La Casa de la Memoria de Al-Ándalus inicia un nuevo ciclo en la calle Cuna
Una exposición dedicada a los cafés cantantes de Sevilla y un homenaje a Pastora Imperio marcan el arranque del espacio cultural Acogerá espectáculos de flamenco en el patio central
Con una exposición sobre los cafés cantantes de Sevilla abrió ayer sus puertas la Casa de la Memoria de Al-Ándalus en las antiguas caballerizas del Palacio de la Condesa de Lebrija. El espacio -en el número 6- acrecienta la dimensión cultural de la calle Cuna, una vía comercial que iniciativas como el Teatro Quintero han vuelto a ligar con las artes escénicas. También es ésa la intención de Rosana de Aza, responsable de esta Casa de la Memoria que alberga en su planta inferior un pequeño auditorio para espectáculos íntimos de flamenco -sobre 60 localidades- y otras dependencias como salas de conferencias en torno a un patio de reminiscencias árabes. En la planta de arriba, mucho más diáfana, la idea de Aza es alojar distintas exposiciones siguiendo la estela de la que ayer se inauguró, dedicada a los cafés cantantes de Sevilla.
Esta muestra, comisariada por el director del Museo Nacional del Teatro, Andrés Peláez, plantea un recorrido desde 1847 y los días grandes de Silverio a 1936. Carteles originales, fotografías de época, lienzos costumbristas, abanicos decimonónicos, mantones de Manila, libretos y otros afiches ilustran el ambiente de la Sevilla de mediados del siglo XIX y principios del XX. Especialmente el de esas tabernas donde los artistas locales comenzaron "a sedimentar como profesión el uso de sus cualidades en el cante, el baile y la guitarra", destaca De Aza, que llama la atención sobre la relevancia de féminas en todas las disciplinas, "con una fuerte presencia de mujeres guitarristas, un protagonismo que dio al traste la guerra civil".
En grandes paneles explicativos la muestra traza el inventario de los cafés cantantes que salpicaron la ciudad, desde los primitivos -como Variedades, La Alegría, Apolo o Los Lombardos- a los que abrieron sus puertas a finales de esa centuria y protagonizaron la llamada Edad de Oro (1881-1900) del género: Silverio, el Café del Burrero inmortalizado por la cámara de Beauchy, el Café Suizo, La Marina, los Carros, Vista Alegre, etc. La exposición también documenta la decadencia del fenómeno, desde principios del siglo XX al estallido del conflicto fratricida, con locales todavía míticos como Novedades, El Kursaal, La Bombilla, Barrera, Variedades, Olimpia y el Tronío.
Igualmente tienen su reflejo, en fotos, programas de mano o recortes periodísticos, muchos de los artistas que trabajaban en esos recintos, como Manuel Torre, Antonio Chacón, Conchita La Peñaranda o La Macarrona.
Sin embargo, la pieza estrella de la muestra inaugurada ayer es la escultura de Pastora Imperio realizada por el artista Mariano Benlliure y que ha cedido para esta ocasión, desde su sede en Almagro (Ciudad Real), el Museo Nacional del Teatro. A Pastora, que presentó su genio en varios cafés cantantes de su ciudad natal, se le dedica un apartado especial, evocándose su figura mediante textos, fotografías, carteles y ejemplares de la biografía novelada que le dedicó María Estévez, Reina del duende (Roca Editorial).
La idea de Rosana de Aza es que la exposición se vea complementada con una intensa programación paralela, que incluya presentaciones de libros, conferencias, visitas guiadas y recitales ilustrativos del período reflejado.
No hay comentarios