El golpe del 23-F, según Santiago Carrillo
Suárez, Gutiérrez Mellado y el líder del PCE no se tiraron al suelo cuando lo pidió Tejero · Hoy solamente él puede contarlo
En Anatomía de un instante, de Javier Cercas, quizá el libro sobre la política española que más éxito ha tenido en los últimos años, se recuerda que en el intento de golpe del 23-F de 1981, cuando Tejero y sus guardias civiles entran en el Congreso y obligan a los diputados a tirarse al suelo, sólo tres hombres no obedecen y permanecen sentados en sus asientos: el entonces presidente Adolfo Suárez, el teniente general Gutiérrez Mellado y el líder del PCE, Santiago Carrillo. Curiosamente, representaban los tres pilares contra los que se daba ese golpe: el presidente que había evolucionado desde el franquismo a la democracia con UCD, el general que había intentado democratizar el Ejército y el líder del principal partido de la oposición al franquismo que aceptó la monarquía. Aquel golpe fracasó, pero curiosamente también se cumplió el objetivo de liquidar políticamente a los tres. Gutiérrez Mellado salió del Gobierno, pocos días después, al entrar Leopoldo Calvo Sotelo como presidente. Y las siguientes elecciones, las del 82, convocadas año y medio después, supusieron un rotundo triunfo del PSOE, con Felipe González, que sí se tiró al suelo, y una gran derrota de la UCD de Suárez y el PCE de Carrillo, los dos políticos que permanecieron en sus asientos y nunca se tiraron, en un gesto evidente de dignidad y valentía.
Ha pasado el tiempo. El próximo 23-F de 2011 se cumplirán 30 años de aquel episodio que puso en vilo a la joven democracia española. Gutiérrez Mellado falleció en un accidente de automóvil en 1995. Suárez permanece al margen de todo, víctima de su enfermedad. Sólo Carrillo, a sus 95 años, puede recordar hoy por qué no se tiró al suelo aquel 23-F, cuando Tejero y sus guardias civiles amenazaban a los diputados.
"No me tiré, porque yo no podía tirarme al suelo -afirma Santiago Carrillo-, porque era el secretario general del PCE, un partido que había perdido a miles de personas, que fueron víctimas en la Guerra Civil y en el franquismo. Si me hubiera tirado, hubiera faltado al respeto a lo que significaba mi partido".
Se ha especulado también sobre si fue un gesto de resignación ante lo inevitable. Carrillo confiesa que lo vio todo perdido: "Cuando entró Tejero pensé que me iban a matar, que si triunfaba ese golpe de Estado, se acababa mi historia personal. Cuando entró con la pistola en mano, pensé que había llegado mi hora. Con ese gesto de no tirarme, se trataba de no perder la dignidad. Ese fue mi sentimiento en ese momento, y también después, durante toda la noche del 23-F. Ahora estoy contento de haberme mantenido en mi asiento de diputado".
¿Quizá influyó también que Carrillo era un hombre curtido en mil batallas, incluidas las penalidades de la Guerra Civil del 36? "Estaba preparado para algo así. La generación de comunistas a la que yo pertenezco entró en el PCE sabiendo que podías ser detenido en cualquier momento, que podían torturarte y fusilarte. Ahora esto es difícil de entender, porque afortunadamente son otros tiempos. Pero debo decir que en esa generación éramos personas pacíficas, que asumíamos el sacrificio por fidelidad a nuestras ideas. Ese compromiso se da en los momentos críticos de la historia".
En un determinado momento, sacaron del hemiciclo a Carrillo y otros líderes, y los llevaron a otro lugar del Congreso. Algunos diputados recuerdan que cuando vieron esta escena pensaron en lo peor, en que quizá matarían a esos líderes. ¿Cómo lo vivió Carrillo? "Estábamos en una sala el general Gutiérrez Mellado, Felipe González, Alfonso Guerra, Agustín Rodríguez Sahagún y yo. También sacaron a Adolfo Suárez, pero lo llevaron a otro lugar. En la sala estábamos incomunicados, no podíamos hablar entre nosotros y cada uno tenía a un guardia civil con un cetme apuntándole. No supe nada de lo que ocurría, no podíamos saber si el golpe había triunfado o fracasado. Al día siguiente, a las 12 de la mañana, me dijeron que mi mujer había estado fuera aquella noche, esperando… Fueron momentos muy duros, en los que cada cual pensaría en su vida y en cómo había que morir, si llegaba el momento".
¿Por qué cree Carrillo que fracasó el golpe de Estado del 23-F? "El golpe fracasó sobre todo por el Rey y por Sabino Fernández Campo. El golpe se desmonta con aquella frase de Sabino sobre Armada, Ni está, ni se le espera, cuando le preguntan si estaba con el Rey. Pero pienso que quien lo terminó de liquidar fue el propio Tejero, al evitar a Armada entrar en el hemiciclo, por sus diferencias de criterio, y así impidió que Armada hiciera público su plan de un gobierno de concentración con los partidos. Al negarle eso, lo hizo fracasar, y de paso al golpe, porque el gobierno de concentración de Armada hubiera durado poco, y después hubiera entrado un gobierno de militares".
El 23-F fracasó, pero uno de sus principales propósitos, acabar políticamente con Suárez, Carrillo y Gutiérrez Mellado, se cumplió después. Así lo asume Santiago Carrillo: "Lo que pasó el 23-F originó mucho miedo en España, porque dio la impresión de que podíamos volver atrás. El golpe del 23-F consiguió que la Alianza Popular de Fraga pasara de 10 diputados a 107, mientras la UCD se hundía y el CDS de Suárez sólo lograba dos escaños. Por otra parte, todo el voto de la izquierda democrática se concentró en el PSOE, que ganó las elecciones, por ser el único partido en condiciones de mantener las conquistas democráticas en lo esencial. Al PCE se le fue un millón de votos hacia el PSOE en 1982. Ahí se agudizó la crisis del PCE, porque se unió al desprestigio de la URSS y el comunismo soviético, que se desplomó".
Con el general Gutiérrez Mellado fuera del juego político, los dos líderes que no se tiraron al suelo el 23-F se hundieron irremisiblemente un año y medio después, el 28 de octubre del 82, en la gran noche de Felipe. "Así es la historia -dice Carrillo-, a veces se quema a los personajes que más han luchado y que más dignidad han demostrado; pero yo no tengo hoy ninguna acritud por eso. Suárez fue un gran político y un gran presidente. Aquel día él y yo hicimos lo que era necesario".
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