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milagros cabral | empresaria, creadora de mariquita trasquilá

"A los trece años, ya vendía productos de Avon"

Milagros Cabral, alma de Mariquita Trasquilá.

Milagros Cabral, alma de Mariquita Trasquilá. / Miguel Ángel González

BUENOS AUGURIOS. Mariquita Trasquilá era el nombre de la bruja que, le contaban de pequeña, habitaba el pozo de la casa familiar, un truco para evitar que los niños se asomaran mucho. Milagros Cabral (Trebujena, 1973) recuperó ese recuerdo parar dar forma a la firma de ropa que lleva en funcionamiento desde 2013, cuando abrió la primera tienda física en su localidad natal. Hoy día, factura unas 300 prendas al día y cuenta con locales en Sevilla y Sanlúcar, donde inaugura un nuevo espacio este 10 de marzo, en la calle Calzada.

–¿Cuántos pedidos se pueden despachar al mes en Mariquita Trasquilá?

–Pues, en un mes como febrero, más de 25.000 pedidos. La media está en unos 300 pedidos diarios, procedentes de toda España.

–¿Ha pensado en cuál ha sido la clave de este boom?

–No es que lo crea, es que tengo la convicción. El secreto del éxito de Mariquita ha sido el vender prendas fabricadas en Andalucía, con diseños bonitos y exclusivos –no modelos, diseños– y a buen precio. He de decir que ya estamos llegando a líneas juveniles, que puedan favorecer a una talla 50, con cuatro modelos mínimo de amplio tallaje en todas las colecciones.

–Que las prendas vengan de talleres de cercanía es una posibilidad que ya parecía perdida, con todo el tema de la deslocalización.

–A día de hoy, del 80 al 90% de lo que presentamos en las tiendas es de fabricación andaluza, de unos talleres de Sevilla, y así lo ponemos en las etiquetas. El resto, que viene de talleres en Cataluña, ya sí que ponemos ‘Hecho en España’. Pero a mí se me llena la boca de decir que es material hecho aquí.

"El 80-90% de lo que presentamos en las tiendas es de fabricación andaluza"

–¿Qué tenía claro cuando abrió la primera tienda física, la de Trebujena?

–Lo que tenía claro era el peso que iban a tener en el negocio las redes sociales. Ten en cuenta que por entonces, hablamos del año 2013, no había tanta avalancha de páginas como existe hoy en día, pero yo sabía que quería promocionarla en plataformas, así que abrí directamente un sitio fan en Facebook. Yo estaba convencida de que se podía conseguir mucho a través de las redes sociales, les decía: es que estamos muy lejos y a la vez muy cerca. Por eso, para llegar a la gente había que dar un mensaje cercano. En aquel momento, no era lo usual, no era común comprar un traje de fiesta a través de una red social a una tienda que estaba en un pueblo de Cádiz.

–¿Se había dedicado antes a la moda?

–Siempre digo que soy empresaria por vocación, que ya vendía Avon con trece años... Con veinticuatro, puse en marcha un negocio de deporte, que yo creo fue el primer local que hizo rebajas en un pueblo de 7.000 habitantes, en el año 96, con flyers, carteles...

–¿Qué ha ido aprendiendo en estos años?

–De todo. Ha sido como entrar en un pozo de éxito, pero ocurre que lo mismo luego no sabes qué hacer con él. Para alguien que viene de un negocio pequeñito, que está acostumbrado a controlarlo todo y llevarlo todo para adelante, es muy difícil delegar, y se hace necesario tirar de profesionales que te ayuden. Durante años, a mí esto me ha costado muchísimo: me parecía, no sé, que lo mismo no iban a contestar a una consulta de la misma forma en que lo hago yo. Se pasa por muchos campos cuando tu éxito no para y es más grande que tú... Mariquita es una constante adrenalina.

–De lo que es posible una tienda con una buena conexión a Internet.

–Sí, mira, precisamente... Desde hace años, colaboramos con la Asociación contra el Cáncer de Trebujena, pero el año pasado nos comentaron que les hacía falta un máquina para el drenaje linfático de los pacientes... Un tratamiento que, en principio, sólo se realiza en hospitales, y si vives en un pueblo tienes que trasladarte.

–Vaya, una de esas cosas que no se solucionan instalando fibra.

–Exacto, junto con la colaboración para el teatro de Trebujena, este es el proyecto de más peso en el que hemos estado. Nuestro mayor logro ha sido hacer que no se tenga que desplazar por este motivo nadie del pueblo. Sobre todo, comparando con el año 2020, que entonces sí que no pudimos colaborar con nadie.

–¿Qué le sugiere la expresión ‘trapitos’?

–La moda es una manera de vestirte y de estar, y eso no es algo necesariamente frívolo o que marque estatus. Puedes sentirte muy bien porque te has gastado 300 euros en un traje y te da una sensación de exclusividad, pero lo mismo estás pagando por encima. Siempre digo que si un modelo es bonito, no mires el precio, siempre que encuentres que tiene una calidad que te convence. En este sentido, creo que quien lleva algo nuestro es una persona sin clichés ni prejuicios. Creo que el espíritu de las colecciones es también muy ecléctico, que llega a un amplio abanico de público. A mí, desde luego, me encanta ver tanta diversidad de perfiles en las tiendas.

–¿Cómo ve la relación que tenemos con la moda?

–Pues creo que somos grandes consumidores. La moda es una forma de expresarse, y creo que aquí especialmente nos fijamos mucho en cómo vamos... Y también es una manera de sentirte bien. Es el mismo sentido de equilibrio y belleza que podemos sentir en un sitio que nos guste, pero también con el arte, por ejemplo.

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