Julián Conejo-Mir: "El chiringuito debería ser Premio Nacional de Salud"
Dermatólogo
ILUSTRE 'PELETERO'. Felicitemos este domingo a Julián Conejo-Mir (Sevilla, 1956) por su cumpleaños y por dejar el pabellón de la Unidad de Dermatología del Hospital Virgen del Rocío en la cresta del ola. Este 'pellejólogo' o 'peletero', catedrático en su materia, remero de joven y veraneante en Sanlúcar de Barrameda, seguirá atendiendo en su clínica privada.
Pregunta.–Se jubila mañana.
Respuesta.–No, pido el cese administrativo. La jubilación es un retiro y yo seguiré con mis actividades.
P.–Lo deja tras cobrar el mes de vacaciones. ¡Para que luego digan que los funcionarios viven mal!
R.–Empecé a trabajar con 22, así que imagine si me merezco un mesecito extra de vacaciones.
P.–¿Cómo ha logrado el Virgen del Rocío ser referente en dermatología?
R.–Buscando siempre a los mejores y cuidándolos. Me hace ilusión formar.
P.–¿El sol es más vida o más muerte?
R.–El yin y el yang. Es vida, estimula la vitamina D, que junto al ácido fólico ha influido en la fertilidad. Pero el hombre vive en un ambiente hostil, recibe del sol una radiación electromagnética idéntica a la nuclear. Cuando éramos negros estábamos adaptados pero nos metimos en las cavernas a oscuras y nos tapamos, la piel se volvió blanca. La única solución será que volvamos todos a ser negros. O la humanidad vuelve a negro o hay un problema con el cáncer de piel de por vida.
P.–No me gusta la playa, pero usted dice que es muy buena para la piel, me deja sin excusas.
R.–No, no, apúntelo claro. La playa es muy buena por los chiringuitos. Deberían ser Premio Nacional de Salud por ser el único sitio donde puedes protegerte del sol y pasarlo bien en la playa.
P.–¿Estamos obsesionados con broncearnos?
R.–Percibo una evolución en 15 años: de la tanorexia, de achicharrarnos, a estar fortachones y tatuados. Ha cambiado la estética y es más saludable.
P.–Alguno dice que ducharse mucho es malo, ¿son unos guarros que buscan aliados?
R.–Es falso que aconsejemos lavarnos poco, sí con un jabón adecuado. Si tu piel es sensible y te lavas con Flota, te achicharras la piel. Hay una manía que es el No poo, ¿lo ha oído?
P.–No, ni idea.
R.–Es no lavarse la cabeza con champú y se le queda el pelo como a Bob Marley, una asquerosidad.
P.–¿Se cae más el pelo o hay más publicidad de clínicas de implantes?
R.–No, antes no sabíamos quitar la hormona que influía para quedarte calvo sin tocar la del cuerpo. Hemos descubierto cómo hacerlo selectivamente y mejorado mucho en los tratamientos.
P.–¿Qué opina de tatuarse? Mi novia tiene siete...
R.–Es una moda, los grafitis de la pared se sustituyen por los de la piel. No estoy en contra pero un tatuaje se quema en la playa, oculta lunares que conviene vigilar, algunos colores (amarillos, verdes y naranjas) dan reacciones alérgicas brutales...
P.–Ojo con los problemas de las niñas que se echan potingues para adultos.
R.–No se hace una idea. Una madre vino con su hija de 8 años y las pinturas para que les contara cómo hacer el skincare. Si aún no has probado un coche, cómo vas a correr con un ferrari. Es peligroso echar más cuenta a la influencer que al dermatólogo. Ciertos gremios sustituyen salud por mercantilismo.
P.–¿Cuál es la patología más común?
R.–Acné y después caída de pelo.
P.–A una amiga le dan cita en la privada en siete meses. Está la cosa cortita de dermatólogos.
R.–Estamos de moda... Desde el Covid ha habido un cambio de mentalidad y la gente se cuida más: comiendo, viajando, yendo al dermatólogo... Y le diré que el bolsillo para la estética está lleno y el de la salud, vacío.
P.–Cada vez nos untamos más cremas y cosméticos. ¿Hay una legislación rigurosa?
R.–A un cosmético sólo le puedes pedir adorno. También están el medicamento y el cosmecéutico, un cosmético con actividad biológica. El dermatólogo usa los dos últimos.
P.–Hay cosméticos tóxicos.
R.–Agresivos. Nos ha dado por el retinol y hay que tener cuidado, irrita mucho.
P.–Visto el retraso en la maduración por las redes sociales, ¿trata acné en pacientes de 40 años?
R.–Tratamos cosas en mayores que se veían en la juventud porque se quieren ver guapos: caída de pelo, lesiones residuales del acné... Hay dos cosas que han cambiado la dermatología: los separados, todos quieren ponerse monos, y los gais, porque se cuidan muchísimo. "El hombre y el oso cuanto más feo más hermoso" hoy es una falacia.
P.–¿No cree que uno de los problemas de esta sociedad es que todos tenemos la piel muy fina?
R.–Sí, y además la piel es el espejo del alma. El estado de crispación se nota en la cara de los políticos.
P.–Que se lo digan a Pedro Sánchez, que se le marcan los pómulos...
R.–No, no. Se ha puesto rellenos y trasplante de pelo. Tiene hilos tensores. Está muy demacrado y le han puesto una ristra de relleno horroroso. Obsérvelo cuando se ríe.
P.–Ha atendido a Felipe González, Alfonso Guerra, María Jesús Montero, Juanma Moreno, Susana Díaz... ¿En qué se parecen las pieles de derecha e izquierda?
R.–Son iguales para el dermatólogo. Pero a algunos se les nota en la piel el estado de crispación.
P.–Me voy a dar un toquecito en la cara pero no quiero acabar como Leticia Sabater. ¿Es posible?
R.–Es nuestro desiderátum. El dermatólogo te deja la cara mejor para que tus amigos digan lo bien que estás y no quién te ha hecho eso. Nos gusta la armonía y es raro que ponga los labios de Carmen de Mairena.
P.–¿Me mira esta manchita en la nariz y ya me voy?
R.–Pida cita...
P.–Entonces no sale gratis.
R.–No es por eso, no existe la consulta ultrarrápida: tenemos unos aparatitos que se llaman dermatoscopios, hay que hacer una historia clínica... La cita de un minuto es mentira.
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