Del diálogo incierto a la tentación de otro 1-O: los cinco retos de Aragonès
La crisis catalana
El presidente de la Generalitat trata de imprimir un sello más posibilista que su antecesor
La renuncia a la vía unilateral y la reactivación de la mesa con Moncloa marcan el rumbo
Barcelona/Se cumplen 77 días desde que Pere Aragonès tomó posesión como presidente de la Generalitat, dos meses y medio en los que ha tratado de imprimir un sello más posibilista que su antecesor, Quim Torra, aparcando la vía unilateral y dando fuelle a una mesa de diálogo con el Estado de la que recela JxCat.
La reactivación de la mesa con el Gobierno de Pedro Sánchez, facilitada por los indultos a los nueve presos del 1-O, es uno de los factores que determinará el éxito o el fracaso del mandato de Aragonès, en una legislatura catalana que podría volver a caer en una espiral de tensión si el diálogo no da frutos.
Estos son los cinco retos que marcarán la trayectoria del Govern en los próximos meses:
Atajar al virus
En junio, cuando los indicadores de Covid parecían dar cierta tregua, el Govern levantó algunas restricciones -permitió la apertura de locales de ocio nocturno y autorizó la celebración de festivales de música-, pero dio marcha atrás pocas semanas después, cuando Cataluña ya encabezaba rankings de contagios en Europa.
Con los hospitales tensionados y las UCI de nuevo llenas pese al buen ritmo del proceso de vacunación, el Govern afronta el desafío de reducir los contagios antes del inicio del curso escolar.
Los comunes, mientras tanto, han pedido la comparecencia del vicepresidente del Govern, Jordi Puigneró, por una polémica foto en la que aparecía sin mascarilla junto a una veintena de amigos -entre ellos el ex president Carles Puigdemont- en la "paella de verano" que organiza la periodista Pilar Rahola, celebrada en el sur de Francia, aunque sin atender las restricciones sanitarias de la Generalitat.
Aeropuerto y Presupuestos
Puigneró fue, días después de esa fotografía, protagonista del acuerdo con el Gobierno para la ampliación del Aeropuerto de Barcelona-El Prat, un proyecto controvertido porque puede conllevar alargar 500 metros la tercera pista del aeropuerto, lo que supondría invadir el estanque de La Ricarda, en el Delta del Llobregat, un espacio protegido por la red europea Natura 2000.
Los planes de ampliación generan reticencias en sectores de ERC y JxCat y suscitan el rechazo frontal de la CUP, socio con el que el Govern espera aprobar los presupuestos de 2022 -que debe presentar en otoño-, por lo que Aragonès tendrá que hacer equilibrios para evitar que el aeropuerto le complique la estabilidad parlamentaria.
Traspasos en marcha
Una parte fundamental de la estrategia de Aragonès pasa por rebajar la tensión con el Gobierno central, desmarcarse de la idea de "confrontación" que recetaba Torra y obtener éxitos tangibles en la gestión del día a día de las competencias autonómicas.
En la reunión del 2 de agosto, la Comisión Bilateral Estado-Generalitat acordó crear en octubre un grupo de trabajo para estudiar 56 traspasos reclamados por el ejecutivo catalán.
Para evitar ser acusado desde las filas independentistas de volver a la política pujolista de peix al cove (pájaro en mano), Aragonès ha avisado que los traspasos que se acuerden no pueden ser "moneda de cambio" para rebajar las reivindicaciones nacionales.
Mesa de diálogo
A mediados de septiembre está previsto que se reactive la mesa de diálogo sobre Cataluña, pactada por ERC y el PSOE en 2020 pero que solo llegó a reunirse una vez, justo antes de la pandemia.
ERC quiere forzar a Sánchez a negociar una amnistía y un referéndum de autodeterminación, aunque el Gobierno ha advertido que solo explorará soluciones que respeten el Estatut y la Constitución, una postura que ha llevado a JxCat a redoblar su escepticismo.
JxCat, partidaria de una "confrontación inteligente" con el Estado, no quiere esperar dos años para plantear una alternativa, que podría implicar retomar la vía unilateral, lo que puede generar tensiones con ERC.
División independentista
Desde el agitado otoño de 2017, tras el referéndum unilateral del 1-O, las peleas entre JxCat y ERC han impedido recomponer la unidad estratégica del independentismo, aunque ambos socios se han propuesto trabajar discretamente para pactar una hoja de ruta para continuar el procés si no es posible un referéndum pactado.
Acordaron crear un "espacio de coordinación, consenso y dirección estratégica" integrado por ERC, JxCat, la CUP, la ANC y Òmnium, en el que por primera vez desde 2017, y gracias a los indultos, podrán hablar Carles Puigdemont y Oriol Junqueras si sus partidos así lo estiman oportuno.
Si ERC y JxCat no consiguen reconducir sus divergencias -los Presupuestos Generales del Estado pueden ser otro motivo de choque-, el Govern puede sufrir turbulencias a mitad de legislatura.
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