Johnny Deep se encuentra estos días en Devon (Reino Unido) grabando la nueva película de Tim Burton, Dark Shadows (Sombras oscuras), en la que da vida a un hombre que, tras haberle roto el corazón a una bruja, es maldecido a vagar por las tinieblas para toda la eternidad; es decir, que lo convierten en un vampiro. El film, cuyo estreno está previsto para mayo del año que viene, es la adaptación de una serie de televisión que data de los años 60. No es, ni mucho menos, la primera vez que Tim Burton cuenta con Deep, quien se ha convertido ya en el actor fetiche oficial del director. Eduardo Manostijeras, Charlie y la fábrica de chocolate, Alicia en el país de las maravillas o Sweeney Todd: el barbero diabólico de la calle Fleet son sólo un ejemplo. En este nuevo proyecto compartirá protagonismo con Michelle Pfeiffer y, como es también habitual, con la mujer de Burton, Helena Bonham Carter. No sabemos si se llevará con ellas tan bien como con nuestra Penélope Cruz, con la que compartió protagonismo en su último éxito de taquilla, Piratas del Caribe: En mareas misteriosas, a punto de salir en DVD.

-¿Cómo fue trabajar con Penélope? ¿Cómo es como actriz, y como compañera? No era la primera vez que coincidían, ¿no es así?

-Penélope es un prodigio de la naturaleza. Hace años hicimos una película juntos llamada Blow. Fue genial trabajar con ella y me encantó que estuviera en Piratas. Es una maravilla.

-¿Qué es lo que más le sorprendió de ella?

-Penélope es un bateadora de primera clase. Le puedes enviar cualquier cosa por los aires y ella se las arregla para devolverte una bola bien bombeada. Así que es tremendamente estimulante. La adoro. Es una de mis mejores amigas y es genial tenerla aquí.

-¿Se ha cansado del personaje de Jack Sparrow? Por otro lado, por él le han llovido fama y reconocimientos.

-En absoluto. Tras terminar Piratas del Caribe: En el fin del mundo me dije que ojalá tuviera la suerte de volver a encarnar a Jack. Esperaba que un par de años después alguien viniera a verme y me dijera: Hey, hemos dado con una idea genial... Me siento muy cómodo y seguro interpretando al capitán Jack. Porque tienes libertad para ser lo que quieras. Puedes ser completamente irreverente, totalmente subversivo, absolutamente abstractos en cualquier situación. Y eso es una auténtica red de seguridad. Me gusta muchísimo interpretar a Jack y después de todo este tiempo lo conozco tan bien que me viene con toda naturalidad. Por eso no me disgusta nada la idea de volver a calzarme las botas de Jack. No veo ninguna razón para que le falten historias nuevas que contar. Así que dependerá de cómo sea el guión y de lo que podamos hacer. Pero no descarto volver a hacer de Jack.

-Usted mismo ha comentado en alguna entrevista anterior que acabó encantado de haber trabajado con el director, Rob Marshall, ¿es así?

-Tiene un estilo muy personal de abordar los personajes. Su estética es espléndida y domina a la perfección el ritmo. Así que nos sentamos a hablar y desde el primer segundo comprendí que era la elección perfecta. Lo supe inmediatamente. No creo que nadie hubiera podido continuar mejor el trabajo de Gore. Rob respetó al máximo lo que había hecho Gore en las tres primeras películas pero también imprimió su propio sello. Lo vio desde un ángulo totalmente nuevo y aportó una visión fresca y renovadora.

-Se comenta que en Piratas se implicó tanto que usted mismo rodó muchas de las escenas de persecuciones, por ejemplo.

-Era importante porque el personaje desprende un lenguaje físico muy potente. Y aunque el doble lo hacía muy bien, hay veces que es absolutamente necesario ver la cabeza del capitán Jack (risas).

-Otra bonita amistad surgida de este proyecto, aparte de la de Penélope, fue la de Keith Richards, ex Rolling Stones, encargado de la banda sonora de la película.

-Es un hombre fascinante, ¿sabes? Lo conozco desde hace mucho. Cuando rodamos Piratas pasamos mucho tiempo los dos solos cotorreando sobre música, películas o cualquier cosa. Fue un verdadero placer. Además, a mí me gusta el vino y me encantaba tomarme un buen vaso de vino tinto en los descansos. Yo me tomaba mi vino y Keith bebía lo de siempre. No tengo ni idea de lo que es, pero tenía pinta de residuo nuclear (risas).