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Jazz

Dos mundos en uno

  • El trompetista polaco Tomasz Stanko corrobora su relevante lugar en la escena jazzística contemporánea con 'December Avenue', un nuevo álbum a la cabeza de su New York Quartet.

El trompetista Tomasz Stanko, de 74 años, junto a, de izquierda a derecha, David Virelles, Reuben Rogers y Gerald Cleaver.

El trompetista Tomasz Stanko, de 74 años, junto a, de izquierda a derecha, David Virelles, Reuben Rogers y Gerald Cleaver. / ECM Records

Como toda expresión cultural de carácter universal, el jazz ha calado hondo en ámbitos geográficos aparentemente dispares aunque unidos por el ansia de libertad que esta música simboliza. Países como Polonia también sucumbieron en su momento a los encantos de un modelo que ni siquiera la clandestinidad de la posguerra comunista pudo desterrar. La comedida apertura política y cultural de mediados de los años 50 del pasado siglo permitió una expansión que desembocó tanto en la puesta en marcha de conciertos y festivales como en la explosión creativa de una camada de músicos distanciados de las corrientes tradicionales y que, a la postre, situarían al jazz polaco en la primera línea de la flamante escena europea. Entre ellos se encontraban el pianista Krzysztof Komeda (autor de varias bandas sonoras de películas de su compatriota Roman Polanski), el saxofonista y flautista Zbigniew Namyslowski y el trompetista Tomasz Stanko. Y los tres formaron parte de la nómina que registró Astigmatic (1966) a nombre del primero de ellos, convirtiéndolo en piedra fundacional del nuevo jazz polaco.

Hoy, más de medio siglo después, sólo Stanko mantiene a sus 74 años activa la espita creativa, de la mano de una crónica que se impulsó en alianzas con puntales de la vanguardia europea como la Globe Unity Orchestra y en proyectos a su nombre para asentarse luego sobre su conexión con el sello ECM donde debutó en 1975 con el notable Balladyna. Allí dejó evidencias de sus influencias -Chet Baker y Miles Davis, las esenciales- para desplegar luego un lenguaje más propio, definido por un toque emocional capaz de nutrirse de una lírica dedicación y de melancólicos horizontes, buscando a menudo la transversalidad de sus referentes. En su haber, un relevante lote de discos como el imprescindible Leosia, la dedicatoria a la música de Komeda con Litania (ambos de 1997) o From The Green Hill (1999), registrados junto a colaboradores del peso de Dave Holland, Edward Vesala, Bobo Stenson, Anders Jormin, Tony Oxley, John Surman o el guitarrista noruego Terje Rypdal.

Pero Stanko nunca ha perdido de vista sus orígenes y, antes que centrarse exclusivamente en colegas consagrados, también supo convertir su grupo en trampolín de las nuevas generaciones de músicos polacos. De ahí que su cuarteto asaltara el nuevo siglo con una nómina integrada por el pianista Marcin Wasilewski, el contrabajista Slawomir Kurkiewicz y el baterista Michal Miskiewicz en lo que supuso un impulso renovador para su música en soberbios discos como Suspended Night (2004) o Lontano (2006).Incansable en una progresión compartida en sus estancias entre Varsovia y Nueva York, Stanko activó en 2012 un nuevo proyecto bautizado como New York Quartet. Su debut, Wislawa (2013), estuvo dedicado a su compatriota y colaboradora, la poeta y Nobel de Literatura Wislawa Szymborska, fallecida ese mismo año. En su interior, música equilibrada y minuciosa cuya nueva formación insuflaba diligencia e inmediatez a sus espaciadas interpretaciones y que ahora halla continuación en este sustancial December Avenue.

Reuben Rogers ha sustituido a Thomas Morgan en el contrabajo mientras que el estimulante pianista cubano David Virelles y la batería del infalible Gerald Cleaver repiten presencia en un grupo que armoniza el tono crepuscular de Cloud con el canon dinámico de Burning Hot, sin perder un ápice de calado y serenidad, evocando un reflejo cinematográfico donde pervive el rastro del maestro Komeda. El acento invernal de su neoyorquina portada se injerta en un guión propio con el que Stanko vuelve a rendir tributo a la cultura polaca con Ballad for Bruno Schulz, dedicada al escritor y artista. No falta lugar para la aportación compositora de sus compañeros en tres temas (Conclusion, la autodedicada David and Reuben y Sound Space) que refuerzan la cohesión de un cuarteto destinado a diluir las distancias entre nacionalidades y fronteras.

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