Fábula del cocodrilo cantante

Lyle, Lyle, Crocodile | Crítica

Fotograma de la película.
Fotograma de la película. / RC

Ficha

*** Fantástico. Musical. Infantil. Comedia. 2022. Duración: 106 min. País: Estados. Unidos. Dirección: Josh Gordon, Will Speck. Guion: William Davies. Música: Benj Pasek, Justin Paul, Matthew Margeson. Fotografía: Javier Aguirresarobe. Reparto: Javier Bardem, Constance Wu, Winslow Fegley, Scoot McNairy, Brett Gelman, Sal Viscuso, Adam Murray, Don DiPetta, Lyric Hurd, Mary Neely.

Los musicales infantiles, o la conversión de cuentos infantiles en musicales, son tan antiguos como el cine sonoro. Disney, con sus Sinfonías tontas (1929-1939) en el cortometraje y con Blancanieves (1937) en el largometraje fue el genial precursor. Desde entonces hasta hoy las películas de animación, o que mezclan imágenes reales y animadas, con forma de comedia musical son incontables. A ellas se apunta esta producción que adapta como un musical los personajes de Bernard Waber que, desde la publicación de The House on East 88th Street en 1962 y su secuela Lyle, Lyle, Crocodile en 1965, han conocido un ininterrumpido éxito en el ámbito anglosajón. Su precedente directo es el musical televisivo de animación producido por HBO con una partitura del gran Charles Strouse, autor también, entre otros muchos éxitos, del archi celebrado y también infantil Annie.

Ahora, con las facilidades digitales, las familiares aventuras del cocodrilo se convierten en otro musical con canciones de menor calidad que las de Strouse (la música orquestal compuesta por Matthew Margeson es mucho más interesante que las canciones escritas y compuestas por Benj Pasek y Justin Paul, productores ejecutivos de la película).

Las canciones, solo correctas pese a sus intentos de resultar modernas que las llevan más al terreno de un talent show o una sit com para adolescentes que al de un musical interesante, son lo más endeble de esta agradable y divertida película tan carente de ambición como toda la filmografía de sus creadores, los mediocres Josh Gordon y Will Speck que hasta ahora se habían dedicado a la comedia más bien grosera (Patinazo a la gloria, Un pequeño cambio, Fiesta de empresa).

Que lo peor de un musical sean las canciones es, desde luego, un problema. Incluso si es infantil, dados los gloriosos precedentes de Disney, las Looney Tunes de la Warner o Pixar. Sobre todo porque el cocodrilo protagonista (poco fiel al dibujo original de Waber) tiene las mismas aficiones canoras que la rana cantante y bailarina del genial corto de animación que Chuck Jones creó para las Looney Tunes en 1955 (y también comparte con la rana lo que podría llamarse pánico escénico). Pero no es un problema grave. Estamos ante una obra correcta que cumple sus objetivos sin plantearse mayores problemas creativos. Un anticipo de buenos sentimientos prenavideños, porque, además de cantar, el reptil es un coach familiar de primera, en el que lo más destacable es la interpretación de un entregado Javier Bardem.

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