Crítica de Flamenco

Dorantes sin pretextos

El de anoche en el Espacio Turina fue un concierto especial. Creo recordar tan sólo un precedente del mismo en una Bienal de hace bastantes años. Dorantes a solas con su música, con su instrumento.

Sin megafonía. Sin ropajes, sin pretextos. Apenas los breves parlamentos que ofreció como presentación de cada uno de los temas, pertenecientes a sus cinco discos de estudio. Buena parte de la música que sonó tiene ya una edad, puesto que procede de Orobroy y Sur sus dos primeras propuestas discográficas que lo descubrieron como uno de los más interesantes músicos del flamenco contemporáneo. Eso sí, composiciones como Semblanzas de un río, Abuela Perrata o el inevitable Orobroy han sido sometidos a un ligero lifting, pues el tiempo no pasa en balde.

Ni para estas músicas ni para nosotros. Suenan éstas hoy, sobre todo en el piano desnudo de su creador, menos solemnes, si esto es posible, más directos. La música de Dorantes es de una riqueza melódica portentosa. Presenta básicamente dos estados de ánimo, en ocasiones entrelazados. El primero, solemne, ritual, íntimo, de brillantes melodías. El segundo, de una riqueza rítmica enorme.

Dorantes es un romántico, un héroe decimonónico del piano, que se pirra por la melodía y que, como uno de los grandes virtuosos de hace 150 años, tiene una facilidad enorme para el tema cantable. A eso ha sumado la influencia rítmica del piano jazzístico, sobre la gran riqueza rítmica que atesoran bulerías o tangos.

Me gustó mucho el guiño a la rondeña de un gitano de Madrid genial llamado don Ramón Montoya. Pero como digo, Dorantes es ante todo un romántico y el piano del siglo XX apenas ha influido en él sino en sus primeras décadas.

Hasta Erik Satie, ese otro gran melodista y especialista en la minucia. Los temas clásicos del repertorio de Dorantes se expusieron de dos en dos mostrando entre ellos conexiones obvias o más o menos inopinadas. Lo dicho, un lujo poder escuchar a un músico como Dorantes en un formato tan exigente para el intérprete. El público sevillano, que conoce al dedillo la obra del pianista lebrijano, no se cansa de oír su música y agradeció el esfuerzo con largas ovaciones.

El concierto se hizo a beneficio de la Fundación Machado, meritoria institución en la defensa y conservación de un legado cultural inmenso, maravilloso.

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