Las Nuevas Olas sigue siendo la sección estrella del festival, con películas imprescindibles y cineastas fundamentales pero también con sus trampas mortales y puñaladas traperas en versión europea.

Así, y aunque de lo que se trata es de arriesgar y probar la fruta prohibida, les señalamos un itinerario seguro y con clase, empezando por los títulos más generosos: Deux, Rémi, Deux, debut del veterano Pierre Léon entre nosotros con otra de sus particulares adaptaciones del legado literario ruso, elegante y sutil carrefour genérico; Kommunisten y el corto La guerre d'Argélie, dos Straubs que llegan un año tarde pero sin que su potencia se resienta lo más mímino: didáctica del cine y la historia, recuento de las etapas de formación de una trayectoria política e intelectual que trabaja la materia fílmica como los jornaleros la tierra, para que  ofrezca su fruto más intangible; La France es notre patrie, el último filme de Rithy Panh, quien deja a un lado la ortodoxia lanzmanniana para nutrirse del archivo, concretamente del arsenal de imágenes que deja a su paso la colonización, la condena de una identidad que se ve obligada a someterse a otra produciendo un híbrido que a la larga ofrece su rostro siniestro y triste.

Otros largometrajes de recomendada visión serían el último trabajo de Philippe Grandrieux, quien regresa a la ficción -Un lac, de 2008, ya quedaba bastante atrás- con Meurtriére, inquietante experiencia sensorial en la que los umbrales de la percepción y el entendimiento son forzados a partir de la enigmática performace de los cuerpos y de la equívoca transformación del ojo en un nuevo órgano con más que ver con el tacto que con la visión; asimismo interesantes sobre el papel se presentan las últimas películas de autores reconocidos como Loznitsa, Rivers, Civeyrac, Nicolau o Rodrigues, aunque sospechemos (e incluso sepamos) que para ellos no haya sido ésta la mejor de las añadas.

Un testamento (in)esperado

La reciente desaparición de la cineasta Chantal Akerman ha convertido su último trabajo, No home movie, que podrá verse dentro de esta sección, en una suerte de testamento fílmico. Sin embargo no hacía falta el deceso de la gran artista para ver que aquí se juega algo muy importante de su obra. De Jeanne Dilman a D'Est, fue la herencia materna, tan superviviente de Auschwitz como ama de casa tradicional, un motor esencial para su cine.