"He tenido a Federico en mi cama todas las noches"

Los personajes de Bernarda Alba respiraban dos casas más abajo de la calle de su tía abuela; Doña Rosita la Soltera era la cuñada solterona de una tía rica que tenía en Granada, la mujer que tuvo el primer lavavajillas de la ciudad. De esta cercanía vital nace Federico según Lorca, la obra con la que Eva Yerbabuena estará hasta el 27 de agosto en el auditorio del Generalife dentro del ciclo Lorca y Granada. La bailaora granadina cerró con esta obra el Festival de Música y Danza, y ahora afronta el verano con la responsabilidad de no poder resfriarse siquiera porque no tiene sustituta en una obra en la que aspira el mismo aire que exhalaba el poeta. Porque aunque lleva años afincada en Sevilla -siempre ensaya con una sudadera del Betis- se reconoce en la misma ciudad en la que se reconocía Lorca.

-¿Sentía presión interior porque creía que había llegado el momento de abordar la obra de Lorca?

-No me sentía presionada por ser granadina sino por ser Federico, un escritor muy amplio y con muchísimas lecturas. No era fácil crear un proyecto sobre su figura hasta que se enciende la bombillita tras empaparme de sus obras y todo lo que le rodeó.

-Más que de libro de cabecera, las obras completas de Lorca han sido su almohada durante el proceso de creación...

-He tenido a Federico cada noche en la cama, releyéndolo para intentar tener las ideas claras.

-La gran apuesta de su espectáculo es no centrarse en ninguna obra sino intentar captar su espíritu.

-Cuando estás creando no piensas en todo lo que has visto antes. Mi obra intenta ser un acercamiento más a su persona que a su perfil de poeta y artista. Hemos vuelto a sus paisajes, a su vega, a sus costumbres... He pretendido ser lo más sincera posible y dejarme llevar. No hay una sola noche en la que no haya hablado con Federico, pidiéndole ayuda.

-¿Quién era Federico y quién era Lorca?

-Está muy claro en el espectáculo pero no se puede definir con palabras, ¡ojalá escribiera como él! Federico era una persona que necesitaba mucho sentirse querido, amar libremente... Y no me refiero al amor de pareja sino al amor más abierto. También adoraba la magia, la imaginación.

-¿Con qué personas se ha reunido para recabar información?

-La primera persona con la que hablé fue con Horacio García, hemos leído juntos, me ha resuelto mil dudas... Además, hay partes de la voz en off de Juan Diego que han sido escritas por él. También he estado con José Monleón, con quien me reuní en Madrid. De aquellos días tengo cariñosamente guardadas muchas conversaciones.

-¿Tomaba notas?

-No, escuchaba. Me pasa también con el baile, cuando algo me llega de verdad se me queda para siempre. Y con las conversaciones con Monleón me pasó igual. Él me insistió en que tenía que hacer el camino con Lorca y me obligó a viajar atrás, a situarme en el tiempo de Federico. Él tenía esa capacidad de ver donde nadie veía y escuchar donde nadie escuchaba. Sabía darle importancia a las pequeñas cosas.

-En los últimos años se insiste en buscar el lugar en el que está enterrado. Usted en cambio busca los lugares en los que sigue vivo.

-No es que lo busque, es que sé que Federico sigue vivo en Granada y en el mundo entero. Si fuese un familiar mío me encantaría encontrarlo, qué menos que tener los restos cerca. Pero es algo personal en lo que no puedo entrar porque él tiene su familia que hace lo que entiende que es lo mejor. Para mí está vivo, vivirá eternamente.

-Miguel Caballero publicó hace un mes un estudio sobre las 13 últimas horas de vida del poeta y las razones de su asesinato. ¿Ha utilizado este material para la obra?

-Lo leeré, por supuesto, es una de las cosas que tengo pendientes. Pero hace un mes ya tenía las ideas muy claras de lo que quería hacer y no quería que nada me pudiera distraer. Hay cosas que no se deben de olvidar. Es una causa que Granada tiene pendiente.

-Cada palo tiene su carga dramática. ¿Cómo baila la tristeza y la risa?

-Espero descubrirlo antes de retirarme. Explicarlo es limitarse, me conformo con vivirlo sobre el escenario.

-¿Se ve estrenando una obra de su compañía sin estar en el escenario?

-Claro, además cada día me gusta más. Es algo inevitable, llegará un momento en el que el cuerpo no te responda como la mente. Espero retirarme a tiempo.

-En el montaje rinde homenaje a Morente con su Pequeño vals vienés. ¿Ha pasado ya el tiempo necesario para valorar lo que ha perdido el flamenco con su marcha?

-Todavía no somos conscientes de lo que hemos perdido, se nos ha ido un creador y un maestro.