MARIAROSARIA D'APRILE & TOMMASO COGATO |CRÍTICA

Beethoven luminoso y sereno

Mariarosaria D'Aprile y Tommaso Cogato.

Mariarosaria D'Aprile y Tommaso Cogato. / DS

Ya que no otras instituciones, parece que es la iniciativa particular la que está tomando la delantera en la conmemoración sonora de los dos siglos y medio del nacimiento de Beethoven, como lo demuestran las integrales programadas en La Casa de los Pianistas (sonatas para piano, tríos y sonatas para violonchelo y piano) y esta integral de las sonatas para violín y piano propuestas por estos dos espléndidos músicos y felizmente acogida por el Espacio Turina.

La primera entrega de esta colección no ha podido dejar más alto el listón de calidad tras un concierto soberbio de principio a fin entregado con pasión a desentrañar las mil sutilezas y significados de estas tres últimas sonatas.

Ambos intérpretes optaron por presentar un Beethoven menos hercúleo y menos denso de lo que habitualmente suele hacerse con estas obras, que no en balde nacen entre 1802 y 1812. No es el Beethoven de los últimos cuartetos, sino que de las manos de los intérpretes nos emerge un Beethoven luminoso, transparente, de articulaciones muy definidas y sonidos muy controlados y matizados. Así, en la sonata nº 8 el control del pedal en combinación con arcos cortos y de energía muy controlada, junto con un mínimo de vibrato, posibilitó una lectura llena de claridad y de serena belleza. Aún con una mayor carga expresiva en los sforzandi, la Kreutzer resultó un modelo de atención a los detalles del fraseo, sobre todo en las detalladísimas variaciones del segundo tiempo. Y de nuevo la serenidad y la sobriedad con la décima sonata.

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