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DERBI Sánchez Martínez, árbitro del Betis-Sevilla

Crítica 'Amour Fou'

Pequeño vals vienés

Amour Fou. Drama, Autria-Alm-Lux., 2014, 96 min. Dirección: Jessica Hausner. Intérpretes: Christian Friedel, Birte Schnoeink, Stephan Grossmann.

Hausner posee una escritura, es decir, sabe que de lo que se trata sobre todo es de quitar, no de poner. Fuera de los planos, de la geometría milimétrica, yace algo, amenazador, cronométrico, que se cierne sobre lo que se da a ver y oír. Podría decirse que estas maneras pulcras y frías corresponden a un estilo patrio, el austriaco, pero evidentemente cualquier descripción en esa dirección carece de sentido (para contradecirla bien se podría haber programado algo de John Cook o de Pilz, pero no pidamos peras al olmo).

Amour fou es tan poca cosa que da para un buen filme. Hausner acierta en lo básico, en aniquilar la progresión narrativa a partir del hecho cultural: Kleist, el suicida en pareja, como Zweig; también como Max Linder, que quizás ulule desde el fondo de los planos. Es decir, se conoce la historia, por lo tanto centrémonos en los detalles, en los gestos, en los giros casi imperceptibles, en el vodevil que resume cualquier existencia. Celebremos la fatalidad y sus devenires, normalmente cómicos. Aquí la Hausner, aunque no lo parezca, se apega a un tenue pictorialismo y convoca al principal terrorista del estilo Biedermeier, el pintor alemán Carl Spitzweg, quien entre risas sofocadas advirtió la ridiculez de la vida de interiores y paseos campestres que estrenaba la burguesía del XIX. Estamos ante la cruz de Friedrich por lo tanto, ante la ventana a medio cerrar y el drama doméstico. Y Hausner, desde Hotel, luego desde Lourdes, ya había dado señales de encontrarse cómoda en las modalidades del huis clos, trabajando la puesta en escena no como el lugar de la libertad, sino de la entre-guerra, siempre a la intemperie frente al off de la coacción.

Así, en este claro antes de la tormenta que es Amour fou lo que al cine le interesa no es el montaje sino las irrupciones, la actualización repentina de lo amenazante invisible o simplemente el parsimonioso ritual de la inocencia que ejecuta una niña, que establece toda infancia. Pasan los años y Hausner sigue comprando el mismo billete, esperemos que hacia buen puerto.

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