JOSÉ Mª GALLARDO DEL REY | CRÍTICA

A la manera de Gallardo

José Mª Gallardo en su regreso a Juventudes Musicales.

José Mª Gallardo en su regreso a Juventudes Musicales. / Federico Mantecón

Que José María Gallardo es un gran guitarrista es bien sabido. Como lo es también que no resulta fácil escucharlo a solo en un programa más o menos clásico, habida cuenta de la predilección del músico sevillano por otras formaciones y otros lenguajes más mestizos. Por ello este concierto que clausuraba el Festival de Primavera venía revestido de un interés añadido al de la contrastada valía del intérprete. Un intérprete, además, que rememoraba aquel lejano primer concierto profesional suyo en la sede venerable de Juventudes Musicales en la Escuela de Estudios Hispanoamericanos, enlazando de corazón las décadas pasadas con este nuevo encuentro con la veterana institución.

En un primer bloque de obras Gallardo ofreció su personal visión del barroco guitarrístico español. Versiones más cercanas a la sensibilidad actual del solista que a los presupuestos historicistas, con ornamentaciones aflamencadas, generoso rubato y libertades en materia de dinámicas y de agógica. Pero no importa, porque el resultado fue muy bello y no creo que Sanz o Murzia torciesen el gesto al ver que sus obras cruzan los siglos para seguir vivas. Con todo, Gallardo abordó el Grave de la Tocata a la manera de Corelli de Santiago de Murzia con tal libertad métrica que se pareció mucho más a un prélude non mesuré barroco que al original de Corelli adaptado por Murzia.

La agilidad en la digitación, la limpieza del sonido y la sensibilidad en el fraseo de Gallardo explotaron con las piezas de Piazzolla, llenas de colores, de acentos, de silencios poéticos y de claridad a pesar de la densidad textural de sus transcripciones (espectacular en Chau París). Trémolos, deslizamientos tonales y aires modales para Torre Bermeja condujeron a la recreación de canciones de Lorca en un ejemplo de intertextualidad que llevó desde el hipotexto de las canciones populares originales hasta la recreación de Gallardo, pasando por el primer hipertexto de Lorca, con resultados de gran capacidad de seducción al oido.

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