"He operado cataratas en Costa de Marfil sentada en un sillón de bicicleta adaptado"

Margarita Cabanás. Oftalmóloga y primera española en ganar los Premio Gusi de la Paz

Margarita Cabanás
Margarita Cabanás / M. G.

La oftalmóloga sevillana Margarita Cabanás se inició en la cooperación hace casi 30 años. Hoy, la vida le ha devuelto esa dedicación altruista en forma de reconocimiento internacional siendo la primera española en recibir el prestigioso Premio Gusi Peace Prize 2024, que recoge hoy en Manila por su labor humanitaria contra la ceguera, así como por su defensa de la visibilidad y del poder de las mujeres en todos sus ámbitos y lugares.

Miembro de distintas sociedades científicas oftalmológicas, Cabanás es jefa de servicio de la Unidad de Oftalmología en el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla, donde fundó la unidad de Queratocono hace 16 años, labor que compagina con la de oftalmóloga en la Clínica Baviera. Es profesora en la Facultad de Medicina de Sevilla y también colabora en la Universidad Loyola. 

Pregunta.Acaba de alcanzar dos hitos, ser la primera mujer española que gana el prestigioso Premio Internacional Gusi de la Paz, y ser la primera oftalmóloga que lo logra. ¿Qué sensaciones le deja? ¿Se esperaba ganar un premio de este nivel mundial?

Respuesta.Yo no esperaba ganar ningún premio. Nunca ha sido mi objetivo, pero ahora me siento más afortunada aún y muy agradecida. Me invaden diferentes sensaciones en estos momentos: emoción, alegría, nervios… Muchos nervios. Precisamente por ser consciente de la enorme responsabilidad que para mí supone recibirlo, porque siento que represento a todo mi entorno y a todas las mujeres que se puedan ver reflejadas en estos momentos de alguna manera en mí, sin querer ser presuntuosa. Porque la vida va pasando y la vamos llenando de multitud de actividades, de las cuales unas te enganchan más y otras menos, hasta que, partiendo de una fuerte motivación interior puedes lograr tu sueño de cooperar en países en vías de desarrollo, y entonces te das cuenta de lo gran afortunada que eres de poder ayudar de esta manera, y, no sólo eso, además sientes que debes hacerlo, porque como dice mi pareja, Fernando, de repente eres consciente de que tus manos tienen un don y cambian la vida de muchas personas. ¿Se puede tener más suerte en la vida que desarrollarte en una profesión que amas y poder disfrutarla de esta bonita manera? Las sensaciones en las campañas son indescriptibles. Hay que vivirlas. No puedo negar que suponen un gran esfuerzo a muchos niveles, pero también decir que solo el bienestar emocional que te genera hace que compense todo lo demás.  

P.¿Conocía estos premios?

R.Había oído hablar de ellos, pero no tenía muy claro de que se trataban.

P.Se le ha reconocido por su labor humanitaria contra la ceguera. ¿Cuáles diría que han sido sus contribuciones en esta materia a nivel mundial?

R.Creo que todas las campañas de cooperación impactan en el mundo de una u otra manera, de hecho ese es el objetivo. Concretamente, el nuestro es luchar contra la ceguera reversible que provocan las cataratas en muchos países del mundo en los que, por desgracia, carecen de una atención médica adecuada y de recursos para poder tener accesibilidad a ella. Mi contribución ha sido operar en diferentes países de África a lo largo de los últimos 16 años, en cada ocasión que he podido, compatibilizándolo con mi vida profesional y familiar, lo cual no siempre ha sido fácil. 

P.¿Qué implica este galardón internacional a su carrera profesional?

R.Este galardón, que me reitero, para mí es de todas las personas a las que siento que represento, se convierte en una inyección de motivación y de energía que me hará sentirme aún más comprometida y responsable de participar activamente en nuevos proyectos de cooperación y de apoyar y dar visibilidad a la vida de tantas mujeres que por diferentes motivos se convierten en referentes y apoyar a las que tengan dificultades para serlo. 

