RASGANDO EL SILENCIO | CRÍTICA

Música más allá de género

Bustamante, Arauzo y Martínez.

Bustamante, Arauzo y Martínez. / Guillermo Mendo

No aporta nada, más bien lo contrario, el seguir repitiendo, concierto tras concierto de este ciclo los mismos tópicos victimistas sobre el silencio de las mujeres creadoras y la conspiración de ocultamiento hacia sus obras. Y lo mismo ocurre con el exceso triunfalista de calificar de maravillosas todas las obras interpretadas. Porque no siempre es así, ni lo uno ni lo otro. Y a este conciero me remito, en el que dos de las obras programadas, la de Chaminade y la de Pejacevic, tienen momentos interesantes y de calidad, pero sumidos en otros muchos excesivamente retóricos, repetitivos y de desarrollo errático, como todo el Allegro inicial de Chaminade y como casi todo el trío de la croata. Quizá la pasión en esta tarea de revalorización por parte de su responsable, Carmen Martínez Pierret, le impide el necesario distanciamiento a la hora de abordar sus repetidos comentarios en cada programa.El trío formado por Arauzo, Bustamante y Martínez abordó con pasión sus interpretaciones. Pasión e intensidad, con momentos de sonido muy compacto y denso como el tiempo final de Chaminade y todo el trío de Clarke. Contó con el espléndido y brillante piano de Patricia Arauzo, de una seguridad y precisión aplastantes, controlando en todo momento el color mediante el pedal, o acariciando suaves arpegios en el Allegro molto de Pejacevic. Las cuerdas exhibieron un excesivo vibrato casi todo el tiempo, con abuso de portamento en el violín y problemas de definición del sonido y de afinación en la cuerda superior del violonchelo. Pero hubo momentos especiales, como los bariolages en pianissimo sobre armónicos en el Andante de Rebecca Clarke.

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