Cultura

Filomena Maturano ya es Concha Velasco

Estrenada a finales de la década de los cuarenta del siglo pasado, la obra escrita por el napolitano Eduardo de Filippo se mantiene en buena forma gracias a la frescura de su texto que une a partes iguales una lectura muy cristiana (no como la entiende en la actualidad la Conferencia Episcopal española)de la familia y una voluntad positiva de evitar los problemas y ayudar a resolverlos. Quiero decir, una vocación innegable de ayudar a toda una generación, la de la postguerra italiana, (y, por ende, europea) a superar una situación crítica donde la prostitución era una forma, a veces la única, de subsistir. Y los hijos no reconocidos por el padre era el pan nuestro de cada día. Sin duda, las peripecias de Filomena Marturano se hubieran perdido si no hubiesen contado con la pluma certera de Eduardo de Filippo que se convirtió con toda su obra en uno de los maestros de la comedia italiana.

En 1979 el productor Juanjo Seoane y Concha Velasco la llevaron a las tablas con enorme éxito.

Concha Velasco, el fenómeno teatral más importante de España, ha decidido enfrentarse otra vez a uno de los personajes que sirvieron para construir su magnífica carrera profesional.

Se ha reunido con el mismo productor, Seoane, y han vuelto a lograrlo. Con once actores en escena entre los que hay que destacar al imponente Héctor Colomé, hay que aplaudirle a esta nueva Filomena Marturano algo que se respira desde el primer minuto: su enorme respeto por el teatro bien hecho y la voluntad clara de no aprovecharse de nombres famosos. Todos, desde la estrella Concha Velasco hasta Mario Fernández (el camarero) ofrecen lo mejor que tienen.

De Concha hay poco más que decir. Como gran dama del teatro se ríe de sí misma y homenajea a su amiga Lina Morgan en las primeras escenas. Luego, sabedora de que es amada por el público, se pasea por el escenario y los espectadores, entregados, aplauden cada gesto que la diva (en el mejor sentido de la palabra) dedica a actores y platea.

Asistir a una obra en la que participa Concha Velasco es todo un acontecimiento, no sólo, por lo que ocurre en el escenario, sino por el fervor que genera. Todas las localidades están vendidas. Sólo cabe preguntarse por qué no se queda más tiempo en Sevilla.

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