Obituario

Carlos Arbelos, entre la fotografía y el flamenco

A mediados de la década 80 celebrábamos una gira con artistas flamencos de la tercera edad que, olvidados de instituciones, entidades y aficionados, fueron recuperados por la Institución Social para la Tercera Edad de los Artistas Flamencos para devolverles nombre, protagonismo artístico, escenarios, ilusiones y vida… Y fue en el Monasterio de San Jerónimo sevillano, mientras se celebraba un festival protagonizado por estos venerables artistas, cuando entré en contacto con Carlos Arbelos plasmando en su cámara las imágenes irrepetibles de unos hombres y mujeres que alcanzaban la gloria artística por unos días. Venía Carlos del Levante español donde había pasado unos cinco años, pero su acento y su DNI pregonaban su nacionalidad argentina, aunque emigrado por mor de una dictadura insoportable para un luchador por la libertad que decidió venirse a España buscando el aire fresco que empezaba a respirarse en nuestro país.

Allí empezó una amistad -con él y con su compañera la escritora María Rosa Fiszbein- que se ha ido consolidando de tal manera que empezamos a trabajar -y a disfrutar en el juego de la imagen- en proyectos comunes, fortalecida la amistad por la coincidencia de aficiones: la fotografía y el flamenco. En nuestra revista Sevilla Flamenca y en la sesión La Vieja Escuela quedaron plasmadas muchas horas de disfrute y aprendizaje junto a personajes del flamenco tan peculiares como María la Talegona, Tío Juane, Pepe Lora, Tragapanes y un largo etcétera.

Periodista comprometido y serio, desempeñó su carrera andaluza en la desaparecida Radio Cadena con su programa Convergencia, luego en Canal Sur, prácticamente en todos los programas de flamenco, en Ideal de Granada y en todas las revistas del género tanto en soporte papel como electrónico. Por otra parte es autor de libros muy interesantes tales como Antonio Mairena, la pequeña historia, Granada Flamenca, Ardiendo y echando chispas sobre la bailaora Mariquilla, o El flamenco contado con sencillez que le valió en 2003 el Premio a la labor didáctica en el Festival de las Minas. Como fotógrafo, además de publicaciones en todas las revistas de flamenco, periódicos y demás medios, es autor de libros como Matices Flamencos, Historia de la fotografía flamenca, Sinmisterios del Flamenco, éste último junto a Colita y Steve Kahn.

El martes, que amaneció un día crudo, de agua y frío, gris oscuro como el dolor de la ausencia, la primera noticia que nos llegaba es que Carlos Arbelos se nos había ido para siempre. Hace una semana, el pasado miércoles, Carlos compartía con nosotros -y con un puñado de periodistas de diversos medios- una mesa redonda alrededor de la cantaora La Susi. Y Carlos estuvo tan profesional como siempre, tan agudo y tan perspicaz. Y tan inteligente. En su intervención estuvo sembrao como lo definiera Alberto García Reyes. Nada que hiciera presagiar que una traicionera enfermedad lo aguardaba a la vuelta de la esquina. El viernes le dio la cara y el ingreso en el hospital fue inmediato. Una operación de urgencia…y un fatal desenlace, apenas dos días después. Todo fue ya inútil. Debía estar así escrito o alguien con poder en el más allá necesitaba perpetuar su imagen a través de una cámara profesional sensata, honrada y sensible… Y se llevó a Carlos. Con él se va también una manera de ser y de estar en el flamenco, dejándonos huérfanos de su amistad, de su cariño sin ojana, y de su ejemplar modo de comportarse como profesional de la imagen y de la comunicación.

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