Isaac Rosa: "Dormir puede ser más íntimo que el sexo"
Escritor
NOVELISTA 'FELLINIANO'. Superados los 50 palos, Isaac Rosa (Sevilla, 1974) sigue en sus trece de disfrutar y vivir de la literatura, a pesar de las penurias del oficio. Ha escrito nueve novelas, pero afirma de broma, "y con un poco de coquetería pedante", que lleva 8 y media, como la película de Fellini. 'Las buenas noches' (Seix Barral) es su último libro, donde bucea en los mundos de dos insomnes unidos por la falta y el deseo del sueño.
Pregunta.–¿De dónde surge la idea de escribir 'Las buenas noches'?
Respuesta.–Tuve una temporada en la que dormía mal y te das cuenta de que a tu alrededor hay muchos igual.
P.–Aclare que es una novela y no un manual de autoayuda.
R.–Alguno se ha dormido leyendo el libro, una cosa casi de justicia poética. Tiene algo de autoayuda colectiva para que los que dormimos mal nos sintiéramos menos solos.
P.–¿Qué le quita el sueño?
R.–Soy divorciado, autónomo y de la cultura; no más preguntas, señoría. Me lo quita el dinero, el trabajo, las preocupaciones personales, nuestro modo de vida, incompatible con el descanso... Esta vida loca en la que acabas el día agotado pero no duermes. “No puedo apagar la cabeza”, me dicen amigos.
P.–Contradice a Calderón de la Barca. ¿La vida es insomnio?
R.–Esta vida en buena parte sí, cómo estamos organizados como sociedad y cómo hemos interiorizado ese modo de vida va contra el sueño. Dormir está mal visto.
P.–Hay gente a las seis de la mañana que sale de las discotecas y otros yendo al gimnasio.
R.–Ves a gente a las cinco de la mañana y no sabes si van o vienen. Me encanta una canción de Charlotte Gainsbourg que se llama '5:55'. Tenemos pequeños despertares en la noche y a menudo miras el reloj. A mí me pasaba a las 5:55 y me topé con esa canción sobre esa hora que es demasiado pronto para levantarse y demasiado tarde para dormirse.
P.–Muchas parejas duermen separados para descansar. Sus protagonistas les llevan la contraria.
R.–Ahora hablan del 'sleep divorce'', el divorcio del sueño, parejas que se quieren mucho pero duermen separados y lo venden con esta prosa de suplemento dominical de que favorece el deseo. En mi novela duermen unidos y compenetrados. Mis mejores noches han sido durmiendo juntos: cercanía, calor, seguridad, intimidad...
P.–¿Es peor, más pecaminoso, ser amantes durmientes que sexuales?
R.–A una lectora le parecía muy erótico cómo duermen los protagonistas, no quería sexo. Parece un baile nocturno, una conexión que en muchos momentos pueden ser más íntimo que el sexo. De hecho, la gente con relaciones ocasionales lo normal es que tenga sexo y no se quede a dormir.
P.–"Para el buen sueño no hay mala cama". ¿Dónde ha llegado a quedarse dormido?
R.–Me crié en Badajoz y en el Carnaval salgo en una foto del periódico vestido de princesa tumbado en un acera dormido.
P.–Yolanda Díaz quiere que curremos menos pero no que durmamos más.
R.–Me dio coraje que dijera que en campaña electoral le vale con dos horas de sueño. Preferiría este mensaje de los políticos: “Yo sin mis ocho horas no soy persona”. Aunque les reprochen que son vagos.
P.–Viendo su cara, ¿cuánto cree que duerme Pedro Sánchez?
R.–La política a ese nivel supone un desgaste físico, mental, emocional, un machaque. Estos años ha habido un debate sobre la salud mental de adolescentes, de deportistas de éxito, de famosos, pero de nuestros dirigentes no nos preocupamos y seguramente estará muy dañada.
P.–¿Lo desvela a usted ser portador de un nombre hebreo?
R.–No tengo familia judía, mi hermana se llama Sara y Rosa es de origen sefardita. Yo tengo problemas con el Estado de Israel y con Netanyahu, pero nunca con la cultura ni con el pueblo judíos.
P.–Me apellido es De la Huerga y me encanta salir; a usted, dada su ideología, ¿no le sentaría mejor Morado?
R.–¿Isaac Rojo? No, no.
P.–¿Por qué los chavales votan a Vox?
R.–Esto es sociología de mesa de bar, pero hay muchos problemas por la falta de futuro, los chavales sienten que sus padres y sus abuelos vivían mejor. Y un elemento de rebeldía, ser punki hoy es hacerse de ultraderecha; es algo más de chicos que de chicas, los chavales se han vuelto antifeministas, antiizquierdas... No deja de ser parte de un cierto despiste de época. Estamos todos un poco perdidos.
P.–Usted es noticia en sí mismo. ¡Un escritor que vive de la literatura!
R.–Sí, llevo algo más de 20 años viviendo de escribir. Hace años que perdí la vergüenza de ponerlo como profesión, aunque hasta hace poco no teníamos epígrafe en Hacienda, estábamos en el 861 con ceramistas, imagineros, artesanos falleros, pintores... Hacienda no creía que se pudiera vivir de la literatura.
P.–Con 30 años figuraba en el palmarés del Rómulo Gallegos junto a Vargas Llosa, García Márquez, Javier Marías, Bolaño… ¿Algún consejo para Lamine Yamal?
R.–No, la juventud de futbolistas y de escritores es muy diferente y, sobre todo, la esperanza de vida laboral: a él le durará 20 años y nosotros morimos con las botas puestas. Una cosa que ha cambiado para alivio de los escritores fue poder jubilarte y seguir cobrando derechos de autor.
P.–¿Qué tienen en común Leonardo DiCaprio, Mónica Naranjo, Jesulín de Ubrique, Kate Moss, Luis Alfonso de Borbón, Susana Díaz e Isaac Rosa?
R.–¿Hay algo en común? ¿Nacimos el mismo mes?
P.–El mismo año: 1974. Una gran añada, da fe el entrevistador.
R.–Haremos una quedada cuando seamos centenarios...
P.–DiCaprio vendrá con alguna chavala.
R.–Más joven todavía.
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