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El aniversario sin velas de Messi

  • El astro argentino, sin brillo hasta ahora en el Mundial, cumple hoy 31 años en pleno debate sobre su figura única

Messi camina sobre un bucólico fondo durante un receso del entrenamiento argentino en Bronnitsy.

Messi camina sobre un bucólico fondo durante un receso del entrenamiento argentino en Bronnitsy. / alberto estévez / efe

Coleccionista de distintivos individuales y galardones colectivos, generoso en jugadas para el recuerdo aunque rapaz en la adquisición de récords, el argentino Leo Messi se muestra habitualmente comedido a la hora de calibrar su grandeza.

El astro rosarino detalla sus éxitos como logros colectivos, ajusta su figura a la de "un jugador más", si bien la historia del fútbol alumbra una nueva realidad desde su irrupción en el primer equipo del Barcelona.

Ni Alfredo di Stéfano es ya el máximo goleador de los clásicos en España; ni Zarra, el de la Liga; ni Gabriel Batistuta, el de la selección argentina. Paulino Alcántara tampoco es ya el máximo realizador histórico del Barcelona, ni Gerd Müller el goleador más fecundo en una misma temporada. Todo eso es Messi, asimismo máximo asistente en la historia de la Liga y jugador con más Balones y Botas de Oro.

Hoy, 24 de junio, día de San Juan Bautista, cumple 31 años Messi. Y lo hace con su brillo apagado en pleno Mundial. Pero cada vez son menos los aficionados que discuten que va camino de convertirse en el más dichoso de cualquier época. Muchos coinciden, no en vano, en que es el mejor de su tiempo, dada la cotidianeidad de sus exhibiciones.

Leo Messi advirtió de que su brillo era distinto el 16 de noviembre de 2003. Dos años y ocho meses después de su estreno en el infantil B del Barcelona, se probó con el primer equipo en un amistoso ante el Oporto. Se licenció poco después, ante la Juventus en el verano de 2005, cuando se marchó del Camp Nou ovacionado y con el técnico rival, Fabio Capello, absolutamente rendido a su talento. "Lo había visto con la selección juvenil argentina y me pareció un gran jugador. Pero otra cosa es verlo en este estadio, con esta camiseta y ante tanta gente. Nunca había visto un jugador de tanta calidad", reseñó el técnico italiano.

Desde entonces Messi ha lucido como genio semana tras semana, competición a competición. Con él, el Barça ha ganado nueve Ligas, cuatro Ligas de Campeones, seis Copas del Rey, tres Mundiales de clubes, tres Supercopas de Europa y siete de España.

A esos 32 títulos suma con la selección argentina el oro olímpico logrado en 2008, las platas en el Mundial de Brasil 2014 y las Copas América de 2007, 2015 y 2016, además de un entorchado en el Mundial sub 20 de 2005. En su currículum apunta también dos goles maradonianos: su poderoso eslalon ante el Getafe y otro ante el Espanyol con la mano.

Pese a las eternas comparaciones con Diego Armando, son muchas las voces que se posicionan a favor del rosarino. "Maradona era mi ídolo de infancia", contó Pep Guardiola durante una visita a Argentina, "pero como Messi yo no he visto ninguno". "Es único", redondeó el ahora preparador del Manchester City.

Para que todos los argumentos converjan en consenso, sin embargo, no le reclaman ni más goles inenarrables ni asistencias metódicas. Sólo una copa, la Copa del Mundo, la que Argentina ansía desde 1986, bastaría para encumbrarlo sin más discusión como incomparable en la historia.

Con la albiceleste, sin embargo, Messi añora aquello que topó en Barcelona. En el verano de 2008, hace una década, Guardiola dio con el ecosistema ideal para la felicidad del 10: el fútbol como relación de once jugadores con la pelota. "Lo que quiero es tenerla siempre. Dar pases y pases. Y otro más. Y otro...", explicó entonces.

Ocurre que con Argentina el balón a Messi le llega menos, extraviado, en posiciones más beneficiosas para los defensas que para él. "No pretendamos que Messi gane la Copa él solo. Contra Croacia jugó como pudo, él no puede arreglar todos los problemas de sus compañeros", dijo ayer Maradona desde Rusia.

En el Mundial su rostro es sintomático. Más allá de un penalti fallado, no está disfrutando, ya sea con Biglia y Mascherano o con Enzo Pérez y Acuña. A la generación de Messi, que también es la de Agüero, Banega, Higuaín y Di María, puede quedarle una última noche en un gran evento con Argentina. Este martes se jugarán en San Petersburgo ante la Nigeria su continuidad en el torneo. Los seguidores piden al 10 goles y soluciones. Su entorno, en cambio, que sople 31 velas deseando volver a ser el chico de Grandoli. Ése que se divertía jugando al fútbol y convirtiendo en campeón al que ganaba el pan y queso: a Messi siempre lo escogían el primero.

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