El trío en mi bemol | Festival de cine de Sevilla

Rohmer, Mozart, Siza, Azevedo

Rita Durao y Pierre Léon en una imagen del filme de Rita Azevedo Gomes.

Rita Durao y Pierre Léon en una imagen del filme de Rita Azevedo Gomes.

Rita Azevedo filma a Adolfo Arrieta filmado (y mirando) a Rita Durão y Pierre Léon interpretando El trío en Mi Bemol, única obra teatral escrita por Éric Rohmer. Lo hace en la casa diseñada por Álvaro Siza para la familia Alves en Moledo do Minho, un espacio minimalista cuyas líneas, ángulos e incidencias de luz acaban dando forma a la propia puesta en escena, a cada preciso y hermoso encuadre sostenido.

Un grupo de amigos y un pequeño equipo de rodaje reunidos en torno a un espacio y un texto sobre las edades la pareja, sobre la transmutación del amor en amistad, un conjunto de cámara que redobla en abismo y con fina ironía el propio gesto de la creación y las formas musicales, una película que juega con el propio proceso de hacerse.

Esos son los mimbres e ideas de este nuevo filme de nuestra querida Rita (La portuguesa, Correspondencias), mimbres artesanales y desinteresados, materiales de la alta cultura traídos al ámbito de la reunión íntima y el disfrute en petit comité, conversaciones y ensayos filmados desde la distancia justa, gestos y palabras que fluyen y se interrumpen en su aprendizaje y asimilación.

Y en el corazón de todo ello, las razones que aún unen a una pareja ya separada, el recuerdo de los viejos tiempos, la ternura y la complicidad que permanecen, incluso al escuchar las historias de nuevos amantes. También la música: de Mozart al Dúo Dinámico. Si Godard decía que una pareja a la que no le gustaban las mismas películas estaba condenada a separarse, Rohmer hace contar a sus personajes que algo parecido sucedería si no comparte el gusto por unas mismas músicas. El Kegelstatt Trío aparece así como ese vínculo etéreo y primordial entre la pareja en sus siete encuentros espaciados en el tiempo que se suceden aquí de manera continuada entre interludios lúdicos.

Si Léon y Arrieta juegan con la torpeza levemente cómica de sus cuerpos y maneras, la gran Rita Durão es quien nos arrastra con su acento y su voz al epicentro emocional atenuado de esta exquisita pieza de cámara para casa, grupo de amigos y miradas pacientes.