Cultura

El Afganistán más veraz

  • Melania G. Mazzucco relata la vuelta a casa de una soldado herida gravemente en un atentado y hace a la vez una crónica de la Italia actual

Limbo. Melania G. Mazzucco. Trad. Xavier González Rovira. Anagrama. Barcelona, 2014, 496 páginas. 22,90 euros.

Las aproximaciones literarias a la guerra de Afganistán son todavía escasas. En España, más allá de la crónica de alguna intrépida corresponsal (léase Mónica Bernabé), se ha escrito muy poco en formato libro sobre este conflicto y la historia de este país. En Europa tampoco abunda la literatura sobre este tema. Está aún reciente la guerra, hace apenas un año que regresaron a sus países los últimos soldados de las misiones de la ISAF y es necesario quizás algo más de tiempo para ir adquiriendo ese poso necesario para elaborar una obra de ficción, algo que tenga otras pretenciones distintas a la crónica periodística y el relato veraz de unos hechos.

El cine sí había dado ya ese paso. La brillante La noche más oscura, que recrea la caza de Osama bin Laden, es un buen ejemplo de una cinta de ficción -eso sí, a veces adquiere trazos de documental- sobre Afganistán. Ese mismo espíritu parece presidir el último trabajo de la escritora italiana Melania Gaia Mazzucco (Roma, 1966), Limbo, que ha llegado esta primavera a las librerías españolas de la mano de la editorial Anagrama. En las casi 500 páginas de Limbo se mezclan ficción y realidad, literatura y periodismo, sin que a veces se distingan uno del otro.

Evidentemente, la soldado italiana que resulta herida en un atentado en Afganistán y vuelve a su pueblo a pocos kilómetros de Roma es un personaje de ficción. Su pelotón y su base tampoco existen. Pero no es de extrañar que cualquier militar que haya estado en aquel país se identifique con el personaje de Manuela Paris, su vida cuartelaria en un campamento en mitad de la nada y los valores que la llevaron a entrar en el Ejército.

El Afganistán que retrata Mazzucco es tan real como el que vieron y sufrieron los soldados italianos -y españoles, claro- que estaban en misión ¿humanitaria? en aquel país de locos. Mazzucco dedica páginas y páginas a relatar con detalle la vida en la misión, el manejo de las armas, las expediciones a las montañas para detener a terroristas en colaboración con los policías afganos, las visitas de la prensa a la base, los trabajos para poner en marcha una escuela en un pueblo perdido, los vínculos especiales creados entre los miembros de la misma unidad, las dificultades de una mujer para ser un mando militar, el miedo a que el próximo Toyota Corolla que se acerque a la base explote en cuestión de segundos, y hasta las hormonas a flor de piel de un grupo de jóvenes salidos tras seis meses encerrados en unos barracones.

Así contado, esto podría hacer que cualquier persona sin interés por lo castrense abandonara el libro en las primeras páginas. Pero la literatura de Mazzucco tiene muchos quilates. La autora romana recurre a una estructura en dos tiempos, el presente de la soldado mientras se recupera en su pueblo natal y el pasado en Afganistán. Ambos se entremezclan y así, hábilmente, atrapa al lector menos interesado en el Ejército que pueda existir. A ello contribuye también el excelente arranque de la novela, donde se cuenta, con cierta tristeza, la vuelta de la soldado Paris -gravemente herida y cambiada para siempre- a la pequeña ciudad costera que la vio nacer.

La autora no sólo consigue hacer interesante una narración bélica, sino que también arma una crónica de la Italia actual, triste y decadente, en la línea de lo que ya hiciera en una de sus novelas anteriores, Un día perfecto. Alrededor de la soldado Paris gira su familia, su madre, su hermana, la hija de ésta, su abuela... Aquí aparece un nuevo personaje que introduce un componente misterioso, un tipo que habita en un hotel frente a la casa de las Paris y que aporta el contrapunto a Manuela, la mirada de alguien que no hizo ni siquiera la mili.

Mazzucco cuida a sus personajes, los dota de profundidad, de complejidad. De veracidad, al fin y al cabo, volviendo al eterno debate entre periodismo y literatura. No le habrían sobrado al libro unas notas aclaratorias sobre los variados acrónimos militares y sobre los grados en el Ejército italiano, que cuando uno lee la palabra mariscal piensa más en estrategas como Rommel y Petáin que en una voluntariosa suboficial cuyo equivalente en España sería el de cabo.

Limbo es la séptima novela de Melania Mazzucco. Su obra más conocida es Vita, publicada en 2003 y galardonada con el premio Strega, el más importante de las letras italianas. Anagrama acaba de editarla en su colección de bolsillo. En ella narra la historia de su familia y cuenta la vida de los italianos que emigraron a Estados Unidos, Mano Negra incluida. La novela histórica la cultivó justo antes de Limbo con La larga espera del ángel, una biografía de Tintoretto que, entre otras muchas virtudes, incluía una sobrecogedora crónica de una de las epidemias de peste que asoló Venecia: su relato de los cadáveres siendo quemados en balsas en mitad de la laguna la elevó a los altares de la nueva narrativa italiana, compartiendo quizás Olimpo con Niccolò Ammaniti.

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