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En palabras de Jo… Mujercitas | crítica de teatro

Ajuste de cuentas

Sororidad en el equipo artístico de esta nueva y libre versión de 'Mujercitas'

Sororidad en el equipo artístico de esta nueva y libre versión de 'Mujercitas' / Esmeralda Martín

Un mes antes del comienzo del confinamiento tuvimos la oportunidad de ver en el Teatro Lope de Vega La pasión de Yerma, una sugerente y audaz versión de la obra de Lorca, que tenía como responsables a la dramaturga Lola Blasco y a la directora Pepa Gamboa.

Repiten fórmula, la primera escribiendo la adaptación y la segunda volviendo a hacerse cargo de la dirección. Supongo que ambas son ampliamente conscientes de que están inventando un género nuevo  que consiste en destripar textos ampliamente reconocidos pero que, pasado el tiempo, admiten una generosa adaptación que los convierten en más verdaderos y, sobre todo, más alejados de la censura y la falta de honestidad.

Ni me acuerdo de cuántas versiones se han hecho cinematográficamente sobre Mujercitas, tampoco recuerdo las cienes de veces que se ha programado su proyección en las navidades de cada año. Hemos asistido a una ensoñación de lo que era la vida de aquellas mujercitas que seguían machaconamente abordando el destino de la mujer como compañera, madre y cuidadora. Lola Blasco ha puesto la lupa sobre la biografía de Louisa May Alcott y ha descubierto que fue censurada, manipulada y obligada a usar un seudónimo para sus novelas negras en las que no tuvo reparo en retratar adulterios e incestos.

De esta manera el tándem Blasco-Gamboa ha pergeñado un bellísimo espectáculo con una producción suntuosa en la que la escenografía de Antonio Marín, el vestuario de Guadalupe Valero, la iluminación de Juanjo Llorens y la música de Luis Miguel Cobo acunan, envuelven y empoderan el trabajo de seis actrices encabezadas por las maravillosas Maite Sandoval y Clara Sanchis y que,desde su apariencia clásica, se convierte en una revolución feminista donde se ajustan las cuentas con la versión edulcorada que nos dio Hollywood.

Pepa Gamboa, fiel a su estilo, no duda en potenciar algunos excesos y anacronismos y sólo se le va la mano en ese dilatado final.

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