El Museo de Bellas Artes de Sevilla propone hasta el 29 de junio un completo recorrido por una de las corrientes fundamentales de la vanguardia con la exposición Colección Cubista de Telefónica, un itinerario que tiene como punto de partida la obra de Juan Gris y que se complementa con una mirada a la efervescencia de este movimiento en París y un repaso a los creadores españoles y latinoamericanos que en algún momento de sus carreras se sintieron atraídos por el cubismo. Un lenguaje "que por su capacidad de transformación se convirtió en un legado estético perdurable" y que creó junto a Braque un andaluz, Pablo Picasso -tal como recordó ayer el consejero de Cultura, Luciano Alonso- y que tuvo a otros representantes de la región como Daniel Vázquez Díaz y Manuel Ángeles Ortiz. La cita, que reúne 38 piezas fechadas entre 1911 y 1933, fue inaugurada ayer por Alonso junto al vicepresidente ejecutivo de Fundación Telefónica, Emilio Gilolmo, y la directora de colecciones y exposiciones de esta institución, Laura Fernández Orgaz.

Juan Gris (1887-1927) se mudó a París con 19 años, en 1906. El madrileño, que en España había trabajado como ilustrador en publicaciones como Blanco y negro, seguiría inicialmente haciendo encargos para revistas en Francia. "Se instaló en el mismo edificio que Picasso, lo que le permitió ser testigo del nacimiento del cubismo, aunque no es hasta 1912 cuando él da el salto a esta manera de pintar", cuenta Fernández Orgaz. Las primeras obras que se exponen en el Bellas Artes, como Verres, journal et bouteille de vin o La guitarre sur la table, revelan a un autor que parece seguir los cánones -una marcada rigidez de las formas, un cromatismo contenido- y que se va liberando con los años. Gris fue uno de los pocos que se aferró al cubismo más ortodoxo cuando acabó la I Guerra Mundial y otros compañeros giraron hacia unos presupuestos más convencionales, pero en su evolución exploró la manera en que podía introducir la poesía en la pintura. "A partir de los 20, empieza a ser menos geométrico, más poético y más lírico", resume la especialista sobre un cambio -una mayor riqueza en la gama de colores, líneas más sinuosas y curvas- que se advierte en una creación como La fenêtre aux collines, de 1923. La chanteuse, pintada apenas un año antes del fallecimiento del artista, una sofisticada y bella figura femenina, apunta un nuevo camino que Gris no pudo transitar. "El hecho de que Gris muriese joven hace que esta selección sea un pequeño compendio de la evolución de este artista", opina Fernández Orgaz.

Gris fue uno de los pintores por los que se apostó a principios de la década de los 80 cuando Telefónica decidió poner en marcha su colección artística. Tàpies, Chillida, Luis Fernández o Picasso, nombres "reconocidos nacional e internacionalmente" pero poco representados en las colecciones españolas "en un tiempo en el que no había tantos museos de arte contemporáneo como ahora", señala Fernández Orgaz, fueron otros autores que se incorporaron a los fondos entonces. Los once cuadros que se habían adquirido de Juan Gris tomaron otra magnitud tiempo después, ya a principios del siglo XXI, cuando desde Telefónica se pensó que, "ya que había tantas piezas de este autor, él fuera un punto de partida para contextualizar lo que fue el movimiento cubista, una aventura que se daría por finalizada en 1920 o 1921, pero que dio mucho más de sí y tuvo frutos muy interesantes".

Entre las pinturas que contempla la selección, un recorrido por las evoluciones y derivas que conoció el cubismo, destacan tres obras de María Blanchard, "muy amiga de Gris, que sólo se centró en el cubismo de 1916 a 1920 y que luego retornará a la figuración, aunque en sus obras quede un lejano eco de esa etapa", resume Fernández Orgaz. Blanchard dialoga con otros coetáneos en la sala que el Bellas Artes dedica al cubismo en París, y en la que están otros representantes de esta corriente: Lhote, Gleizes y Metzinger, "muy importantes para la historia del movimiento porque escribieron y teorizaron sobre él". En esa sala, que completan trabajos de Valmier o Marcoussis, se aprecian "las dos derivas" en las que se bifurcaría esta tendencia: una vuelta al realismo donde los motivos se identifican con facilidad y otra línea más interesada en la abstracción.

La condición de París como capital mundial del arte propició que hasta allí se desplazaran artistas de todas las procedencias. La última sala se destina a los españoles y latinoamericanos que se congregaron allí: aparte de las obras de Vázquez Díaz o Manuel Ángeles Ortiz, las pinturas del brasileño Vicente do Rego Monteiro, el uruguayo Torres García o un caligrama del poeta chileno Vicente Huidobro demuestran cómo el cubismo sobrevivió mezclándose con otras estéticas.

Para el consejero, Colección Cubista de Telefónica posee "un particular interés en el Museo de Bellas Artes", donde en las salas de exhibición permanente se divulga una pintura andaluza que se estaba realizando en las mismas fechas que el cubismo pero que prefería un registro "más academicista. La presencia por primera vez en Sevilla nos ayudará a conocer un tipo de lenguaje artístico diferente a la estética tradicional andaluza", concluye Alonso, que se ha impuesto como reto que la muestra supere los 75.000 espectadores que tuvo en su exhibición en Bilbao.

Tras presentarse en Madrid en 2005, la Colección Cubista de Telefónica ha girado por Barcelona, Pontevedra, Valladolid, Santiago de Chile, Buenos Aires, Neuquén (Argentina), Lima, São Paulo, Bruselas, Duisburgo (Alemania) y Pekín hasta 2011. Entre mayo de 2012 y agosto de 2013 estuvo en el Espacio Fundación Telefónica de Madrid y desde septiembre de ese año y febrero de 2014 se ha mostrado en el Museo de Bellas Artes de Bilbao. Para Laura Fernández, esta escala en Sevilla "es la decimotercera itinerancia, pero sin duda es el edificio más singular en el que la colección ha estado hasta ahora".