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La transición en Corea del Norte, un gran interrogante

  • Kim Jong-un apenas tiene 30 años y hay dudas sobre su capacidad y sus apoyos para asumir el poder.

Desde la muerte de Kim Jong-il en Corea del Norte no han parado de circular los interrogantes y preocupaciones acerca de cómo será la transición en el poder, lo estable que será el próximo gobierno y, en general, qué se puede esperar del país, a menudo beligerante e imprececible. Analistas extranjeros creen que la estabilidad se mantendrá a corto plazo, pero temen que a la larga se dé el potencial para una lucha de poder interna y nuevas provocaciones a sus vecinos.

Según informaciones publicadas en la prensa, la principal agencia de inteligencia de Corea del Sur prevé que un gobierno provisional dirija el país hasta que el hijo menor de Kim y su elegido sucesor, Kim Jong-un, tome las riendas oficialmente. Dicha administración de transición estaría formada por una comisión del gobernante Partido de los Trabajadores liderada por el mismo Kim Jong-un, indicó el Servicio Nacional de Inteligencia en un informe enviado a la Asamblea Nacional surcoreana. Las fuentes citadas por la agencia de noticias Yonhap indican que el propósito de la comisión será procurar un traspaso pacífico del poder en el país comunista.

Los vecinos de Corea del Norte han analizado las anteriores transiciones en busca de signos acerca de lo que podría ocurrir desde que los medios oficiales anunciaron la muerte del líder norcoreano por un infarto cardiaco. Después de tres años de luto oficial, Kim Jong-il nunca asumió formalmente el poder tras la muerte en 1994 de su padre y fundador de Corea del Norte, Kim Il-sung.

Kim Jong-un es joven -se cree que todavía no ha cumplido los 30 años- y apenas ha tenido un par de años para prepararse para sus nuevas responsabilidades, lo que ha despertado dudas acerca de si ha sido capaz en este tiempo de solidificar una base de poder suficiente para controlar el gobierno de corte estalinista. No está claro tampoco qué papel jugará Jang Song-thaek, cuñado de Kim Jong-il y quien también se cree que podría haber sido el número dos en la anterior administración. Antes de su muerte, Kim Jong-il trabajó para afianzar las posiciones de su cuñado y de su hermana, Kim Kyong-hui.

Los analistas estiman que el matrimonio podría acompañar a Kim hijo en la toma de poder, pero también consideran que Jang podría haber creado sus propias estructuras dentro del poder y podría representar un obstáculo para Kim Jong-un. Según Park Young-ho, analista en el Instituto para la Unificación Nacional de Corea, la poderosa elite de Corea del Norte podría actuar rápidamente para que Kim Jong-un asuma el poder, ya que esto contribuiría a evitar la inestabilidad y el colapso del empobrecido país. "Este círculo interno busca mantener la estabilidad por encima de todo. Para hacerlo necesita ganarse el apoyo de los círculos políticos y militares", afirmó Park.

Otro factor que hace augurar un 2012 tranquilo es China. Jack Pritchard, ex enviado especial estadounidense para Corea del Norte y ahora presidente del Instituto de la Economía Coreana, con sede en Washington, estimó que el nuevo gobierno procurará no disgustar en un futuro próximo a su único aliado importante. La probabilidad de provocaciones por parte de Pyongyang en el próximo año es baja, indicó Pritchard. "Una provocación en estos momentos podría afectar al potencial de China de convertirse en un respaldo a gran escala", afirmó.

Aunque también esto es un gran interrogante, en vista de que el régimen norcoreano ha recurrido en el pasado con frecuencia a amenazas, ataques y a su programa nuclear para conseguir concesiones de la comunidad internacional y aglutinar el apoyo de la población.

Las provocaciones del año pasado, que incluyeron el hundimiento de un buque de guerra surcoreano, un bombardeo con artillería de una isla fronteriza surcoreana y la presentación a un científico estadounidense de una planta de enriquecimiento de uranio con cientos de centrifugadoras fueron contempladas por los servicios de inteligencia y observadores como parte de los esfuerzos de Kim Jong-il de afianzar su régimen y el de su sucesor elegido. Algunos agentes de inteligencia y analistas creen que fue Kim Jong-un quien impulsó los ataques al buque y la isla, en los que murieron 50 surcoreanos. Corea del Norte rechazó encontrarse detrás del hundimiento y aseguró que el bombardeo se trató de un acto de autodefensa. Pritchard opina, sin embargo, que Corea del Norte ya ha pagado un alto precio diplomático por la escalada del año pasado.

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