La ciudad y los días
Carlos Colón
Montero, Sánchez y el “vecino” Ábalos
Transición energética
La evolución del suministro total de energía en España entre 1990 y 2024 refleja un cambio estructural en la matriz energética del país. Los datos de la Agencia Internacional de la Energía muestran cómo las fuentes fósiles han perdido peso en beneficio de las renovables, especialmente a partir de 2019, cuando el uso de carbón se desplomó.
En 1990, el carbón aportaba más de 800.000 terajulios (TJ) al suministro total, mientras que la eólica y la solar apenas aparecían en las estadísticas (1.060 TJ). Treinta y cuatro años después, la situación es radicalmente distinta: en 2024, el carbón apenas llega a 102.000 TJ, frente a los 1,2 millones de TJ que suman solar, eólica y otras renovables. La energía nuclear, que se ha mantenido relativamente estable durante décadas, también queda por detrás de las renovables en el balance total.
El gas natural se consolida como el principal soporte fósil, con 1,2 millones de TJ en 2024, aunque su consumo ha mostrado altibajos ligados a la coyuntura internacional y al papel como respaldo del sistema eléctrico. El petróleo y sus derivados siguen siendo la fuente dominante en términos absolutos, con más de 1,6 millones de TJ, sobre todo por el peso del transporte.
La gran transformación se ha producido en los últimos cinco años. En 2019, con el cierre progresivo de centrales de carbón, España redujo drásticamente la aportación de este combustible. Paralelamente, la inversión en fotovoltaica y eólica ha disparado la producción renovable: de apenas 6.000 TJ en 1998 a superar el millón de TJ en 2024.
Este cambio sitúa a España en una posición de liderazgo en Europa en el desarrollo de energías limpias, aunque el desafío de reducir la dependencia del petróleo y del gas importado, para cumplir con los objetivos de neutralidad climática en 2050, persiste.
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