Alberto Rodríguez: "En mi cine he buscado al público, pero también encontrar una voz propia"
El director recibe este viernes el Giraldillo de Honor, un premio que quiere ver como un respaldo colectivo a su generación.
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El cineasta Alberto Rodríguez, que recibirá este viernes en el Festival de Sevilla el Giraldillo de Honor en reconocimiento a una carrera, concibe su premio como un respaldo colectivo a los compañeros de una generación que soñaba con hacer películas cuando Andalucía era algo parecido a un páramo. Así, el responsable de éxitos como Grupo 7 o La isla mínima recordó a ese grupo de amigos que, en un "panorama desolador" en el que no existían "ni productoras ni este festival", en los 90, filmaban cortos que, a modo de denuncia de la falta de posibilidades y de horizonte, incorporaban en los créditos el aviso de que esas creaciones "no contaban con una subvención de la Junta". La situación ha cambiado en estas décadas y el sector y el apoyo de las administraciones "han crecido muchísimo, pero no se puede bajar la guardia", aunque a Rodríguez le emociona especialmente el camino recorrido por sus amigos, profesionales a los que se refiere con orgullo.
"Álex Catalán [el director de fotografía] no pudo rodar Los tigres porque se embarcó en el proyecto de Amenábar El cautivo, y si no está trabajando con otros directores como Iciar Bollaín o Fernando León, aunque hace muchos años él y yo compartíamos piso y soñábamos con dedicarnos al cine algún día. Y a Pepe Domínguez [su director de arte habitual] lo llaman para otros proyectos como La trinchera infinita o la serie Zorro", enumeró con cariño el sevillano, que añade que cada vez que se reencuentra con uno de estos técnicos "tienen una versión mejorada de sí mismos. Yolanda Piña [la encargada del maquillaje y peluquería] hizo una labor tan extraordinaria en las caracterizaciones de Anatomía de un instante que hay quien tras terminar un capítulo se ha preguntado dónde salía Álvaro Morte", comentó.
Sobre su filmografía, el director expuso que ha procurado "buscar siempre un público pero también encontrar una voz propia", facturar películas que atrapen al espectador pero que también dejen poso y reflexionen sobre el mundo que vivimos. Para Rodríguez, "el cine siempre tiene un componente social y político. Hasta la película más comercial se pronuncia de alguna manera sobre las cosas", opinó un autor que, junto a su coguionista Rafael Cobos, ha cuidado la trama pero también el trasfondo, "lo que está por debajo, como un río subterráneo, hemos perseguido un equilibrio en ese sentido. Nosotros, y Álex, siempre intentamos arriesgarnos, no ser convencionales", manifestó antes de hacer un balance marcado, de nuevo, por la modestia. "No sé si lo que he hecho ha trascendido, no sé si he abierto un camino", admitió sobre una andadura que, tras "dos comedias y dos dramas sociales" se especializó en el thriller. "No tengo muy claro lo que haré ahora", admitió, aunque descartó el musical, un género "en el que no me veo".
Pese a su veteranía, Rodríguez conserva el entusiasmo ante esa magia ancestral que supone narrar un relato a los otros. "Yo necesito contar historias, y es la historia la que tira de mí. Con un proyecto, si lo escribes también, te puedes llevar tres años, por eso debes creer mucho en lo que tienes entre manos. La única brújula que tenemos Rafa y yo es lo que queremos ver en pantalla", dijo un director que vuelve siempre al texto cuando surge una duda en los rodajes, "en el guión es donde están las respuestas".
"La diferencia entre una película y una serie es que en la segunda es más difícil mantener la energía, cuando te pasas tres o cuatro meses grabando"
La inspiración, comentó Rodríguez, procede de los sitios más inesperados. "Grupo 7 viene de un sumario policial; 7 vírgenes arrancó con un texto mío sobre un centro de acogida; La isla mínima nació de una exposición de fotografía [de Atín Aya] y de un paisaje, las marismas del Guadalquivir. Nunca sabes de dónde va a salir la chispa", señaló un guionista que se encuentra a menudo con que las localizaciones y la realidad le desbaratan lo escrito en el libreto. "Pasó con Los tigres, hasta que no estuvimos en aquellos barcos no entendimos realmente lo que era ser buzo. Cuando escribimos Rafa y yo soy bastante ingenuo y quiero complicar la escena, y cuando preparo la película ya me pregunto que cómo se me ha ocurrido eso".
Sobre el proceso que lleva a cabo con los actores, apuntó que en el cauce que se abre entre el director y los intérpretes se trata de "escuchar" y de "querer contar esa historia. Pero hay algo misterioso en el oficio, una suerte de intuición", y puso como ejemplo a Jesús Carroza, ese chaval de barrio al que descubrió en 7 vírgenes y que ahora protagoniza Golpes, el primer largo como director de Rafael Cobos. "A mí Jesús me sigue pareciendo uno de los mejores actores. En la primera toma a lo mejor no acierta, pero ya está muy cerca. Tiene un don natural que es fascinante". De Antonio de la Torre, con quien colabora por tercera vez en Los tigres, destacó que es "una fuerza de la naturaleza, si estuviese aquí tal vez no habríamos podido hablar nosotros todavía", bromeó sobre la vehemencia de un tipo que "hace las cosas con el corazón. Necesitábamos su fuerza para un rodaje tan arduo como el de esta película".
Con Los tigres ya en la cartelera, Rodríguez aguarda el estreno en Movistar+ de Anatomía de un instante, cuatro capítulos que adaptan el libro homónimo de Javier Cercas. "La diferencia entre una película y una serie es que en la segunda es más difícil mantener la energía al máximo, cuando te pasas tres o cuatro meses grabando. En una película el rodaje es más breve y puedes estar más centrado", defendió sobre un recreación del 23-F que se acerca a "la Historia con mayúsculas. Álvaro Morte me confesó un día que estaba muerto de miedo. Y yo le quité importancia, le dije que no estábamos salvando vidas, que nuestro trabajo no era tan vital. Pero la verdad es que yo, aunque lo disimulara, estaba sencillamente igual de asustado".
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