P.¿Cuándo se inició en la cooperación y qué le llevó a ello?

R.La motivación va de la mano de la vocación por ser médico. Es algo que se siente, se quiere de toda la vida, no sé por qué. Mi primer proyecto fue en Brasil en el año 1996, en cuarto de Medicina. Junto a dos amigas, trabajamos un mes en sectores desfavorecidos dando información sanitaria. Recuerdo oír tiros en la calle durante las noches, pero lejos de sentir miedo la experiencia me cautivó y tenía claro que cuando terminara la carrera volvería a cooperar. Posteriormente, ya siendo oftalmóloga fui a Costa de Marfil, donde vacuné niños con la ONG África Arco Iris y un año después regresé para operar cataratas. Esa vez la campaña fue bastante dura, ya que era la única oftalmóloga y no tenía tanta experiencia como ahora y me pasaba las horas sentada en un sillón de bicicleta adaptado operando casos que en ese momento eran supercomplejos para mí. Reconozco que, junto a amigos de la ONG, sufrí bastante esos días. Pero luego ese sufrimiento se transforma en bienestar y compensa todo. 

P.¿Cuántas misiones desde entonces?

R.Todas las que he podido. Durante unos años no pude ir con rutina porque mi hijo y mis circunstancias personales no me lo permitieron, pero en cuanto pude lo retomé y estuve operando en Burkina Faso, en Kenia, en Senegal y la última vez en Sierra Leona. Si todo sale como esperamos el próximo año comenzaremos un nuevo proyecto en Uganda. 

P.¿Hay alguna que le haya tocado más personalmente?

R.En cada una de las campañas vives momentos muy emocionantes y únicos. Cooperar te hace crecer en muchos aspectos, te hace enfrentarte a miedos, a buscar soluciones a los múltiples problemas que surgen a diario, a comunicarte y empatizar con personas que no te conocen de nada y que se tumban en silencio y ponen sus ojos en tus manos, literalmente (eso siempre me da mucho respeto y lo admiro), a convivir con tus compañeros, a desprenderte de todo porque allí no necesitas nada… Es agotador físicamente y cuando llevas dos o tres días te duele el cuerpo entero, se hinchan las piernas y ya ves hasta doble en el microscopio, pero la motivación y una enorme fuerza interior aflora y no te deja parar en todo el día más que para alimentarte y poco más. Es muy bonito compartir la sala quirúrgica con los compañeros y sentir el apoyo y el ánimo cuando las pilas se van descargando o al revés, ser tú quien lo proporcione. Y las caras de los pacientes al día siguiente cuando destapamos los ojos, los abrazos que te dan, proporcionan una sensación indescriptible.

P.¿Cree que se le da realmente el valor que tiene a la cooperación sanitaria?

R.Creo que se debería dar más valor y además facilitarse y agilizarse todo lo que conlleva además de destinar más ayudas para ello. 

P.¿Recibe el médico cooperante los apoyos institucionales necesarios?

R.Todas las ayudas posibles son bienvenidas. Nosotros nos autofinanciamos la mayoría de los gastos de las campañas y un mayor apoyo institucional nos ayudaría a llegar a más personas.

P.¿Cuál es el desafío de hoy como oftalmóloga inmersa en labores humanitarias?

R.El principal desafío es acabar con la ceguera reversible en todo el mundo producida por las cataratas. En nuestro entorno operamos miles en una cirugía ambulatoria y con pocas molestias para los pacientes y, sin embargo, en países no muy lejanos al nuestro, hay mucha gente de diferentes edades que no ven nada por este motivo, lo cual, además, agravado en su entorno por falta de adaptación y de medios, es una catástrofe vital, sin posibilidad de desarrollo alguno, ni de crear o mantener a una familia ni de hacer nada en la vida. Es completamente incomprensible pensar que esto ocurra en el mundo de hoy. Si además consiguiésemos que hubiera una atención oftalmológica mínima aceptable en todos los países del mundo fomentando la formación y el desarrollo de médicos locales, sería un sueño. 

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