TOMMASO COGATO & VICENT MORELLÓ | CRÍTICA

El canto íntimo de la flauta

Cogato y Morelló en el Alcázar.

Cogato y Morelló en el Alcázar. / ACTIDEA

Canciones sin palabras, música que lo puede decir todo rompiendo la interdependencia entre significante y significado, sonidos con valor significativo propio. Ésta era la idea vehicular del concierto de estos dos excelentes músicos, la de volcar sobre el sonido de la flauta en Sol obras pensadas para la voz acompañada. Morelló es un consumado fraseador que consigue hilar las frases sin sentido de ruptura entre ellas, en una línea cantable y ligada que hace fluir la melodía con naturalidad extrema. En la primera pieza de Mendelssohn (Op. 9 nº 1) el ataque inicial en piano, suave y delicado, sobre la franja grave de la flauta en Sol, fue como una confidencia al oido, todo intimidad hecha sonido y melodía. Claro que las dificultades de esta flauta a la hora de articular frases rápidas en la zona grave salieron a la luz en La hilandera, con algunos ataques bruscos y una línea algo confusa en los pasajes más ágiles. Justo los mismos pasajes en los que brilló Cogato, con dominio magistral de la articulación en las rápidas figuraciones en semicorcheas.

Por bien que se pueda tocar la flauta, a la versión para este instrumento de la segunda sonata para clarinete y piano de Brahms le falta algo esencial: el color. Seducido por la redondez y la riqueza de armónicos del clarinete en las manos de Richard Mühlfeld, Brahms exploró las posibilidades expresivas de ese sonido, sobre todo en sus franjas centrales y graves, justo donde a la flauta le falta una mayor capacidad de superponerse al piano, como ocurrió en el Allegro appasionato o en las caídas de tensión por falta de variedad cromática en el Andante con moto. Lo que no es óbice para reconocer la maestría de Morelló en el trenzado de las frases, sinuoso y muy matizado, en el primer tiempo. Cuestión ésta la de la matización en los acentos que dominó su versión de la Vocalise de Rachmaninov. Con el piano siempre atento a cada detalle de las frases (magnífico el staccato en Abchied, por ejemplo), Morelló volvió a la flauta grave para versionar algunos lieder de Schubert, pero sin alcanzar en esta ocasión la intensidad expresiva de otros momentos.

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