LEONOR BONILLA | CRÍTICA

Corazón y voz para seducir

Leonor Bonilla.

Leonor Bonilla. / Belén Vargas

El ciclo de recitales de la Asociación Sevillana de la Ópera no ha podido empezar mejor. De hecho, ha arrancado a un nivel tal que muy difícil se lo pone a los artistas que vendrán a lo largo del siguiente mes. Y todo ello merced a la apuesta (segura, por los resultados) por traer de nuevo a su ciudad a Leonor Bonilla, una de las voces punteras del panorama nacional y que, si mal no recuerdo, no cantaba por aquí desde aquellas sensacionales funciones de Lucia di Lammermoor.

El regreso ha sido triunfal desde el inicio al final de un largo y exigente concierto de hora y media seguida y sin las habituales piezas de piano a modo de alivio del cantante. Y con un programa complejo y muy demandante tanto en lo técnico como en lo expresivo.

Gracias a una técnica perfecta de emisión, con la laringe relajada, Bonilla pudo llegar con la voz fresca hasta el fin. La voz corre con naturalidad y se proyecta con potencia, brillo y metal en punta, lo que combinado con una apropiada técnica respiratoria le permitió abordar largas frases y regularlas con delicadeza, como en la soberbia lección de canto que supuso su versión de Parad, avecillas, de Manuel García. Su fraseo fue siempre cincelado al milímetro a base de acentos y regulaciones, lo que combinado con la elegancia de su legato y la facilidad con la que aborda los Mi y Fa sobreagudos, levantó encendendido y reiterados aplausos. Combinación ideal, pues, de gracia y elegancia.

Carlos Aragón, a pesar del estado del piano, acompañó con mimo, con gusto y sentido del ritmo. Se nota el trabajo tan concienzudo y experto que ha debido realizar con la cantante en la preparación de este recital.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios