El comando etarra desarticulado esperaba armas y explosivos

El comando etarra desarticulado el pasado sábado en el País Vasco tenía previsto atentar de forma inminente en territorio español y se encontraba a la espera de la entrega de una furgoneta con material explosivo. Cumplía así con los mandatos de la banda, según se desprende del último comunicado de la organización terrorista del mes de abril, en el que aseguraba que "los responsables políticos" del nuevo Gobierno de Euskadi "serán objetivos prioritarios de ETA". El grupo estaba a la espera de recibir las órdenes de su jefe, Alexander Uriarte, detenido en Francia junto con el jefe militar de la banda, Jurden Martitegi.

El comando Aihur estaba bajo la responsabilidad directa del jefe militar detenido, que iba a proporcionarles en Francia los medios e instrumentos, entre ellos explosivos y armas, "para llevar a cabo una acción criminal prevista en territorio español", según revela la documentación encontrada por las autoridades galas. Los alcaldes de Sant Pere Pescador, L'Escala y Castelló d'Empúries (Gerona), municipios que han aparecido marcados con un círculo en un plano que tenía en su posesión el comando desarticulado el sábado, desvincularon ayer el hallazgo de un posible atentado.

El juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón ordenó en la madrugada del jueves el ingreso en prisión incondicional para cuatro de los seis detenidos, por el delito de integración o colaboración en organización terrorista. A otro de los arrestados, Jonathan Guerra, le prorrogó la situación de detención hasta el viernes y a la sexta persona ya le dejó la Policía en libertad cuando prestó declaración.

Por otra parte, el etarra Gorka Joseba Lupiañez aceptó ayer la pena de once años y once meses de prisión propuesta por el fiscal, reconociéndose culpable de los delitos de pertenencia a banda armada, tenencia de armas y falsificación de documentos.

Lupiáñez había sido absuelto en cuatro ocasiones en juicios por delitos relacionados con la violencia callejera.