Bachcelona Consort | Crítica

Visita a la academia barroca

Bachcelona Consort durante el concierto.

Bachcelona Consort durante el concierto. / Pepo Herrera, Femàs (San Luis de los Franceses)

Un joven elenco de estudiantes muy avanzados y profesionales en sus primeros pasos, procedentes del Festival Bachcelona, afrontó un programa en el que también Bach era debutante, pues incluía dos de las primerísimas cantatas de las más de doscientas que nos han llegado.

El resultado disfrutó y padeció de las virtudes y defectos del academicismo. Por un lado fue admirable la firmeza técnica del conjunto, y la seguridad y pulcra afinación con la que afrontaron las siempre complicadas obras de Bach (y de Zelenka, más sencillo Lotti); más aún, desde la desnudez de una formación de un solo instrumento y una sola voz por pentagrama. Por otra parte se echó de menos más personalidad y valentía en unos planteamientos muy en la línea tradicional de la interpretación barroca del extinto siglo XX, y con un tono general de languidez y escaso vigor rítmico. El suave sonido del conjunto funcionó muy bien en el primer dúo de la BWV 4, delicado hasta el susurro, pero quedó algo corto en general, incluso para San Luis, con un rango dinámico escaso.

Entre los solistas destacó notablemente el bajo inglés Timothy Edlin, de timbre de una hermosura rara en su cuerda, enorme dominio técnico, gran homogeneidad en todo el registro y buen gusto. Algo débil en la zona grave, Matthew Thomson lució unos agudos redondos y muy bachianos. Cumplidora la alto Noble, Maëlys Robinne mostró grandes posibilidades: agudos brillantes, bonito legato y control de la afinación pese a cantar sin vibrato alguno.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios