Extremos que (no) se concilian
'Deliriuum'. Baile y coreofrafía: Melisa Calero. Guitarra: José Torres. Música grabada: José Rentería y Danielo Martínez. Asesoramiento artístico: Chloé Brûlé y Joserra Leza. Lugar: Centro de Iniciativas Culturales de la Universidad de Sevilla (Cicus). Fecha: Jueves 18 de julio. Aforo: Media entrada.
Calero es muchas bailaoras en una. Asimila con naturalidad las tendencias contemporáneas de la vanguardia jonda, que es, como saben, una tradición más del flamenco, y mostró en la noche del jueves una relación más conflictiva con el baile femenino clásico: aquí entra en escena el distanciamiento, la ironía, el humor. La dificultad del espectáculo -donde más se resintió- residen en la articulación de estas diferentes tensiones. Es decir, un problema de dirección. La obra me convenció más por lo técnico y lo emotivo que en cuanto al concepto. Y aún me quedó la sensación de que la intérprete puede ir mucho más lejos de lo que fue por el camino de la emoción, que es el camino del arte, dadas sus evidentes cualidades dramáticas y su flamencura.
El espectáculo ganó enteros cuando José entró en escena. Y no sólo porque se convirtió en un interlocutor ideal, ensimismado, solipsista, contra la hipergestualidad de la bailaora. También porque la danza se volvió en ese momento pulcra, directa, elocuente y, en algunos pasajes, necesaria. De hecho, fue el momento en el que apareció el tercer interlocutor, el público. Hay algo intenso y dramático en esta bailaora, que es lo que más me interesa de ella, independientemente de sus enormes virtudes técnicas. Calero tiene una presencia escénica contundente, un baile sólido y natural en su sofisticación.
Hay mucha pasión en el personaje de Deliriuum, sólo tiene que desprenderse de algunos lastres que le impiden romperse, mostrar dicha pasión en toda su plenitud. Y buscarse un director de escena. Que redirija el conflicto y lo ponga sobre el tapete: la obra apunta muchas cosas que no resuelve. Manos y pies no son extremos irreconciliables. Las tradiciones, al cabo, son lenguajes, instrumentos al servicio del artista, del hombre y la mujer.
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