José Luis Cabello

Hermano mayor y caballero

  • El actual hermano mayor de Pasión es amigo del político vasco José Antonio Ardanza. Está muy por encima de la media actual, fue un alto ejecutivo de Mapfre que quiso aprender euskera y que disfruta con el arte románico

José Luis Cabello

José Luis Cabello / Rosell (Sevilla)

HAY gente que no ha nacido en el momento más adecuado para su perfil. El alcalde de Sevilla, por ejemplo, hubiera brillado más en el PSOE de Felipe González que en el actual. Por su forma de ser alejada del radicalismo y la crispación, Juan Espadas encajaba más en los años ochenta y noventa. El cura Castillejo siempre decía que el cardenal Amigo era un príncipe de la Iglesia más propio del Renacimiento que de finales del XX y principios del XXI.

José Luis Cabello (Granada, 1948) es hermano mayor de Pasión en un momento de decadencia máxima de las cofradías, donde casi no brilla ningún hermano mayor de forma individual. Emplea unas formas y exhibe una educación muy por encima de la media. Sin prepotencia y sin mirar a nadie por encima del hombro. Cabello hubiera encajado más en asambleas de hermanos mayores de los años setenta y ochenta, cuando la mayoría de las hermandades eran presididas por señores ya consagrados en la vida laboral, tenían cierto peso propio en la sociedad local y hasta les costaba dinero el cargo. Pero le ha tocado vivir estos tiempos en que casi nadie de las cofradías mantiene una voz autorizada ante las autoridades civiles y eclesiásticas.

Bien es verdad que este señor, que lo es y lo parece, trae una larga carrera como alto ejecutivo de la compañía Mapfre y posteriormente de Fremap. Se marchó de Sevilla para regresar a la ciudad en el 92.

El año de la Exposición Universal cumplió precisamente los 25 años como hermano de la cofradía. Quienes más lo tratan le dedican tres adjetivos de forma insistente: serio, afectuoso y responsable. Se entiende que la empresa le confiara diversos puestos de alta responsabilidad en diversas ciudades de España. Estuvo durante una etapa en Bilbao, trató de aprender euskera, pero es de los pocos objetivos que no ha cumplido. Tiene amistad con José Antonio Ardanza, el lehendakari que en los años 90 eligió el hospital Fremap de Sevilla, cuando Cabello era el director gerente, para una intervención de espaldas. El director médico del centro era entonces el doctor Madrigal, con quien Cabello siempre se ha entendido a la perfección. Ardanza, por cierto, acude con frecuencia a Sevilla, visita la Basílica de la Macarena y le encanta tomarse el aperitivo en el Plata.

Su juventud son horas de montaje nocturno de los pasos en el templo del Salvador, cuando las novias de la pandilla se afanaban en montar la cera. Su etapa de cofrade adulto está mucho más vinculada a la gestión de asuntos de caridad que a las cuestiones de incienso, cera y folklore. Ha logrado sacar dinero del Estado para la fundación asistencial de Pasión, de la que siempre ha sido el alma máter, donde se nota su fuerte experiencia profesional en la Fundación Mapfre. Se conoce al dedillo cómo explotar al máximo las posibilidades de una fundación sin salirse nunca de los principios fundacionales.

Reside en el centro. Tiene una casa que es la envidia de sus amistades. Desde su terraza se ve la Giralda, lo cual imprime carácter. Y se distinguen el Salvador, la Catedral y varios templos del casco antiguo. Cuida con mimo detalles de su hogar, que en nada sigue las líneas minimalistas que imperan en la decoración de hoy. Cabello tiene gusto por las obras de arte. Ejerce de buen anfitrión que compra los mariscos en el Corte Inglés Gasta un finísimo sentido del humor, propio de persona culta. Tiene una excelente memoria, donde tiene un lugar destacado su madre.

La vida es...

La vida es hacer gala de una elegancia natural sin ostentación, saber llamar a las puertas para pedir para un tercero y prestar con discreción ayuda al necesitado. La vida son recuerdos del colegio San Felipe Neri de Cádiz, de las aulas de la facultad de Arquitectura de Sevilla, donde estudió hasta cuarto curso. Mapfre lo fichó sin esperar a que acabara la carrera. Lo quisieron cuanto antes a pesar de que el anuncio del puesto de trabajo exigía haber cursado una licenciatura. La vida son momentos de disfrute con una cantidad ingente de sobrinos. Y de tertulias donde se muestra prudente en asuntos cofradieros. Tiene claras cuatro o cinco ideas de esas que componen la logística de horarios e itinerarios, pero no las suele contar, porque sabe que tiene poco que ganar y mucho que perder. Su concepto de la Semana Santa actual es crítico, por no decir algo deprimido. La vida son aficiones muy claras y poco comunes:libros y música clásica, en consonancia con su carácter exquisito, cordial y de no haber roto nunca un plato. Dato curioso y revelador:jamás le han oído decir un taco ni elevar la voz.

Una faceta fundamental en este cofrade atípico es que forma parte de la tertulia Los teólogos. Los salones de Robles acogen con frecuencia la reunión de cuatro conspicuos:José Antonio Fernández Cabrero, hermano mayor de la Macarena y también ex alto ejecutivo de Mapfre; Félix Garcelán, Joaquín Cabezas y el propio Cabello. Cómo serían los temas de conversación y los invitados a las sesiones (entre ellos ha habido hasta frailes)que los camareros de forma improvisada se referían a la reunión como la de los teólogos. Se puede afirmar que estos teólogos son más de Ratzinger que de Francisco. Y con eso está dicho todo.

Cabello es un apasionado del arte románico. Muchos de sus viajes están minuciosamente preparados y dirigidos a esta afición. Ha tenido que suspender una ruta por Extremadura, Salamanca y Portugal por culpa del coronavirus. Todos sus periplos tienen que reunir valores históricos y gastronómicos.

Medita todas las decisiones de forma pausada. Cuando era ejecutivo y ahora que es hermano mayor. Una vez tomada la decisión, adelante con los faroles y ni un paso atrás. A veces experimenta lo solo que se puede encontrar un hermano mayor. Ninguno está libre de ese sentimiento. Pulcro, clásico, de formas suaves. Cabello es para muchos un mirlo blanco en la asamblea de hermanos mayores. Fiel a sus amigos, a los que no juzga. Le encanta ejercer de cicerone por Sevilla casi tanto como elaborar sus propias ensaladas. Un día vendió la casa del Aljarafe y el coche y apostó por vivir el centro e ir a pie a los sitios. No aprendió euskera, pero se mueve con éxito con el cargo de hermano mayor, lo cual es mucho más difícil que parlar el vascuence. Y él lo sabe. Quizás su momento actual se puede resumir en un título inspirado en una película:“Hermano mayor y caballero”.