"La gente confunde una cara seria con la agresividad"

Nach Rapero

Nach
Nach / Juan Carlos Vázquez
Francisco Camero

20 de marzo 2018 - 08:44

-¿Qué esperaba de su debut como poeta, cómo se ha visto en el papel?

-Tenía la necesidad de ver qué pasaba si me ponía a plasmar historias y sensaciones sobre el papel, algo que llevo haciendo toda la vida, pero esta vez sin estar enjaulado en un patrón, en un compás, con mayor libertad. Estaba en uno de esos momentos vitales, necesitaba un cambio, decirme a mí mismo muchas cosas.

-Por ejemplo...

-Vivimos los afectos de manera muy caótica, o de manera muy egoísta y caprichosa, por no hablar de esas situaciones que directamente nos empeñamos en negar. Siempre he sido muy intenso, por eso necesitaba ordenar mi cabeza. Más ahora, que estoy en la mitad del tablero. Supongo que éste es también mi libro de la crisis de los 40.

-¿Y cómo va esa crisis?

-Empecé a tener ansiedad, pensamientos existencialistas muy duros, me castigaba por determinadas cosas que antes ni me planteaba. Me choqué de verdad con la certeza de que el tiempo pasa rápido y la vida se acaba. Me dolía de un modo difícil de explicar, sentía ganas de estallar por dentro, pero ya salí de todo eso, fue lento, pero pasó.

-Sus canciones siempre han sido introspectivas, de rumiarse mucho a sí mismo. Me parece que ésta no ha sido la primera crisis de este tipo que ha vivido...

-Siempre he sido así, sí. Pero ya estoy a gusto en mi pellejo, aprendí que la forma en que algunas cosas me provocan sufrimiento también me hace ser la persona que soy. Uno no puede estar escarbando siempre, porque llegas a puertas que al abrirlas no muestran nada brillante. Aunque así es también como se crece.

-Así que desde niño sabía que quería ser poeta. Explíqueme por qué decir esto no es un tópico rutinario...

-Porque es verdad. Mi madre trabajaba en el bar de un teatro y se sabía un montón de escenas de memoria, leía mucha poesía, y en casa me estaba recitando cosas todo el rato. Lo absorbí sin darme cuenta, porque en mi adolescencia pasaba totalmente de la poesía, me parecía una cosa... no sé, yo estaba en otro rollo, me gustaba el rap, esa cosa urbana... Pero a los veintipico me dio por meterle mano en serio a la poesía, no tengo ningún autor fetiche pero me gustan mucho Cavafis, Ginsberg y los beats en general, Pizarnik, Gil de Biedma, la Generación del 27, Cernuda especialmente...

-A ver si va a ser que los raperos no son siempre los más malotes del barrio...

-Desde luego no más que en cualquier otro ámbito. Lo que pasa es que la gente confunde una cara seria en una portada con agresividad.

-¿Por qué está el rap tan obsesionado con expedir constantemente certificados de autenticidad?

-Empezó y creció con gente que necesitaba decir que era alguien y después, cuando explotó, muchos se dejaron llevar por el dinero fácil. Vivimos en los tiempos del artificio, pero en el rap sigue importando que si dices una cosa no deberías hacer la contraria. Muchos nos agarramos a esto en los primeros tiempos porque era importante, nos ayudaba no en abstracto sino en el día a día, y por tanto tenía que ser verdad. Se trataba de ser nosotros mismos pese a tanta confusión alrededor. ¿Hay quien confunde respeto con agresividad, todo ese rollo de "eh, que yo vengo de la calle"? Sí. Pero no va de eso, sino de ser tú mismo, punto. Además, todo cambia. Es la vida. Y los puristas acaban perdidos en el sinsentido de su propia cárcel mental.

-Más allá de una forma de vida, ¿qué es lo mejor que le ha dado el rap?

-Sobre todo, viajar. Conocer lugares a los que dudo mucho que hubiera podido ir si no me hubiera dedicado a esto. Una motivación para mi vida, también. Y una fórmula que sé perfectamente que no está al alcance de todo el mundo, que es tener tiempo y dinero a la vez. A veces voy de acá para allá sin parar, pero también hay momentos en los que llego a casa y sé que tengo un mes libre, sólo para mí, y dinero en el banco. "Ah, ¿que sí? Pues me voy a Japón".

-¿Qué es la fama?

-Que te conozca mucha más gente de la que a ti te hubiera apetecido. Yo es que soy una persona solitaria... Pero lo llevo bien, eh. Se me acerca mucha gente en la calle con verdadero amor, y eso, si lo sabes valorar, y yo lo hago, es increíble.

-Es licenciado en Sociología. Ahora no falta precisamente tela que cortar...

-Sí, pero cuándo no la ha habido. No soy economista, pero todo lo que tiene que ver con cómo se manejan los mercados y cómo los políticos nos mienten en la cara, buf... Te paras sólo un poco a pensarlo y da un miedo terrible. En muchos aspectos sí vamos avanzando, eso creo que no se puede negar, pero socialmente vivimos una situación de equilibrio fragilísimo. ¿Y si la casa se cae del todo? Pero nos han educado en el individualismo, y se nota. Ahora la gente está a saco con las redes sociales, pero un meme qué va a cambiar: absolutamente nada. De modo que pasa lo que pasa: que cada uno, con llegar a fin de mes, tiene ya bastante.

Rimando sin cesar la intimidad con la épica

Ignacio Fornés Olmo (Albacete, 1974), Nach, es uno de los raperos más populares de España y también en los países de habla hispana al otro lado del Atlántico. Para su numerosísimo público, que le ha dado ya dos Discos de Oro, es el poeta por excelencia del hip hop nacional, el tipo que rima sin parar sobre vértigos, heridas y aprendizajes, haciendo de la intimidad un viaje épico a través de sí mismo.

Ahora acaba de publicar Hambriento (Planeta), un libro de poemas escritos en los últimos cuatro años. Una etapa dura, reconoce, marcada por la certeza de que la juventud quedó atrás para siempre.

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