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quitamiedos | Crítica de teatro

Amor de ángel

Jesús Barranco y Luis Moreno, celestiales en esta obra de Iñaki Rikarte

Jesús Barranco y Luis Moreno, celestiales en esta obra de Iñaki Rikarte / Aitor Matauco

La compañía vasca Kulunka ha pasado por esta edición del feSt dejándonos uno de los momentos más inolvidables de su programación. Multipremiados con sus tres anteriores montajes: André y Dorine, Solitudes (teatro de gesto y máscaras) y Edith Piaf, Taxidermia de un gorrión, con Quitamiedos se adentra en el terreno fantástico del mundo de los ángeles, en este caso de los que nos acompañan y nos guardan.

Un texto hermoso, sutil, lleno de poesía y realidad (el tema tiene mucho que ver con una burocracia celestial que se parece mucho a la terrenal) escrito por el, también, director y actor Iñaki Rikarte.

Quitamiedos es esa obra delicatessen en la que todos sus ingredientes son de excelente calidad, desde las inmejorables interpretaciones de Jesús Barranco y Luis Moreno que se mueven en esa difícil línea entre lo real y lo mágico: Barranco es el ángel de la guarda, con aire de funcionario que guarda un gran secreto, y Moreno un joven de 39 años que acaba de morir en un accidente de tráfico por dejarse llevar por la belleza de una puesta de sol.

Como en El rayo verde de la película de Eric Rohmer, nuestros personajes tienen un momento, lo que dura en enfriarse el cuerpo del difunto, para poner en orden los papeles de toda una vida.

Será en este espacio de tiempo en el que el ángel de la guarda deberá  confesar la pasión que siente por su custodiado.

Una metáfora sobre el amor que adquiere dimensiones tragicómicas pero que con la música de Luis Miguel Cobo, la escenografía de Ikerne Giménez, el texto y la dirección de Iñaki Rikarte y la celestial interpretación de Jesús Barranco y Luis Moreno se convierte en delicioso placer  teatral.

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