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Manuel Rico | Periodista

"No nos hemos fijado en las residencias hasta que se llenaron de muertos"

El periodista Manuel Rico.

El periodista Manuel Rico. / Piedad Sancristóval

El periodista Manuel Rico (El Bierzo, 1967) es actualmente director de investigación del diario digital Infolibre. En su ya extensa carrera, destaca su paso por El Correo Gallego, Interviú, Tiempo y Público. Estos días presenta Vergüenza. El escándalo de las residencias (Planeta), una investigación de más de 400 páginas sobre qué ocurrió en las residencias de mayores en los primeros meses de la pandemia del Covid. "Ni algunos políticos ni algunos médicos y geriatras sabían cómo funcionaban las residencias o les importaba mínimamente", denuncia.

–30.000 muertos en residencias desde el comienzo de la pandemia. Sólo la cifra pone los pelos de punta.

–Absolutamente. Y creo que la cifra real es mayor, porque en la primera ola no se contaron bien todos los fallecidos. Pone los pelos de punta y es una de las mayores violaciones de derechos de las personas que se han producido en España, por cómo fallecieron en determinadas residencias.

–¿Hay algo peor que morir en soledad?

–Fue morir en soledad, en muchos casos desnutridos, llagados y ahogados en su propia tos, porque en centros, sobre todo, de Madrid y Cataluña no los trasladaron a los hospitales. Seguro que siempre hay algo peor, pero me resulta muy difícil imaginarlo.

–¿Hubo instrucciones de no ingresar a los mayores de 80 años en los hospitales?

–En Madrid y Cataluña hubo dos protocolos que fueron una discriminación y violación los derechos de los mayores.

–¿Es la sociedad española hipócrita? Las residencias no tenían buena fama.

–La cuestión no es tanto si es hipócrita o no como otros dos temas: hemos descubierto que hay un componente de edadismo, como los mayores van a morir, pues bueno... Dejo ahí los puntos suspensivos. Y segundo, la sociedad ha vivido de espaldas a las residencias. No nos hemos fijado en las residencias hasta que se llenaron de muertos.

–¡Qué tragedia!

–Por tanto, sólo los que tienen que vivir una experiencia directa conocían cómo funcionaban las residencias. Incluso, muchos políticos que han tomado decisiones no han pisado una residencia en su vida.

–¿Se ha dejado morir a ancianos?

–En algunos casos, sin duda. En la primera ola, que es la que analizo, Andalucía ha sido de las menos afectadas. Pero sí, se dejó morir a gente. Es así de brutal.

–Los políticos han pasado muy de soslayo de este asunto. ¿Todos tienen de qué avergonzarse?

–Creo que todos tienen que avergonzarse y luego hay algunos que tienen mucho de lo que avergonzarse.

–Las competencias están transferidas a las comunidades, pero ¿qué ha hecho Pablo Iglesias, vicepresidente de Asuntos Sociales?

–Hay quienes son responsables por acción y otros lo son por omisión. Responsables por acción son las comunidades, que jamás perdieron las competencias por mucho que se diga lo contrario. Responsable por omisión es el Gobierno central. Tenía que haber hecho más cosas. El ejemplo más evidente es no dar la misma relevancia de prioridad a las residencias que a los hospitales. Y esto no se hizo.

–¿Las residencias son un negocio?

–Sin duda. El 90% de las residencias que hay en España cuentan con gestión privada. Pero el problema no es que sean un negocio, sino que algunos fondos y algunas empresas anteponen el negocio a cualquier otra consideración, a la personas. Hay miles de residencias que funcionan bien y que seguro que tratan a los mayores de maravilla, el problema son las que no lo hacen.

"La actitud de la Fiscalía en lugares donde hay más pruebas de que se han cometido delitos es lamentable"

–¿La Iglesia también antepone el negocio a la persona?

–No. El problema con las residencias de la Iglesia es, sobre todo, en el caso de las que funcionan con la idea de caridad y beneficencia, que son básicamente las que gestionan congregaciones de monjas. Pero el problema no viene por ellas ni por la Iglesia. Pongo el foco en la administración.

–¿Por qué?

–Por ejemplo, durante la pandemia, las residencias de las Hermanitas de los Pobres de Jaén o de Ronda lanzaron llamadas de auxilio público porque no tenían dinero. Su forma de funcionar es la caridad y las monjas no podían salir a pedir.

–¿El confinamiento colapsó su modo de vida?

–Sí. Y eso no puede ser. Un Estado del Bienestar no puede lavarse las manos y decir que como hay unas congregaciones de monjas que llevan esas residencias, las tengo cubiertas y no tengo que dedicarles dinero a esa red. Todos los mayores tienen derecho al mismo trato digno.

–Está claro.

–Un Estado del Bienestar del siglo XXI no puede funcionar con el concepto de la beneficencia y de los asilos del siglo XIX. ¿Eso es culpa de las monjas? No, es culpa de la Administración que lo permite.

–¿El Estado ha huido de las residencias?

–Totalmente. Esto no le da para una contra, sino para 23. Ha huido porque ha dejado de construir residencias de gestión pública, las que se construyen hoy se privatizan. Porque el modelo de inspección en España es absolutamente defectuoso. Porque el régimen sancionador es disparatado. En toda España en los seis años que analizo se han impuesto 10 multas que superan los 100.000 euros con faltas muy graves. Esto para un gran grupo es una broma. Y encima, ninguna de estas multas fue para grandes grupos ni para la Iglesia. Es sorprendente.

–¿Se hará justicia?

–No me gusta hacer pronósticos porque me confundo en la mitad. En España hay muchos procesos judiciales en marcha y estoy seguro de que en muchos se hace justicia. Pero creo que desde ya se puede denunciar que la actitud de la Fiscalía en aquellos lugares donde más pruebas tienen de que haya podido haber posibles delitos está siendo lamentable.

–En el mejor de los casos todos tenemos que llegar a mayores...

–Aunque sólo sea por egoísmo, debemos mejorar las residencias. Cuando tienes 20 años lo ves lejos, pero como sociedad nos lo debemos tomar en serio.

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