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Cultura

Arte de la dulce queja

  • Rocío Márquez, ganadora de la Lámpara Minera, debuta en el disco con un DVD que recoge su espectáculo 'Aquí y ahora'

Rocío Márquez cambia la queja por la dulce queja. La diferencia es que la primera es estéril y la segunda absolutamente fértil. Ante la crisis discográfica, agudizada por las fiebres que en los últimos tiempos viene padeciendo todo el sistema capitalista, responde Márquez con iniciativa, creatividad y saber hacer. Márquez es Lámpara Minera en el último concurso del Festival de las Minas de La Unión. En lugar de esperar al consabido disco grabado en dos días, que es parte del premio, debuta a nivel de registros de su arte con un vídeo. Éste DVD es una grabación en directo, en el Teatro de La Nave, de su espectáculo Aquí y ahora. La obra transcurre en su mayor parte en los ámbitos del flamenco de tradición, eso sí, dicho a la personal manera de Márquez, a la que hay que situar entre lo más sobresaliente de esa nueva generación cantaora onubense de la que fue pionero Arcángel, y en la que militan La Argentina, Jeromo Segura y otros jóvenes valores ocupados y preocupados por los aspectos técnico-melódicos de la voz. Además Rocío no se ha buscado, para esta edición, un acompañamiento de más o de menos campanillas que los músicos que habitualmente la sitúan en la escena, encabezados por la guitarra de Guillermo Guillén. La cantaora ofrece lo que es, en una obra grabada sin red ni pinchazos.

Aquí y ahora es un prodigio de buen gusto. Principalmente por la voz protagonista: afinada, de amplio registro y plena de emoción. Después por la sutileza de los arreglos. Y finalmente por una puesta en escena tan cálida como austera. También el estilismo, el vestuario, las luces e, incluso, la realización, pese a no estar sobrada de medios, están cuidados al máximo.

Al nivel musical me llama la atención el tema Como pasa la vida. La constatación de cómo la escuela morentina de hacer música no se limita a la interpretación sino que la calidad del granadino como compositor parece tener asegurada su continuidad en la nueva generación cantaora. Como sabemos, Morente se descubrió como compositor de nuevas músicas flamencas por su cualidad de lector. Fue la poesía de Lorca, Machado, Hernández, Juan de la Cruz o Lope de Vega lo que le lanzó a componer nuevas melodías flamencas para estos textos. No hizo, como otros, el intento, fallido desde el concepto, de calzar los metros y el léxico de la poesía denominada culta en los estilos flamencos clásicos. Por el contrario, inventó nueva música flamenca, como digo. Pues bien, eso mismo hace Rocío Márquez en el tema señalado para un fragmento de las Coplas por la muerte de su padre de mi paisano Jorge Manrique. El arreglo es exigente al nivel melódico, y Rocío sale airosa del envite: no en vano es compositora e intérprete. Además ha tenido el acierto de incorporar un arreglo fronterizo, de laud árabe y darbuka, para una obra con vocación de frontera.

Incluye otras dos canciones, más convencionales aunque también más espectaculares a nivel escénico. Unas bulerías sobre copla de Quintero/León/Quiroga y unos tangos propios: temas con gancho y estribillos que Márquez interpreta en pie mostrando en detalle el vestuario de Manuela Berro. Fandangos, también en pie, y alegrías, son composiciones de José María de Lepe, que acompaña a la cantaora en los cantes de su tierra. Como era de esperar, éste es uno de los momentos más potentes de la obra. Por granaínas demuestra que es una estilista del arte chaconiano, sin desconocer las aportaciones posteriores a este cante, en especial las de Vallejo. Para la taranta la escenografía (que cambia, junto al vestuario, de un tema a otro) reproduce una galería minera: los cantes mineros que le valieron el primer premio en La Unión se alejan, por fortuna, del tópico grandilocuente y fosilizado que se había impuestos en los últimas ediciones del Festival. Por serranas sigue en su aire pastoril a su paisano Antonio Rengel, discípulo en este sentido de Antonio el Portugués, incluso en el jabegote de remate, alejándose del estándar actual impuesto por Pepe de la Matrona en los sesenta de rematar con la seguiriya de María Borrico.

La soleá es un auténtico mano a mano con Guillén, con una puesta en escena sorprendente: un cara a cara de los dos intérpretes. Con mucha parsimonia van desgranando una serie de variedades melódicas en las que Rocío demuestra que la perfección técnica no está reñida con los estallidos emocionales.

Así pues, Rocío Márquez no es sólo una nueva (para los que no la conocieran hasta ahora, es decir, el gran público flamenco) y bonita voz, respaldada por una poderosa imagen. También es una fina estilista, creadora y, como digo, capaz de asumir riesgos como los que supone éste atípico debut en DVD. Y todo esto con poco más de 20 años.

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