Cuando cantan los niños y suenan las bolas: Sevilla escucha la Lotería de Navidad

Los sonidos de la Lotería de Navidad activan recuerdos de infancia, familia y esperanza entre los sevillanos, que hoy viven el sorteo entre la rutina laboral, la radio de fondo y la ilusión intacta de que algún día toque

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El Gordo también se escucha en Sevilla / Carolina Rojas

El 22 de diciembre no empieza como cualquier otro día. En Sevilla, antes incluso de que el sol termine de desperezarse, hay sonidos que se cuelan en casas, bares, tiendas y trabajos. No hace falta ver la televisión para saber qué día es: basta con escuchar el canturreo inconfundible de los niños de San Ildefonso, el golpe seco de las bolas al caer o ese "mil euros" que resuena como un eco colectivo de ilusión compartida. Son sonidos que no solo anuncian premios, sino que despiertan recuerdos.

Para muchos sevillanos, la Lotería de Navidad no es tanto un sorteo como un ritual. Un sonido ambiente que marca oficialmente el inicio de la Navidad y que conecta pasado y presente, infancia y vida adulta, esperanza y realidad.

Sonidos que no se olvidan: memoria, infancia y familia

Los sonidos de la Lotería de Navidad evocan, sobre todo, recuerdos. Infancia, desayunos largos, radios encendidas desde primera hora y televisiones que permanecían todo el día en segundo plano. En muchos hogares sevillanos, el sorteo se vivía como un acontecimiento familiar: churros, buñuelos, pijamas y una expectación que duraba hasta que salía la última bola.

"Siempre piensas que tu número va a salir, hasta el final", cuenta una sevillana, que recuerda cómo escuchaba el sorteo por la radio mientras desayunaba con su familia. Para ella, el sonido repetitivo del sorteo funciona "como un mantra", una banda sonora que acompaña la mañana y que, año tras año, se repite casi igual, pero nunca de la misma forma emocional.

Otros asocian esos sonidos a la nostalgia, incluso a la melancolía. La Lotería de Navidad también trae consigo la memoria de quienes ya no están. Abuelos, padres o familiares que fueron parte esencial de esas mañanas de diciembre y que hoy siguen presentes a través del recuerdo. La mezcla de alegría y tristeza aparece con frecuencia en los testimonios: ilusión por lo que puede venir y emoción por lo que fue.

Incluso quienes no la siguen activamente reconocen el poder evocador del sorteo. "No la veo, pero siempre la escucho de fondo", dicen algunos. Y es precisamente ese fondo sonoro el que convierte el sorteo en algo colectivo, compartido incluso sin prestar atención directa.

Del salón familiar al trabajo: así se vive hoy el sorteo en Sevilla

Con el paso de los años, la forma de vivir la Lotería de Navidad ha cambiado. La rutina laboral ha desplazado al salón de casa, pero no ha eliminado la ilusión. Hoy, muchos sevillanos escuchan el sorteo mientras trabajan, con la radio encendida en bares, tiendas o cocinas, esperando que alguien levante la voz y diga que ha tocado cerca.

En sectores como la hostelería, el sorteo se vive entre pedidos, cafés y miradas rápidas al móvil. "Hasta que entro a trabajar lo veo por la tele, luego ya espero que alguien llame", explica un trabajador, qué si le tocara, trabajaría menos.

También hay quienes siguen manteniendo tradiciones familiares, aunque adaptadas a la vida adulta. Radios que se encienden casi por inercia, números compartidos entre amigos o compañeros de trabajo, y conversaciones que empiezan con un "¿te ha tocado algo?" y suelen acabar con una risa resignada.

¿Y si toca? Las respuestas oscilan entre lo práctico y lo emocional: pagar hipotecas, ayudar a los hijos, repartir entre familiares, viajar o, simplemente, vivir con menos preocupación. Más que lujos desmedidos, la mayoría habla de tranquilidad y de cuidar a los suyos.

En Sevilla, la Lotería de Navidad sigue siendo un sonido que une. Un ruido que no molesta, que acompaña, que recuerda de dónde venimos y nos permite, aunque sea por unas horas, imaginar cómo sería la vida de otra manera. Porque mientras sigan sonando las bolas y cantando los niños, la ilusión, al menos, nunca se pierde.

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