Arte

Especial cuaderno de viaje

'El cuaderno de Candela I', una de las obras de Gloria Martín.

'El cuaderno de Candela I', una de las obras de Gloria Martín. / D. S.

El nombre de Gloria Martín, ya, no responde al de aquella joven que levantaba inusitadas expectativas por una obra lúcida, de carácter y alejada de los propios planteamientos que dictaban las manifestaciones de su aplastante juventud. La artista de Alcalá de Guadaíra se encuentra, actualmente, totalmente consolidada y su obra forma parte de lo mejor del arte español contemporáneo. Esta afirmación creo que no es nada gratuita porque su trabajo está presente en los espacios más significativos de la plástica más nueva.

No nos olvidemos que, en estos momentos, se encuentra formando parte de esa importantísima exposición, Devenir pintura, que el CAAC proyecta, con nombres tan especialísimos como Carmen Laffón, José Ramón Sierra, Alfonso Albacete, Soledad Sevilla, Guillermo Pérez Villalta, Rosa Brun, Juan Suárez o Curro González, entre otros. También, en las estancias de la antigua Cárcel Real, ahora Casa de Iberoamérica, en Cádiz, está presente en la muestra Embusteros y maravillas, organizada por el Instituto Cervantes, dentro del marco de la celebración del IX Congreso Internacional de la Lengua Española, recientemente celebrado en la ciudad gaditana. En esta muestra, con la representación de lo otro como centro de interés, Gloria Martín era elegida junto a un grupo de importantes artistas, Jacobo Castellano, José Miguel Pereñíguez, Blanca Gracia, Víctor Mejuto o Álvaro Albaladejo, entre otros.

Por tanto, estamos ante una de nuestras artistas en quien más se puede confiar, pues su oferta pictórica, personal e intransferible, argumenta una realidad distinta, suscrita desde un trabajo que no ofrece duda por su calidad, su compromiso plástico y estético y por formular una pintura bien concebida y mejor llevada a la práctica.

'Composición de bocetos'. 'Composición de bocetos'.

'Composición de bocetos'. / D. S.

La comparecencia de Gloria Martín en la galería Birimbao –su quinta individual en el espacio de la calle Alcázares– vuelve a convencer por su trabajo, personal, distinto al de los demás, que deja entrever un aspecto mediato de la realidad representada. La figuración de Gloria Martín siempre se abre a infinitas perspectivas. Lo vimos cómo lo hacía en aquellas magníficas habitaciones de hoteles de sus primeros momentos artísticos, en sus recopilaciones de objetos museísticos, en su calculada obra de los más diversos asuntos que, desde su posición originaria llena de inmediatez, se abrían a desenlaces inesperados que dejaban abiertas unas compuerta para que por ellas entren las brisas de otra realidad circunscrita a nuevos desarrollos interpretativos.

En esta exposición, Aula Río, la artista se vale de una realidad que le es muy próxima. Hace una especie de memorándum de su actividad como docente, ahora en la Escuela de Arte de Sevilla o antes en la de Jerez. Una especia de recopilación de las muchas instantáneas surgidas en el aula y en las actividades que su labor posibilita. Las proyecciones de diapositivas a los alumnos, las sillas subidas en una mesa tras el fin de la jornada, el cuaderno de apuntes, el tablón de corcho con las pruebas de color, la taquilla llena de libros y objetos... asuntos que transcurren en el día a día de una labor docente llena de interés y entusiasmo y que la artista pinta a modo de cuaderno de bitácoras de esa íntima realidad. Escenas que dejan de ser itinerarios de una situación concreta para adoptar una nueva posición: la artística. Son hipotéticos bodegones que actúan desde su poderosa naturaleza y se convierten en una realidad plástica asumida desde su propia entidad representativa.

La exposición de Birimbao nos ofrece la pintura preclara, austera, sobria, rigurosa y especial de una artista absolutamente distinta, que posee ese poder sugeridor y que redunda en los esquemas mediatos de una realidad a la que ella dota de una nueva identidad, una formula de materialización distinta, con lo simbólico ejerciendo su mágica función a contracorriente. Gloria Martín, ya establecida en esa joven madurez de artista actuante y en manifiesto ejercicio, nos vuelve a situar por los parámetros de una pintura distinta, veraz, juiciosa y llena de sentido. En su obra no se encuentran ejercicios que pretendan empatizar ni crear expectación. Esta la tiene su propia obra, su propio absoluto ejercicio artístico, su dimensión abierta a un arte que ella hace diferente y que alberga un desarrollo plástico sin efectismos; sólo el justo proceso para que lo eminentemente artístico, ejerza su función diferenciadora.

Estamos ante una exposición que deja abiertas las exclusas de la emoción artística. En las obras de Gloria Martín sólo se encuentra la suma entidad de lo artístico. Los enigmas, las dudas, la dialéctica de imposible queda para otras justas. En su pintura todos está establecido para que el arte ofrezca su dimensión más pura; la suma verdad de lo artístico.

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