El órdago a la grande, a la chica, a pares...
Ayuso va a la contra: contra el PSOE, contra Podemos, contra los independentistas, ¿contra Casado?
Incapaz. Enérgica. Loca. Sobria. Fascista. Liberal. Isabel Díaz Ayuso (Madrid, 1978) no deja indiferente a nadie. Ni siquiera a Pablo Iglesias, uno de sus rivales directos porque la presidenta de la Comunidad de Madrid juega a la contra, lanza órdagos a la grande, a la chica, a pares y a juego. Nunca pide mus. Ayuso (IDA según sus detractores en un juego de palabras con sus siglas para tocarle los costados a la popular) se vino arriba durante una pandemia brutal que horrorizó el mundo y en la que ella sirvió de diana para que el Gobierno de Pedro Sánchez sacase todos los tanques a la primera línea para tratar de derribar a una outsider que de pronto devino en una especie de Juana de Arco del PP.
Ayuso, periodista de la promoción de 2002 en la Complutense y que hace años discutía en tertulias televisivas con Iglesias, era una doña nadie –con perdón, presidenta– incluso cuando Pablo Casado la designó para ser cabeza de cartel de los populares en Madrid en 2019, cuandon el partido hegemónico durante cinco lustros estaba hundido en las encuestas –lo daban como cuarto en los pronósticos–, para que salvara la papeleta. Ayuso, que hoy gasta un prestigio de Margaret Thatcher en la formación de la gaviota, era una opción endeble. Sin embargo, los tiempos de la política moderna son inescrutables y lo que hace una hora estaba negro ahora es blanco nuclear.
Pelea Ayuso con todos y mal hará Casado si no la tiene en cuenta por si algún día trata de quitarle el sillón de Génova, o donde se mude el PP. La presidenta madrileña presume de falta total de complejos y se enfrenta a quien sea. Olió que la moción de censura en Murcia podía repercutirle a ella y rápidamente convocó elecciones, más ancha que larga, para chula(pa) ella. Y a la vista está de que le ha salido cara la moneda aunque dentro de dos años tenga que repetir los comicios regionales.
Le da igual. En mayo de 2019, el PP se quedó segundo en las elecciones autonómicas y vio cómo Ciudadanos casi le alcanzó en votos. Hoy la vida es maravillosa y se ha convertido junto a Alberto Núñez Feijóo en la adalid del centroderecha español, sin miedo a enfrentarse con su ex vicepresidente, Ignacio Aguado, o de convertirse en la baronesa popular que más se ha encarado con el Ejecutivo nacional. Sánchez, y su asesor Iván Redondo, se lanzaron a por una política que consideraron menor y el tiro les ha salido por la culata.
Ella fichó a Miguel Ángel Rodríguez (MAR), el hombre que encumbró a José María Aznar a las más altas cotas en Castilla y León y porsteriormente en el Gobierno nacional. Acaso ha utilizado la misma pócima que el secretario general socialista para convertirse en el paradigna de política ultraliberal para fomentar que Madrid es un territorio para todos y en el que gusta trabajar: "Libertad o socialismo" o el consiguiente lema "Libertad o comunismo" cuando Iglesias, del que ella libró de seguir en el Ejecutivo para felicidad de los españoles, decidió presentarse a los comicios regionales para darle vida a Podemos, un partido de capa caída y cuyo líder renunció a todo para devolverle la vida. La respiración.
Ayuso se ha medido con todos y seguramente ahí radica su éxito. Menospreció a un débil Ángel Gabilondo al asegurar que su adversario era Sánchez, a Iglesias le dio lo suyo, contra el independentismo catalán no ha escatimado calificativos, frente a Bildu y el nacionalismo vasco del PNV tampoco se ha callado la boca. Ha sido lista, bajo el los consejos de MAR, de no enfrascarse en batallas dialécticas en los debates electorales –sólo uno– o no pelear en follones de amenazas de cartas con balas, una de ellas con su nombre.
La joven que parecía una ninguna al abrigo de Cristina Cifuentes y de la que todo el mundo se rió cuando habló del perro Pecas cuando hizo su perfil las redes sociales, es hoy el segundo mayor baluarte del PP sólo detrás detrás de Feijóo. Que se ande con ojo Casado que Ayuso, como se ponga a tiro, va a por todas, a la contra, pero no sólo contra los adversarios, sino contra los suyos.
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