Política

Jacuzzis y lámparas de diseño en San Telmo

  • Los socialistas denuncian supuestas comilonas en un palacio que decoraron con lámparas valoradas en 4.000 euros y donde hay aseos provistos de jacuzzis

Bañera con jacuzzi en el Palacio de San Telmo

Bañera con jacuzzi en el Palacio de San Telmo / M. G. (Sevilla)

EN los meses del tardoalfredismo hispalense, cuando se olía un cambio brusco de gobierno en el Ayuntamiento, saltó una denuncia sobre gastos inapropiados de un alto directivo municipal. El buen señor había hecho uso de un taxi para viajar a Madrid como representante de turno de una caja de ahorros aragonesa. Le sacaron en los papeles la factura del transporte y la del almuerzo en el Parador de Mérida, donde hizo parada con evidente buen gusto, todo sea dicho. El coste se cargó a la cuenta de la sociedad municipal donde trabajaba.

En su momento dijimos que lo peor no era lo del taxi, sino que apareciera la comanda: pez espada y una botella de agua mineral. Estando en la tierra de las migas, de las carnes guisadas con azafrán y de las ancas de rana rebozadas, ¿cómo se le ocurrió al tío pedir pez espada? Y si encima vas con taxi, tómate una copita de tinto del lugar. Definitivamente, los socialistas habían perdido el criterio. No extrañó nada que fueran desalojados del gobierno dando lugar al zoidismo de quita y pon.

Esta semana hemos oído al socialista Miguel Ángel Vázquez, ex consejero de Cultura, denunciar las “comilonas” del Gobierno del cambio, preparadas en los fogones de San Telmo.

Al gran Vázquez le han debido afectar las calores o está ansioso por ver debutar al glorioso Sevilla F. C., porque comilonas, lo que se dice comilonas, no se sirven precisamente en el antiguo Seminario Metropolitano. Con los curas se comía mejor y más cantidad. Ahora lo que sirven es una carne mechada con patatas a lo pobre o algún pescado con ensalada. “Nos quedamos siempre con hambre”, se lamentan. El postre es a base de fruta y algunas veces te ofrecen a elegir entre una mousse de chocolate o limón. Ay, aquellos tiempos de los langostinos con cremallera, ay los reservados que perdimos en los años del ladrillo y el carbónico francés en largas sobremesas. Ay, aquellas cuentas de comidas y comidas pinchadas en la aguja de los débitos en los restaurantes próximos a las sedes de las administraciones... del PSOE.

Lámparas de diseño valoras en torno a los 4.000 euros Lámparas de diseño valoras en torno a los 4.000 euros

Lámparas de diseño valoras en torno a los 4.000 euros / M. G. (Sevilla)

Pero Miguel Ángel, ¿no ves lo delgaditos que están los señores consejeros del cambio? Si ese Bendodo y ese Bravo (B&B) lo primero que hacen al comparecer es abrocharse las chaquetas para exhibir los vientres de banderilleros. Si mi Juan Marín no me come, le sobra literalmente cuello de todas las camisas. ¿Y mi presidente? Si está hecho un maniquí de Cortefiel. Salvo monseñor Aguirre, todos están para correr y no perder el bus.

Tenía que haberse preguntado el señor Vázquez por los jacuzzis que hay en el San Telmo rehabilitado por Guillermo Vázquez Consuegra. Guerra decía que al llegar al Palacio de la Moncloa se encontró los cajones vacíos. Los del PP y Cs se encontraron con bañeras, algunas de ellas preparadas con el sistema relajante de los chorritos de agua, que sólo se puede activar cuando está bien llena. Qué detalle. Desde tiempos de los romanos sabemos de la importancia de las termas para el poder. ¡Un palacio sin jacuzzi no es un palacio que valga! Y el arquitecto, el decorador o el que fuera del equipo tuvo un detallazo con el poder socialista de entonces.

Cuatro mil euros cada lámpara

Y ahí no queda la cosa. Vázquez debería preguntar si el Gobierno del cambio enciende mucho las horripilantes lámparas de diseño que fueron colocadas también en su día tras la espantosa rehabilitación que llenó de grises este palacio en la tierra de la luz. Hay nada menos que dieciséis en la planta baja y catorce en la planta alta. Dice un conocido experto en decoración que cada lamparita cuesta unos 4.000 euros. Usted pone una de esas dichosas lámparas en una venta de carretera y pasa por uno de esos espantadores de insectos electrónicos. ¿O no? Tal vez haya que ponerse erudito y ver las lámparas como un intento por entrar en la historia del diseño dejando en muy mal lugar a los representantes de la Bauhaus o del grupo de Secesión Vienesa. Ustedes elijan el análisis que más les plazca.

Adolf Loos ya dejó escrito que hay ornamentos que son un delito. Y no es que hubiera que hacerlo todo barroco por imperativo rancio hispalense. En San Telmo, por ejemplo, hay una escultura de parra en la entrada principal que armoniza a la perfección con el histórico inmueble. Su autora es Carmen Laffón. Pero ponerse digno ahora por supuestas comilonas, hacerse el hiperventilado por los filetes de pollo y el mousse de limón, se entiende más como una pataleta por el sentido patrimonialista de la Junta que ha tenido el PSOE que como una denuncia política seria y rigurosa. Si las supuestas comilonas son un lujo, ustedes mismos dirán qué son los jacuzzis o las lámparas de diseño. ¿Una catetada? ¡Bingo!

Lo peor no son las comilonas, sino que las criaturas se queden con hambre. Como aquel cargo municipal que se jamó un pez espada... en Mérida. Y encima regado con agua. Es hora de apagar la luz, que está muy cara. Y si se funde la bombilla, imaginen cuánto cuesta el recambio de una de una lámpara de cuatro mil euros.

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