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La mermada militancia de Ciudadanos vota a su nuevo líder

Edmundo Bal, uno de los candidatos, con Francisco Igea, en Valladolid hace unas horas.

Edmundo Bal, uno de los candidatos, con Francisco Igea, en Valladolid hace unas horas. / E. García /EFE

Fue el partido más cool, el de la gente joven y guapa, el Podemos del centro y la derecha, los vencedores de unas elecciones heroicas autonómicas en Cataluña en 2017. El de los 57 escaños de 2019, pero hoy, Ciudadanos, apenas suma 7.642 afiliados, la raspa naranja, muy lejos de los 34.000 militantes que llegó a contar en los mejores tiempos de Albert Rivera. También es el partido de los grandes errores.

En el ocaso de la formación, los militantes de Ciudadanos han comenzado a votar este martes su nueva dirección, que sustituirá a la jerezana Inés Arrimadas, aunque ésta apoya la liderada por Patricia Guasap. Si ganase frente al otro competidor, Edmudo Bal, Arrimadas podría ser la próxima candidata a las elecciones generales, aunque debería pasar antes por una primarias. Lo sobresaliente de esta cita, sin embargo, es la magnitud de la formación. Al partido naranja sólo le quedan 7.642 militantes. Son menos, por ejemplo, que los afiliados al PSOE en la provincia de Sevilla, donde supera los 9.000. En el conjunto andaluz, los socialistas tienen algo más de 45.000 afiliados.

Los militantes de Ciudadanos deciden sobre tres listas: la de Patricia Guasap, que apoya Inés Arrimadas; la del diputado Edmundo Bal, anterior colaborador de la jerezana, y una tercera, de Marcos Morales. Los favoritos son los dos primeros, y de ellos es Guasap quien cuenta, a priori, con más apoyos, ya que le respalda Arrimadas y, con ella, las gestoras del partido en Andalucía, y las direcciones de Cataluña y Madrid. Pero hasta el jueves no se conocerán los resultados.

Si ganase la favorita de Arrimadas, Guasap sería la nueva portavoz política del partido, el eurodiputado Adrián Vázquez sería el secretario general y ambos tratarían de que la jerezana repitiese en las elecciones generales de 2023. Ciudadanos comenzó hace unos meses un proceso de refundación en plena agonía que le ha llevado a adoptar un modelo bicéfalo, donde hay un portavoz político, como líder, y un secretario general, como coordinador orgánico.

El diputado malagueño Guillermo Díaz ha estado al frente de este proceso, que se planteó con el objetivo de salir de una crisis que parece letal. Díaz se alinea con Arrimadas y, junto a él, las gestoras provinciales andaluzas, ya que Ciudadanos carece de una dirección en el sur desde que ser produjeron las dimisiones del equipo de Juan Marín.

El partido ya está atravesando sus momentos finales. No podrá presentarse a las elecciones municipales en buena parte del territorio español, y confía que en esa cita, al menos, Begoña Villacís, vicealcaldesa de Madrid, siga en el gobierno de la capital. Ciudadanos se ha quedado sin representación en el Parlamento andaluz y en la Asamblea de Madrid, de cuyos gobiernos llegó a formar parte; en Castilla y León sólo tienen un procurador y el grupo parlamentario del Congreso lo forman sólo diez personas.

En este contexto, estas primarias se plantean como el canto de un cisne. Difícilmente, podrá sobrevivir el partido a las dos citas electorales de 2023. El PP está dispuesto a absorber a algunos de sus dirigentes, pero no contempla una fusión, ya no hay masa crítica para una relación de casi iguales.

La dirección de Alberto Núñez Feijóo se plantea una absorción de dirigentes naranjas, pero esperará a que se conozca el resultado de las elecciones primarias el próximo jueves.  

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