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Cameron afronta el mayor miedo británico

  • El primer ministro asegura que acabará con la crisis migratoria con medidas que suenan "escasas"

David Cameron quiere aparentar que tiene la solución. "La situación es inaceptable y es prioridad absoluta de este Gobierno hacer todo lo que esté en nuestras manos", escribió el primer ministro británico ayer en Twitter en tono decidido respecto de la crisis con inmigrantes que se está viviendo en Calais (Francia).

Pero sus propuestas suenan más bien torpes: se enviarán perros rastreadores al lado francés del eurotúnel y se levantarán vallas, anunció. Es poco probable que las personas que buscan una vida mejor en el Reino Unido se dejen intimidar por eso.

La noche del jueves al viernes, cientos de inmigrantes arriesgaron sus vidas intentando trepar a trenes para llegar a Folkestone, Inglaterra.

"Los ferrys se volvieron demasiado difíciles, por eso ahora lo intentan con trenes", relató Uhrad, un eritreo de 30 años, a un periodista del Telegraph. "Cuando eso se vuelva difícil, la gente nadará".

Francia y el Reino Unido ya invirtieron millones para asegurar mejor el urotúnel. Pero de todas maneras, el campo de refugiados en Calais sigue creciendo. Y una y otra vez hay inmigrantes que consiguen llegar al otro lado del Canal de la Mancha.

Ayer, por ejemplo, hubo dos que lograron trepar al techo de un camión. El jueves, doce personas fueron descubiertas en el interior de un acoplado. Todas fueron detenidas.

Parte de la prensa británica y también uno que otro político reaccionan a estas informaciones como si el país estuviese ante una invasión.

Por eso, Cameron no tiene otra opción que hacerse el hombre fuerte que tiene todo bajo control o, al menos, que tendrá todo bajo control. Aún desde Vietnam el jueves anunció que habrá más deportaciones y un endurecimiento de las leyes.

El debate sobre las fronteras y su protección se calentará nuevamente antes del referéndum sobre la permanencia del Reino Unido en la UE y seguramente será impulsado por los populistas de derecha.

El tema inmigración -ya sea ilegal o procedente de países de la UE- altera a la ex potencia mundial como pocos otros.

Y no es un tema feliz para Cameron. Su iniciativa de reducir la cantidad de inmigrantes a 100.000 al año fracasó estrepitosamente. Y en las negociaciones por las reformas en la UE también se espera una derrota: entre otros, la canciller alemana, Angela Merkel, dejó claro que no habrá ningún cambio al principio de la libre circulación de trabajadores en Europa.

Pero ahora Calais está en el primer lugar de la agenda. También porque el caos en el túnel lleva a largos atascos en el sur de Inglaterra. Eso molesta a los turistas, pero sobre todo al sector del transporte. Según la BBC, la espera puede llegar a ser de hasta 18 horas. Eso le cuesta a la economía británica unos cinco millones de libras (en torno a siete millones de euros) al día.

"Tenemos personas que intentan llegar de forma ilegal a nuestro país y aquí, en el Reino Unido, tenemos camioneros y turistas que posiblemente sufran esos atascos", resumió Cameron la situación.

No dijo nada sobre la situación de los refugiados, entre ellos niños y mujeres embarazadas, que según la organización Doctors of the World enferman gravemente porque les falta agua, comida e instalaciones sanitarias. Tampoco dijo ni una palabra respecto de una solución a largo plazo.

"Los migrantes de Calais son la vergüenza de Europa", consideró el Financial Times. "Europa podría solucionar la crisis migratoria, si quisiera", opinó The Guardian. Lo que está claro es que con perros y vallas no se resuelve mucho.

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