El dulce don de la Pereza

El dulce don de la Pereza
El dulce don de la Pereza
Ricardo Castillejo

14 de noviembre 2009 - 01:00

Nadie podría haber imaginado hace una década que, para Rubén Pozo y José Miguel Cornejo, Rubén y Leiva, el camino que iniciaban en el mundo de la música le tenía deparado un destino tan impredecible como el éxito. De bar en bar forjaron los que, sin duda, han sido unos más que sólidos cimientos para una trayectoria a la que acaban de sumar Aviones, un sexto disco con 17 "sorpresas" musicales. "Se trata de un trabajo más íntimo y más complicado pero que está funcionando muy bien. Las cosas que más despreocupado haces, mejor resultado tienen", confiesa el mencionado Leiva en representación de su compañero. "Cambias porque te cambia la vida", continúa realizando balance de este tiempo. "Al principio era un chaval que no sabía de nada. Sólo quería tocar y recuerdo cómo, por ejemplo, íbamos al Fun Club de Sevilla y teníamos a diez personas de público. No obstante, de entonces conservo el espíritu y el amor por esta profesión. Compongo por necesidad y también para ahorrarme un psicoanalista. El éxito es poder elegir, seguir en esto y tener dinero para ir a Carrefour a hacer la compra".

Y es que, a pesar de haber colaborado con grandes nombres como los de Amaral, Bumbury o, recientemente, Joaquín Sabina, si hay algo que caracteriza a los chicos de Pereza es el mantener los pies en la tierra. "Te puedes volver loco si sigues los modelos de las revistas", reconoce el entrevistado. "La fama es la calderilla del triunfo. Nosotros seguimos con los amigos de siempre, riéndonos de las mismas cosas y saliendo a cenar juntos". Y apuntilla. "Tengo mi "chavala", saco al perro, hago lentejas.... Lennon decía que llega el momento en que es la gente la que cambia su forma de mirarte".

Palabras que encierran mucha verdad y que se reflejan en unas canciones grabadas con unos medios técnicos realmente austeros -los propios líderes de la banda tocan el 90 por ciento de los instrumentos y Leiva llegó a ponerse al frente de 17 baterías en una jornada, por citar un pequeño ejemplo de esta consideración-. Con esas bases nacieron unos temas que se presentan ahora en una gira nacional con vistas a "cruzar el charco". "Estos "aviones" nos llevan cada ves más lejos", reconocen. "Ha costado pero estamos empezando a visitar Argentina y aún nos queda combustible para realizar alguna otra parada".

Con una comentada evolución en su estilo -que del rock han pasado a coquetear con el pop y con una cierta tendencia folk-, los artistas aceptan que se trata éste de un cambio que se ha ido produciendo naturalmente. "Empezábamos a tener interés por otros ritmos". De ahí que se hayan incluido instrumentos poco habituales como el banjo, la mandolina, el ukelele o el melotrón que aportan un aire diferente a melodías como Windsor o Amelie a dúo con el gran Andrés Calamaro. Todo un derroche que, mañana domingo, se verá en en el Palacio de Congresos de Sevilla dentro de un espectáculo que, a partir de las nueve de la noche, promete no dejar a nadie indiferente.

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