Bienal de Flamenco

Bailar las penas y las luchas de hoy

  • La Piñona, Mercedes de Córdoba, Leonor Leal y Ana Morales dejarán en el Teatro Central, desde este domingo hasta el día 28, cuatro sugerentes pinceladas del joven baile flamenco

El director de la Bienal de Flamenco, Antonio Zoido, las bailaoras y coreógrafas Ana Morales, Mercedes de Córdoba y Lucía la Piñona y la directora general de Cultura del Ayuntamiento, Isabel Ojeda, ayer en Santa Clara.

El director de la Bienal de Flamenco, Antonio Zoido, las bailaoras y coreógrafas Ana Morales, Mercedes de Córdoba y Lucía la Piñona y la directora general de Cultura del Ayuntamiento, Isabel Ojeda, ayer en Santa Clara. / Claudia Ruiz (Bienal de Flamenco)

Hay que estar muy desconectado de su extraordinaria diversidad expresiva para comulgar con ciertos clichés que se refieren al flamenco. Uno de ellos, de gran predicamento lírico-folclórico, es ese que lo señala como cauce de enormes penas ancestrales, como si una manifestación artística –ésta u otra de cualquier orden– pudiera conservarse en un trocito de ámbar, ajena a su tiempo y a las cambiantes vicisitudes y motivaciones de sus creadores.

Este oportuno recordatorio lo lanzó ayer el director de la Bienal, Antonio Zoido, en la presentación conjunta de los espectáculos que presentarán en el Teatro Central cuatro de las más estimulantes bailaoras y coreógrafas de la actualidad, La Piñona, Mercedes de Córdoba, Leonor Leal y Ana Morales, invitadas a acreditar de nuevo que pese a su relativa juventud –pertenecen todas a la generación nacida en los 80– pisan fuerte ya no en el ámbito de la promesa, sino de la plena realidad.

La primera en comparecer sobre las tablas del teatro de la Cartuja será La Piñona. De su Abril, la obra que estrenará mañana (a las 21:00, al igual que los tres siguientes), ya se ha dado buena cuenta en estas páginas, pero cabe recordar que a la artista gaditana le ha servido, a la vez, para dedicarle el proyecto a su madre –que falleció en un mes de abril– y para rendir homenaje a la poesía cotidiana, callejera y luminosa de Juan Manuel Flores, letrista de buena parte de las canciones de Lole y Manuel y cómplice de artistas como Smash. Con dirección de Pedro G. Romero –"yo antes lo veía como el que hacía cosas raras, pero me ha sorprendido su capacidad para potenciar lo que tiene delante", confiesa–, el espectáculo, que no aspira a ser una biografía de Flores sino una inmersión "en sus letras y en su manera de ser y estar en el mundo" que se apoya en una inédita obra teatral infantil del autor para, a partir de ahí, brindar de paso por su "contexto histórico", en el que pasaron cosas "muy bonitas como el comienzo del nuevo flamenco y del diálogo de éste con el rock o el final de la dictadura".

Tomará el relevo Mercedes de Córdoba el jueves 24. Aunque no es por completo "autobiográfica", según recalcó, la cordobesa propone en su obra Ser: ni conmigo ni sin mí un espectáculo "muy íntimo y un poco duro, tanto por la escenografía como por la puesta en escena", pero que en última instancia no es oscuro ni dramático, sino esperanzador. Y ello es así, contó, porque en él ha volcado los "conflictos interiores" por los que ha pasado como artista, ya todos afortunadamente "superados". Con música compuesta por el guitarrista Juan Campallo y ayudada en la dirección del proyecto por Ángel Rojas, que supo entender su "cruz" –una metáfora que tendrá su plasmación literal en la escenografía–, esta discípula de Eva Yerbabuena admitió que "más que un proyecto era una necesidad". ¿De qué exactamente. De contar que "no todo es tan bonito como lo ve la gente cuando estamos en el escenario".

La jerezana Leonor Leal, que ayer no pudo asistir a la presentación conjunta de estos espectáculos en Santa Clara, presentará por su parte el 26 de septiembre la obra Loxa, una sucesión de coreografías desarrolladas, a modo de homenaje, a partir de los experimentos radiofónicos del intelectual y poeta granadino Juan de Loxa, inevitable referencia entre los flamencos y artistas de Granada. En su trabajo, con la asesoría artística de Pedro G. Romero, la bailaora encuentra emocionada la vanguardia, lo culto y lo popular.

Y para acabar en alto, pues no en vano ella es uno de los grandes talentos del baile flamenco de nuestros días, Ana Morales volverá el próximo día 28 al Teatro Central y a la Bienal con En la cuerda floja, un trabajo al que empezó a dar forma hace muchos meses y que ahora, con la gigantesca zozobra causada por la pandemia y sus efectos, cobra "más sentido aún". "Hace un año y medio tenía sentido para mí, en lo personal, y de repente se ha vuelto social", reflexionó la artista barcelonesa afincada en Sevilla sobre esta pieza de planteamiento escénico "sencillo" pero, como es costumbre en ella, muy meditado y que gira en torno a la noción de dualidad, desde el "equilibrio-desequilibrio" a la tensión entre "deseo y razón".

"Quiero bailar desde lo que soy en este momento", dijo hace un tiempo Morales, y ese sigue siendo hoy su principal estímulo para seguir buscando dentro de sí misma no estancarse como coreógrafa. Con música compuesta por José Quevedo Bolita e interpretada en directo por su trío, la bailaora ha procurado llevar todos esos pensamientos sobre su estado vital "al movimiento". Es un montaje, explicó, "muy abstracto, abierto y conceptual”, de modo que cada espectador podrá llevar lo que está viendo "a su terreno". Pero de igual modo Ana Morales ha puesto especial empeño en que "cada pensamiento que he tenido creando la pieza sea llevado a escena, que sea algo real, que a mi cuerpo le suceda algo" en este nuevo intento de explicarse la vida, su vida, en movimiento y subida a un escenario.

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