espárrago Rock y ese tipo de festivales de los 90, pero luego pasas a ser mainstream, que no es otra cosa que llegar desde el niño hasta el mayor, y ahora a ese tipo de festivales les cuesta visualizarte en ellos porque el público de esos sitios no quiere ver lo que vio su padre. ¿Y qué nos queda a nosotros en este mundo de las discográficas donde todo se reduce a una pantallita? Pues nos queda nuestro directo, que es donde ponemos en práctica todas esas canciones nuevas. Es algo diferente al proceso de grabar un disco en un estudio pero la satisfacción es muy grande. Nos gusta reivindicar lo efímero del arte. La sensación del directo..

–Bueno, eso de efímero... Tienen ustedes himnos intergeneracionales

–P: Pero el arte es lo único que nos queda. Lo demás, no nos pertenece a nosotros. Que un tema sea un éxito, o no, no depende de ti. Nosotros tenemos que cuidar nuestro arte, que es lo que depende de nosotros. El éxito no es pegar con una canción sino levantarte todos los días, mirar a tu compadre a la cara y hacer lo que te gusta todos los días.

–¿Qué tiene ese barrio de Santiago al que nombró no hace mucho como escuela-taller de artistas?

–P: Lo dije en un concierto, no? (ríe) Me refería a aquel primer cuarto de ensayo que tuvimos en el barrio. La mitad de la gente que viene con nosotros eran niños que se ponían en los años 90 en la puerta del cuarto de ensayo a escucharnos. Cuando parábamos para descansar o para fumarnos un cigarrito, todos los niños se metían para dentro a tocar los tiestos. Y eso ha tenido su respuesta hoy en día. La fila de atrás que llevamos de gente , desde la percusión hasta las palmas, son esos niños. A ver, niños de familias cantaoras, claro, y de tradición.

–C: El barrio de Santiago en sí es una escuela-taller, cualquier rincón del barrio, cualquier niño en la puerta de una casa, está aprendiendo una forma de vivir que se va heredando mediante familias, vecinos y amigos.

P: Y es que eso es lo importante, siempre mirar al que viene, a las nuevas generaciones. Tú sabes lo que tú sabes, pero te queda por aprender lo que saben ellos. Ellos vienen ya con lo que nosotros sabemos, se han criado con nuestra música y con la de otros, inconscientemente, pero ahora a nosotros nos queda aprender de ellos. Y ahí está el equilibrio de lo que hacemos. Nosotros dejamos aportar a los nuevos lo que ellos traen. Por eso seguimos.

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