Miren Iza | cantante de Tulsa
"Hago relatos cantados"
Rosario Toledo. Bailaora
Aparece Rosario Toledo con tacones, mallas de lycra sport y camiseta de lunares. Se pide un té mientras rebusca apresuradamente en el bolso al darse cuenta de que la fotógrafa la está esperando. Saca entonces un pequeño espejo y una barrita de labios roja de esas que en segundos impregnan de felicidad la cara y de paso el día. "Ea, ya estoy".
Habíamos quedado con ella para hablar de ADN, el nuevo espectáculo que ha estrenado con gran éxito en el Festival de Jerez y que trae al Teatro Central de Sevilla dentro del ciclo Flamenco Viene del Sur. Una propuesta en la que esta artista visceral, orgánica y luminosa ha querido cuestionarse la pregunta más difícil: ¿quién soy? O mejor, matiza, ¿qué soy?, ¿qué es lo que tengo de genuino? Tras la reflexión inicial llega la respuesta más sensata, que termina al fin por ser la más evidente. Toledo es "una bailaora del siglo XXI, joven y de Cádiz" que indaga esta vez en toda su herencia genética para reivindicarse a sí misma y, sobre todo, a una tierra que, como ella, está repleta de contrastes.
A partir de aquí empieza su declaración de intenciones. La necesidad de huir de la postal de La Caleta y la Balaustrada de Puerta de Tierra para mostrar la verdad que encuentra, por ejemplo, en la Plaza de Abastos, o la vida que se esconde en los callejones de portales decadentes.
-Dice usted al presentar ADN que uno no puede escapar de lo que uno es, ¿se entendería su flamenco sin Cádiz?
-No es que mi flamenco no se pueda entender sin Cádiz, es que a mí no me gustaría que se pudiera. Este proyecto ha empezado con un proceso de aprendizaje en el que he releído a mi adorado [Fernando] Quiñones, he buscado anécdotas, he indagado en artistas como Pericón y he vuelto a darme cuenta de que mi tierra no deja de sorprenderme. Por eso he sentido la necesidad de descubrir qué tengo yo de todo eso, cómo ha afectado ese carácter en mi forma de bailar.
-En ese proceso, ¿qué descubre que lleva de la Tacita de plata?
-El espíritu imbatible que puede con todo, hasta con las penas. Cómo las fatigas que hay, que son muchas, se ganan con el sentido del humor y la sonrisa. No hablo de cachondeo, que a veces se mal confunde, hablo de la alegría, el buen talante, las ganas de vivir. En este sentido, ADN es una victoria, vida. Un canto a la fortaleza, al salir haca delante.
-Que en el flamenco se traduce a...
-Mucho en el factor ritmo, no en lo literal sino en todo su abanico. Los acentos, los matices, los tiempos, las forma de marcar, rematar... Esto es diferente a mi tierra. También de alguna forma llevo de Cádiz la musicalidad, la versatilidad, la gestualidad, la feminidad, el contraste, la fuerza contenida.
-¿Y cómo trabaja para que todo eso se vea en el espectáculo?
-Pues estudiando mucho la elección del repertorio y del elenco. Desde un principio supe que Juan Villar tenía que estar porque lo trimilenaria que es Cádiz lo es él en el flamenco; por eso lo pongo como "maestro invitado" aunque en todos sitios se empeñen en decirle "artista invitado". Luego, por otro lado, David Palomar es la juventud. Tiene una personalidad increíble y juntos en el escenario muestran todos los colores que yo quería.
-Por la parte que le toca, de nuevo explota su faceta teatral como ya hizo en Aleluya erótica, ¿sabe usted bailar sin interpretar?
-Definitivamente no. Llevo trabajando con directores de teatro muy buenos desde mis comienzos y mi propia forma de entender el arte ya lleva implícito un proceso creativo. Yo no puedo reproducir movimientos y punto. Estoy acostumbrada a bailar desde lo emocional, desde lo que tienes dentro, ni más ni menos.
-Hablaba antes de la importancia del repertorio, ¿qué ha primado para la selección?
-Tenía claro que las piezas tenían que oler a Cádiz y, aunque es difícil elegir, puedo decir que por suerte me han quedado muy pocas cosas fuera. El programa incluye alegrías, milonga, rumba, soleares, caña, tanguillos..., algunos de los cuales tuve claro desde el principio. Además, necesitaba meterme en algún charco. Soñando el Chacarral, por ejemplo, es un fandango propio de Cádiz muy arraigado al folclore, que me interesó bastante porque en su celebración el baile era lo que primaba por encima del cante o la guitarra. Luego, uno de los momentos más cómicos es el de la rumba cubana, donde hay un guiño a Chano y una letra sin desperdicio que grabó Canalejas de Puerto Real y que dice algo así como "la mujer que quiere a un chino es que no tiene amor propio, porque el chino fuma opio y alborota a los vecinos".
-¿Es en esa guasa en la que ha encontrado Rosario Toledo su libertad artística?
-Seguramente sí. Nos dimos cuenta después. Cuando ya estaba todo prácticamente montado fuimos conscientes de que todos los números los acabamos con una sonrisa, con un aje. De forma natural, inconsciente.
-¿Cree que este flamenco de su tierra ha sido suficientemente reconocido?
-Es verdad que esa forma de hacer el flamenco desde un lado festivo o humorístico no se ha puesto en valor como se merece. Parece que aquí se tiene que morir la gente. Aunque es necesario hacer un poco de autocrítica y el pueblo gaditano, por su propia forma de ser, tiende a tener una actitud conformista.
-Después del éxito que ha tenido en el Festival de Jerez, ¿cómo espera que la reciba Sevilla?
-Estoy igual de nerviosa o peor porque para mí es mi segunda casa y sé que van a venir muchos compañeros a verme, que es una responsabilidad horrorosa. Además, ha ido tan bien que me da vértigo pensar cómo va a salir esta vez. Pero bueno, el trabajo está hecho. Así que esperemos que guste.
-Decía al principio de que este proyecto es una victoria, ¿en qué se siente triunfadora?
-Antes de nada en que lo he disfrutado muchísimo. Es verdad que el artista se debe a su público, pero también a sí mismo. Aquí he podido por fin respirar lo que soy. Al mismo tiempo, sé que es completamente atemporal, que lo podría hacer siempre y que en todo lo que haga a partir de ahora siempre va a haber un poco de este espectáculo dentro. ADN siempre va a permanecer porque soy yo y mi tierra y eso no desaparece nunca.
-Por el contrario, ¿con qué se ha descubierto incompatible?
-Con lo postizo, con lo forzado, con la copia, con lo metido con calzador. A mí me gusta la fluidez, lo contrario no sé lo que es pero no lo quiero. Soy de clímax, no de corsés. Al final es lo mismo que no soporto en la vida. Valoro la verdad, la claridad y el optimismo.
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