Cristina Lasvignes: "En la radio aprendí a escuchar y callar"
Presentadora y empresaria
La periodista, con una amplia trayectoria en TV y radio, se ha convertido en un rostro de Telecinco tras relevar a Jorge Javier Vázquez en este verano
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Cristina Lasvignes (Madrid, 1978), periodista, presentadora y empresaria, fue la voz noctívaga de la SER con el intimista espacio de madrugada Hablar por hablar coincidiendo con las tardes de Antena 3. Estuvo en Las Mañanas de Kiss FM y en TVE antes de recalar, al cabo de los años, de nuevo en la televisión e incorporarse a El diario de Verano en Telecinco. Actualmente presenta en las sobremesas de los fines de semana Vaya fama, junto a Fran Ramírez. Con su marido José Manuel García, padres de dos hijos, creó Azotea Grupo y llevan distintos proyectos de restauración en lugares emblemáticos como Cornamusa (en el Palacio de Cibeles de Madrid), o El cuartel del Mar en Chiclana, además de hacerse cargo de El Campero de Barbate. Toda esa aventura comenzó con la azotea del histórico Círculo de Bellas Artes madrileño, a la sombra de la Atenea del gaditano Juan Luis Vasallo.
-Usted ha reaparecido en la televisión y los espectadores no la habían olvidado.
-Yo he seguido en la Comunicación, que es lo que me gusta, en proyectos como la Fundación Cris contra el Cáncer. La TV parecía parte de mi pasado. Si no apareces en la televisión cuando has estado haciendo programas parece que no estás haciendo nada, pero no he parado. Me alegro de haber vuelto, porque además fue una sorpresa inesperada, y sí, me alegro que hubiera espectadores que me recordaran y otros que me han descubierto ahora.
-¿Llevar negocios de hostelería tiene que ser algo así como una cadena con bola en el pie?
-Son una vocación como la del periodismo. Si no añades tu interés y tu curiosidad al trabajo te pierdes muchas cosas. Cuando en julio Telecinco me propuso sustituir a Jorge Javier Vázquez sentí una mezcla de nervios y emoción. Era un “¿por qué no?” que es lo que nos hace a todos salir adelante en nuestras vidas. La experiencia fue positiva y el apoyo de la cadena ha sido tan sincero que me he animado a seguir con ¡Vaya Fama!, que me permite ser yo misma, con un tono más gamberro y divertido.
-Su voz está unida también a las confidencias de Hablar por hablar. El espíritu de aquel programa también se hallaba en El Diario.
-La radio de madrugada fue una escuela increíble. En Hablar por hablar cada noche de 22 a 24 personas compartían sus vidas, sin filtros. Aprendías a escuchar, a callar y a dejar que las historias fluyeran. No era consciente de cuánto estaba aprendiendo en ese momento, pero con los años lo valoré muchísimo. Esa capacidad de escuchar y empatizar fue clave en mi actividad profesional y cuando me he puesto ante las cámaras. Conocer a los invitados directamente en el plató, sin charlas previas, me obligaba a improvisar desde la autenticidad. Eso me permitió conectar con historias durísimas de gente joven, pero también con momentos emocionantes, como los homenajes de los nietos a sus abuelas, mujeres mayores que han luchado sin querer ahora hacer dramas de todo lo sufrido.
-¿Se lleva a casa los malos ratos?
-Programas así te enseñan a escuchar de verdad. La única manera de conectar con invitados que quieren contar sus historias es dejar que hablen. Es algo que no es tan fácil como parece. En el plató, sin conversaciones previas, todo fluía y eso es lo mejor para un formato así. Me sorprendieron las vidas de la gente: tanto dolor, pero también risas y resiliencia. En ¡Vaya Fama! intentño trasladar mi naturalidad ante las cámaras pero con un tono más distendido. Quiero ser yo misma, sin tomarnos tan en serio
-¿Cómo define el espíritu del programa y qué aporta su compañero, Fran Ramírez?
-Queremos mostrar la otra cara de la fama, llevar a los famosos, a través de sus réplicas en miniatura, al lugar que se merecen según actúen. Fran es un compañero ideal, su experiencia como reportero en Aragón se nota. Y tenemos una tertulia de compañeros muy divertida. No somos un programa de humor pero sí un lugar para relajarnos y recordar que todo esto de la fama no es para tomárselo a pecho.
-¿Qué es lo que le llama la atención de los famosos, usted que también está ahí expuesta?
-Me gusta el 'making of', cómo se gesta lo que ocurre. Veía el documental de Las Berrocal y me fascinaba cómo se preparaban para ir a un evento. Es el lado realmente humano de quienes están ante los focos.
-¿Cómo surgió esa idea inicial de explotar la terraza del Círculo de Bellas Artes?
-Empezamos en 2008, en plena crisis, sin experiencia en el sector. Era la idea de tomar algo en un lugar especial, con vistas. Ahora que hay tanto sitios parece razonable pero cuando mi marido y yo nos embarcamos en ese primer proyecto las opiniones del entorno estaban en contra.
-¿Y El Cuartel del Mar de Chiclana, cómo se les ocurre rescatar un cuartel que estaba olvidado, a punto de ser derruido?
-Ahí lo tuvimos claro. Lo conocíamos después de tantas vacaciones en Cádiz. Hablamos con Joaquín, un guardia civil que estuvo allí ocho años. Me lo llevé a grabarle un vídeo para que nos contara cómo era la vida allí. Tenían un horno de piedra. Gracias a nuestro amigo Yeray Martínez, técnico de sonido, nos animamos y logramos la concesión por el concurso. Qué bonito tener el respaldo de un historia como Jesús Nuñez y la emoción de los guardias jubilados al contemplar que habíamos conservado los rótulos de azulejos. El lema de ahora, "Todo por la playa", con gastronomía gaditana y unas vistas inmensas. Mis proyectos de hostelería son una pasión compartida con mi marido.
-Ahora todo es pantalla en esta vida
-Es el reto de los que hacemos televisión. Antes la audiencia se repartía entre unos pocos canales y ahora, los jóvenes no distinguen entre la tele tradicional y YouTube. Interesar a todas las generaciones es el reto de los programas.
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