Violencia machista

El asesino de Palmete "se ensañó" con Encarnación

  • Un testigo presencial relata ante el jurado cómo la víctima se hallaba "en estado de shock" y no pudo reaccionar ante la brutal agresión del acusado, que le asestó 16 cuchilladas en presencia de su hijo, de sólo seis años.

Varios agentes de la Policía recogen muestras en el escenario del crimen.

Varios agentes de la Policía recogen muestras en el escenario del crimen. / José Manuel Vidal / EFE

Un testimonio directo que revela el sufrimiento de una víctima de la violencia machista, que fue asesinada de 16 cuchilladas por su ex pareja. No es frecuente que en estos crímenes haya testigos presenciales y tampoco que, en el caso de haberlos, sean tan precisos y puedan transmitir de una forma tan clara cómo ocurrieron los hechos y el tremendo martirio causado a la víctima. Se trata de un joven, vecino de la barriada sevillana de Palmete, que en la tarde del 24 de junio se encontraba en su cochera lavando un coche en el momento en el que irrumpió por la puerta Encarnación Barrero, de 39 años y madre de cuatro hijos, acompañada de uno de ellos, por entonces de sólo seis años, y que venía huyendo de su ex pareja.

El testigo C. L. S., que ha declarado este miércoles en el juicio con jurado que se sigue en la Audiencia de Sevilla contra el asesino confeso, Francisco Rodríguez Torralbo, ha relatado cómo oyó primero gritos de auxilio y socorro y a continuación entró la mujer, acompañada de su hijo. El joven se acercó a la mujer y le preguntó qué le sucedía, pero Encarnación estaba "bloqueada totalmente, en estado de shock" y no paraba de decir: "¡Auxilio, auxilio, que me mata!", mientras tenía agarrada la mano de su hijo.

Todo sucedió muy rápido, ha dicho el testigo, que ha explicado cómo se dirigió entonces a cerrar la puerta de la cochera, momento en que el acusado entró con el cuchillo de cocina en la mano. "Vio a la acusada y se ensañó con ella. Entró con mucha fuerza y decisión a llevársela por delante", ha señalado el joven, que ha indicado cómo mientras tanto su mujer, que había escuchado los gritos, se aproximó a la cochera para tratar de auxiliarla, haciendo él que se metiera en la casa para que no la agrediera también.

El testigo vio al acusado asestarle cuatro primeras cuchilladas a la víctima, tras la puerta de la cochera, y luego cuando la mujer cayó al suelo, el acusado "puso las rodillas en el suelo y siguió acuchillándola ocho o diez veces más, atravesando los dedos la barriga, todo. Siguió ensañado con ella, mientras que el niño decía: ¡para, papá, déjala!", ha relatado. La primera puñalada, ha señalado, fue directa al pecho y cuando la mujer cayo al suelo, "se protegió con las manos pero no pudo defenderse".

El acusado, Francisco Rodríguez Torralbo, junto a su abogado, José María Carnero. El acusado, Francisco Rodríguez Torralbo, junto a su abogado, José María Carnero.

El acusado, Francisco Rodríguez Torralbo, junto a su abogado, José María Carnero. / Juan carlos Vázquez

Mientras tanto, C. L. S. había cogido un palo metálico para tratar de "defender" a la mujer, pero no pudo evitar su muerte. "Hice lo que pude. Todo fue muy rápido, no pude defenderla", ha lamentado el joven, que ha añadido que el acusado en ningún momento le atacó a él. El asesino "no hablaba" mientras su ex pareja -con la que había tenido tres hijos- "chillaba y le decía para, para", ha recordado el testigo, cuyo relato describe más un delito de asesinato que el homicidio que reclama la Fiscalía. "Él entró decidido [a matarla] y lo consiguió. Iba ciego, iba a lo que iba", ha aseverado el joven, que ha añadido que el procesado en ningún momento le atacó a él.

El joven lamentó que si la víctima le hubiera contestado cuando entró en el garaje, a él le habría dado tiempo de protegerla en su casa, cerrando la puerta de la cochera, puesto que pasaron unos diez o quince segundos hasta que el asesino entró. Cuando salió con el palo, logró finalmente que Francisco Rodríguez se marchara de la cochera, pero la víctima había fallecido allí mismo, ha agregado.

Según el testigo, un sobrino del acusado le había comentado tan sólo unos días antes que había visto a su tío por el barrio, armado con un cuchillo de cocina y diciendo que "la iba a matar".

"Quería matarnos a las dos"

En la sesión de hoy, que ha comenzado con varias horas de retraso porque el acusado no había sido conducido a la Audiencia desde la prisión de Morón de la Frontera, ha declarado también María José Barrero, prima de la víctima y que también recibió una cuchillada en el estómago por la que estuvo un tiempo en la UCI y le han quedado diversas secuelas. La testigo ha contado que aquella tarde habían salido a tomar café cuando una vecina llamó su atención, haciéndole señas que no entendía, hasta que de forma sorpresiva vio al acusado salir de detrás de un coche. "Paco, ¿qué pasa?", le dijo, a lo que el acusado respondió: "¿Qué de qué?" y acto seguido le asestó la cuchillada.

La prima de Encarnación ha contado al jurado que el acusado las había amenazado con anterioridad y en una ocasión le había dicho ella que "le iba a sacar los ojos y a cortarle el cuello", y ha asegurado que el acusado quería "matarlas a las dos". Su prima estaba aquella tarde porque, según María José, había discutido por sus padres y éstos la habían echado de casa porque decían que tenía problemas con las drogas, algo que esta familiar ha negado.

La entonces pareja de María José, Fernando P. M., ha coincidido en que escuchó algo así como "¿Ahora qué pasa?" y luego la oyó gritar de dolor, viéndola "mareada y desangrada" tras haber recibido la puñalada en el estómago. El testigo ha dicho que nadie se percató de la presencia del acusado porque éste estaba "escondido, agachado entre los coches", y ha ratificado que el procesado había amenazado de muerte a las dos primas. Incluso ha llegado a afirmar que el cirujano que atendió a su pareja le comentó que tenía dentro de su estómago "la cruz del rosario", lo que da cuenta de la magnitud de la agresión.

Otra testigo, R. C. G., una vecina de la calle ha confirmado que trató de alertar a María José de la presencia del acusado, que le había resultado "muy raro" que estuviera oculto entre los coches, y ha señalado que observó cómo hizo el gesto de "clavarle algo", aunque no llegó a ver el cuchillo.

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